sábado, 17 de mayo de 2014

WBG: La casa de Juanjo Sahim

- Al fin llegamos! Ya veo la tierra! - Informaba Lucas.

- Por fin! Ya estaba harta de tanta agua. - Decía Paulina.
- Y... dónde nos quedaremos por la noche? No vamos a atravesar el Canal hasta que se haga de día, verdad? - Comentaba Zerofrost.
- Pues no hay problema. Hace mucho, conocí a alguien que vivía por estos lugares. Juanjo se llamaba. Ya tendrá sus años. Puede que incluso haya muerto ya, pero recuerdo su casa. Sus hijas nos abrirán. - Edward daba el discurso que solucionaba el problema, pero no parecía muy creíble. Cosas de la edad del viejo.

Resumiendo, finalmente desembarcaron en Suez. El barco español fue dejado en el puerto egipcio hasta retomar el viaje. Descansarían una noche allí. Tuvieron que caminar un buen rato por la oscuridad hasta encontrar la casa de Juanjo Sahim. Llamaron a la puerta sin hacer demasiado ruido. Ya había pasado la medianoche. Una chica abrió lentamente la puerta.

- Sí?
- Hola, Katie. Soy Edward Yolag, me recuerdas?
- Esto... No, lo siento.
- No pasa nada. Puedes llamar a tu padre un momento?
- Ahora mismo. Le diré su nombre.

Unos segundos después...

- Edward? Amigo! Cuánto tiempo! Qué te ha traído aquí? - Dijo Juanjo en cuanto llegó.
- Pues nada, tenemos que hacer un largo viaje y vamos a parar aquí. - Contestó Edward.
- Pero bueno, pasad, pasad. Sentíos como en casa.

La casa era inmensa. Parecía una mansión pero sin muchos lujos. Grande, pero sencilla. Cuando los cuatro del grupo entraron, tuvieron una cálida bienvenida de parte de cinco muchachas y la, al parecer, mujer de Sahim. Este recibimiento acompañado de la luz amarillenta y tenue que iluminaba el gran salón. Una gran alfombra típica de aquella parte del mundo cubría gran parte del suelo. Todos se sentaron alrededor de una gran mesa, utilizada para comer, pero eso no era lo que iban a hacer los visitantes. Estaban cansados de navegar y buscaban dormir. Sin embargo, se sentaron y charlaron unos con otros.

- Bueno Juanjo! No ha cambiado nada esto, verdad?
- Pues en realidad sí. Ahora estoy acogiendo a algunos visitantes a cambio de un poco de dinero. Me hace falta, la verdad. Ahora mismo están durmiendo. Un hombre y una muchacha.
- No pensarás cobrarnos a nosotros, verdad?
- Ni hablar! Podéis quedaros gratis incluso más de cinco meses! Un amigo lejano es un tesoro escondido. Ya lo dijo el sabio Kilik.
- Eso es un gran amigo! Eres el mejor, Juanjo!



- Psst. Oye, tú.
- Qué?
- Pareces una chica bastante fuerte. Se te nota en la cara. - Decía la que había susurrado a Paulina.
- En serio? Gracias, supongo.
- Sabes? Yo soy la mejor hija de Sahim, Neferi. Y cuando veo que alguna arpía me quiere quitar el puesto, tengo que retarla.
- Pero... Yo no quiero quitar ningún puesto! Si nos vamos mañana!
- Eso es una excusa. No se aceptan las excusas en la familia. Mañana, cuando salga el sol, nos vemos en la puerta. Si no vienes, me encargaré yo de que no salgas más allá de Egipto.
- (Pero a esta tía qué le pasa? Tiene el ego demasiado subido...) Qué le voy a hacer. Está bien. - suspiraba Pau, sin ganas de discutir.
- Más te vale estar preparada. No podrás vencerme.



- Perdone, es usted Zerofrost?
- Eh? Sí. Cómo sabe usted mi nombre?
- He leído bastante sobre las leyendas. Nunca creí que iba a encontrarme con el hombre exacto a la descripción de la leyenda de Noui.
- Pues... encantado, supongo. Su nombre?
- Seja. Encantada.

Más vale que el grupo tenga cuidado. Es posible que engañen a más de uno del grupo. Cómo conocen el nombre de Zero? Y por qué han retado tan de repente a Paulina sin ninguna razón lógica? Eso será en el próximo episodio.

- Pero qué es este alboroto, Juanjo...? Un segundo. - Dijo la mujer que había entrado en la sala.
- (Esa voz...) - Pensó Paulina
- Hermana! En serio? Pau! Qué estás haciendo aquí?
- Tengo que viajar hasta...
- Anda! En serio es esta tu hermana? - Interrumpió Edward.
- Sí. Me llamo Laura. Laura Gao. - Contestó ella.
- Entonces, el apellido de nuestra Pau es... - Continuó Edward.
- Sí. Me llamo Paulina Gao, y qué? Te hace gracia?
- No, por favor. Solo recordaba a alguien con ese apellido.
- Pues me lo cuentas mañana. Voy a descansar. Lauri, vente para que hablemos un rato. Quiero saber de ti.
- Y yo de ti, Pau. Ya verás.

Unos minutos más tarde, en la sala de invitados...

- Y Pau... Por qué tienes que viajar?
- Pues...

Se escuchó la tos de Edward desde el otro lado de la puerta, interrumpiendo adrede a Paulina.

- Creo que no puedo decírtelo.
- Por qué?
- Cosas de trabajo.
- Eso decías tú siempre. Colaba hasta que terminaste de estudiar!
- Laura! Qué te pasa? Estoy cansada, vale? Llevo más de diez días en un barco aguantando a esos dos tipos y al viejo. No puedo con mi alma...
- Venga, ahora dímelo.
- El qué?
- Quién de los tres es tu novio?
- Pero qué dices? No soporto a ninguno de ellos.
- Ya me enteraré yo antes de que te vayas, tranquila. No te vas a ir sin yo saber qué estás haciendo.
- Bueno, suerte con tu búsqueda. Se ve que no tienes otra cosa que hacer. Ahora me toca a mí. Por qué estás aquí?
- Me fui de casa.
- Pero tan lejos?
- Bueeeno... un hombre tan majo como es el dueño de esta casa me acompañó desde España.
- Y te fiaste de un extraño?
- Me propuso una oferta muy buena. Yo ya me había ido, así que no podía decir que no.
- Cuál era esa oferta?
- Ups. No puedo decírtela.
- Ya estamos. Qué rencorosa eres...
- Pues haberme dicho tú lo que tienes que hacer. Es el marinero, verdad?
- Que no!
- Te estás poniendo roja!
- Pero eso es porque me estás poniendo nerviosa!
- Nerviosa? Por qué? Porque estoy acertando, verdad?
- Mira, como sigas voy a perder la paciencia. Qué poco has madurado.
- Tú apenas tienes diecinueve!
- Pues hala, tu hermana mayor tiene el derecho de mandarte a la cama. Buenas noches. Mañana me despediré.
- (Si puedes, hermanita)
- Has dicho algo?
- S-Sí! Buenas noches, Pau. Que sueñes con él.
- Qué asco de hermana menor!

Cuánto diálogo, verdad? No problem, estaba inspirado para hacerlo el día que escribí. Espero no pasarme muchas veces de texto, aunque quiero hacer las cosas más largas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario