domingo, 1 de diciembre de 2013

TdC: La ocarina y Elisabeth


- (Perdona por lo del otro día, Edward)
- No pasa nada, Miss Sona. Pero... una cosa. Puedes tocar esta canción?

Edward le dio unas partituras a Sona. Cuando la comenzó a tocar, Edward bajó la cabeza y cambió su rostro. Parecía triste, nostálgico. Sona siguió tocando hasta terminarla. Luego preguntó.

- (Qué te pasa?)
- La he recordado tal y como era... Elisabeth... gracias por dejarme esta canción como recuerdo.
- (Eh... Edward. No te pongas triste. No sé por qué estás así, pero... seguro que pronto encontrarás algo que te anime.
- Ah... Gracias por tocar, Sona.

Ya se había ido. Pero algo más interesante para Edward salió por la puerta de la academia.

- Qué!? Esa no es...
- Papá! Qué te ocurre?
- Elisabeth! Era ella! Cómo puede ser...

El comerciante corrió hacia lo que parecía ser su Elisabeth. Pero no acertó por poco.

- Soy Elise, estúpido humano! Ya puedes estar agradecido de que te dirija la palabra la reina de las arañas.

Edward cayó al suelo de espaldas. Elise dudaba si llevárselo o no. Pero algo la hizo decidirse totalmente.
Yolag comenzó a tocar una vieja ocarina, de esas que están hechas a mano. La melodía era pegadiza. Parecía una canción de hace bastante tiempo. Elise abrió la boca durante un instante y se marchó rápidamente.

- (Cómo puede conocer la canción de la Gran Reina? No pudo haber sobrevivido a ella si la conoció!)

- Elise, verdad? Si hubiera prestado atención, habría descubierto que esta ocarina es de su antigua reina.
- Elisabeth era... una mujer-araña como ella?
- Sí hija sí. Pero yo no lo supe hasta después del accidente.

Muy pocos saben tocar la ocarina. Pero el que conoce la mecánica del instrumento, ha ganado el corazón de alguien y el suyo propio.

(Y tras este final filosófico que se ha marcado nuestro narrador, anuncio que el próximo episodio revivirá historias que ya conocemos. Gracias por su lectura.)

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