Esta no es una historia cualquiera. Este es un descubrimiento. Una de las personas que más me ha sorprendido en mi vida.
Cuando la vi por primera vez, no entendía el idioma que
hablaba. Era también la primera vez que entraba en aquel lugar, así que
estaba un poco perdido. La decoración tan clásica, que parecía sacada de
la antigua Grecia, era manejada con tanta soltura por esa chica que se
asemejaba al movimiento de las olas del mar. Y ella controlando dicho
movimiento como si fuese la directa descendiente de Poseidón, dios de
los mares.
No me podía esperar que alguien que ha vivido tantas aventuras estuviese encerrada en un lugar como este.
Más tarde, lo comprendí.
Un tesorero es el que tiene como deber custodiar las
reliquias de una catedral o algo similar. Sería una desgracia si dichas
reliquias desaparecieran.
En eso consistía el trabajo de esta chica: Proteger, cuidar
y defender ese lugar de aquellos que no lo visitan con buenas
intenciones. Pero este lugar no era una catedral ni contenía reliquias
como tal.
Cada segundo que pasaba dentro del edificio, notaba cómo se
ampliaba mi entendimiento. Podía empezar a entender lo que ella
canturreaba en voz baja mientras colocaba los libros con sumo cuidado.
Entonces me armé de valor e intenté entrevistarla para que me contase
sus aventuras, hazañas y episodios vividos.
Yo estaba fascinado con las historias que me contaba en sus
ratos libres cuando iba a visitarla. Historias sobre ciudades de papel,
donde el nombre del viento era un tema divergente para sus habitantes;
bosques donde los árboles cantan bajo la misma estrella en la noche más
oscura; los felices sueños que tenía, viendo mil soles espléndidos en el
lugar donde aprenden a volar las gaviotas...
Podía imaginar a los personajes como si los tuviese justo
delante, como la historia de aquel corredor del laberinto que encontró
la piedra filosofal en un cáliz de fuego.
De vez en cuando, recitaba la selección suya de rimas y
leyendas que fue recopilando en su cámara secreta durante su estadía en
esta biblioteca.
Me puso los pelos de punta con la historia en la que todas
las hadas del reino componían canciones para Paula, una mujer de la
orden del pájaro de fuego que fue prisionera injustamente por pertenecer
a la resistencia contra el rey.
Y muchos relatos cortos, como el de la persona normal que
cayó por accidente en las reliquias de la muerte o los adivinos que
resolvieron el misterio del príncipe.
Pasaron muchos días entre historias. Hasta que pregunté:
- ¿Cómo has acabado aquí, si has vivido tantas experiencias?
- Porque todas esas experiencias las he vivido aquí.
- Porque todas esas experiencias las he vivido aquí.
Por supuesto. Ella me estaba contando las historias de los
libros que se encontraban en la biblioteca. Continuó hablando tras una
pausa.
- Me enseñaron que un libro no acaba cuando el escritor
pone el punto y final, sino cuando el lector lee la última palabra. Así
cada uno ha leído su versión de la misma historia.
Nunca tuvo tanta razón la escritora que nos dijo esas
palabras. En realidad, la vida es como un libro. Terminas de escribirla
cuando llega el momento de tu muerte, pero los demás pueden recordarla
más allá del final. Todos de manera distinta. Esa es la conexión mágica
entre personas y libros.
Yo perdí el amor a los libros sin quererlo. Ahora, parece que lo estoy recuperando gracias a "La Tesorera Literaria".
(Muchísimas gracias a Ana Alcolea por esa gran frase sobre
el final de los libros y a "La Tesorera Literaria" por recordármelas y
darme fuerzas para volver a leer. Espero que os haya gustado este
montaje de títulos de libros que he disfrutado mucho haciendo en tributo
a Luisa. Os dejo su canal de youtube y su twitter aquí, porque se
merece un poco de publicidad por mi parte.)
Youtube: https://www.youtube.com/channel/UC3snbg3TRLR_gDfjYtHAI7A
Twitter: @tesoreralit
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