domingo, 12 de julio de 2015

No siempre existen buenas historias Parte 2/3: Ases en la manga

Diana terminó de cambiarse. Iba muy elegante para ser una chica joven. Un vestido largo violeta que parecía brillar ante la escasa iluminación cubría la mayor parte de su cuerpo. Zapatos de tacón negros hacían parecer bastante más alta a la estudiante. Su apariencia en general no la hacían parecer una estudiante en absoluto.

- ¿En serio te has puesto relleno? - susurró Susana.

Sin respuesta por parte de Diana. Ella estaba tan concentrada que no iba a hablar ni con su mejor amiga. Susana seguía muy nerviosa, y no podía evitar pensar en Marcus, su hermano pequeño secuestrado.

"Susanita, recuerda seguirle el rollo a lo que sea que haga Diana. Te lo ha repetido varias veces. No la cagues ahora."

Ella tenía que recordárselo a sí misma cada cierto tiempo. Cada segundo que pasaba ella en ese salón se hacía eterno. Sin embargo, Diana no parecía tan fuera de lugar como Susana. Eso la llevó a pensar: "Diana es mi mejor amiga y me lo cuenta todo, pero... ¿Cómo lo hará para estar tan metida en el papel?"

La hora acordada llegó. Todos los jugadores se sentaron alrededor de la gran mesa. Los acompañantes y representantes tienen un televisor donde pueden ver la mesa desde arriba. Las fichas estaban repartidas y el crupier estaba listo. Todos estaban listos para la partida.

Dos cartas en las manos de cada jugador. Tres sobre la mesa. Montones de fichas de diferentes colores perfectamente apiladas cercanas a cada jugador. Eran seis participantes en total. Todos ellos con la típica expresión de "cara de póquer".

Apuestas que iban y venían. Susana tenía escalofríos cada vez que Diana subía una apuesta. Sin embargo, las cosas parecían ir bastante bien. Uno de los otros jugadores acabó en quiebra y tuvo que irse del lugar. Ya quedaban cinco.

"No puedo creerme que el destino de mi hermano esté en la suerte."

Eso estaba pensando Susana cuando otro jugador, cuyas fichas escaseaban, decidió retirarse resignado.

"Una posibilidad entre cuatro..."

- All in.

Los ojos de Susana se abrieron como platos al ver que uno de los jugadores apostaba todo su montón de fichas. Movía su pierna derecha nerviosamente esperando que Diana hiciera su decisión.

Ella siguió el juego y también apostó todo su caudal. Susana casi maldice en voz alta a su amiga.

"Más te vale que sepas lo que haces, hija de..."

Ni siquiera tuvo tiempo de terminar sus pensamientos. La mano de Diana era la ganadora esa ronda. El jugador derrotado fue a la sala de la pantalla y se sentó junto a Susana, aliviada por un lado y alerta por otro. Un desconocido estaba cerca de ella.

- Dile a tu amiga cuando termine que la felicito.
- V-Vale... - Tartamudeó Susana.

No dijo una palabra más en toda la partida. Un hombre educado.

Volviendo a la sala de la partida, estaba cada vez más reñida. Los tres participantes no querían perder de ninguna manera. Inesperadamente, el jugador que llevaba sombrero decidió retirarse de la partida. Probablemente ya tenía las ganancias suficientes. Este directamente se fue del lugar.

Uno contra uno. Diana contra el hombre de la barba descuidada. Él no podía ocultar su sonrisa ante esa situación. Pensaba que podría desconcertar a una chica con suerte.

Pero de algún modo, las cartas decidieron.

Cuatro cartas en la mesa. El siete de tréboles, el as de diamantes, el rey de picas y el seis de picas. En la ronda de apuestas Diana pronunció las palabras mágicas. La última ronda.

- All in.

El hombre sentado al lado de Susana levantó una ceja y se recolocó en su asiento. Ella estaba más nerviosa que nunca. Podía escuchar los latidos de su corazón como si fuesen una traca final de fuegos artificiales. Respiraba con dificultad.

- Niña, veo que estás muy confiada - le dijo a Diana su oponente - Así que aquí termina todo.

La apuesta final. Todo el botín que quedaba en la mesa. Solo puede ganar uno. La quinta carta es el as de picas.

Al mostrar sus cartas, el hombre no podía salir de su asombro.

- Póquer de ases.

Esas fueron las secas palabras de Diana al mostrar su mano. El oponente tenía un trío de reyes, pero eso no es suficiente. Diana había conseguido dos ases en su mano final.

El hombre se levantó cabizbajo. Y, con un golpe en la mesa, sacó una pistola y apuntó directamente a Diana. El crupier se escabulló con rapidez inigualable.

Susana dio un salto de su asiento. Estaba aterrada. Nunca habría imaginado tal situación. El hombre que estaba a su lado se levantó pesadamente, pero no parecía dispuesto a hacer nada al respecto.

- No me gusta perder, ¿sabes? Y menos contra zorras de instituto como tú.
- Dispara.

Diana simplemente contestó con eso. ¿Acaso no tenía aprecio por su vida?

- Una niña como tú no sabe lo que dice hasta que recibe su castigo.
- Dispara ya.

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