domingo, 3 de enero de 2016

Dos cortas historias de atracos

No había ni un alma en esa carretera. Sólo se encontraba el señor William con su furgoneta, volviendo a su casa. Mas se dio cuenta de que un coche lo estaba siguiendo. Se empezaba a acercar peligrosamente hasta que alcanzó estar al lado del vehículo de William. El copiloto abrió la ventanilla y apuntó con una pistola a William.

"Para la furgoneta o te pego un tiro."

William entonces aceleró a mayor velocidad para evitarles. Sin embargo, ellos consiguieron rebasar la furgoneta y bloquearla. William no tuvo otra opción que detenerse y bajar del vehículo, dejando la furgoneta a los atracadores.

Una vez que se llevaron ambos vehículos y William se disponía a volver caminando a su casa. Antes de que arrancasen, escuchó que uno de los atracadores gritaba al otro: "¡Pégale un tiro!"

William se tiró al suelo a modo de cobertura. Se escucharon dos disparos que, por fortuna, fallaron. Los dos vehículos se marcharon a toda velocidad y desaparecieron. Tardó más de un minuto en levantarse del suelo, asustado aún. No le había pasado algo peor, así que en parte estaba aliviado.

Días después, en el bar, contó lo que le había pasado. Una mujer no pudo evitar escuchar la historia y se ofreció a contar una experiencia personal similar.

- A mí también me atracaron de una manera parecida. Sin embargo, a ellos no les valía con arrebatarme el carro, sino que además me llamaron y pidieron un rescate por él. Yo no tenía dinero suficiente, por supuesto. Así que contesté lo que debía: "Lo siento, pero no tengo dinero. Si Dios me ha quitado mi carro, por algo será. Ya me proveerá de otro." Para mi sorpresa, el que estaba al teléfono me respondió: "Ah, ¿pero usted cree en Dios?" y yo dije que sí. "Entonces vaya usted al descampado mañana a las diez de la mañana y recoja su coche. No puedo robarle a alguien que cree en Dios."

Curiosas historias, ¿no creen? Pues tanto la del señor William como la de la mujer son historias reales. Sucedieron tal y como las cuento porque así me las contaron. Para que vean que no siempre nos quedamos con lo malo en las desgracias, sino que también podemos ser optimistas y contar con la posibilidad de recuperarnos del golpe que hemos recibido.

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