domingo, 26 de julio de 2015

Unas historias de biblioteca (Tributo a La tesorera Literaria)

Esta no es una historia cualquiera. Este es un descubrimiento. Una de las personas que más me ha sorprendido en mi vida.
Cuando la vi por primera vez, no entendía el idioma que hablaba. Era también la primera vez que entraba en aquel lugar, así que estaba un poco perdido. La decoración tan clásica, que parecía sacada de la antigua Grecia, era manejada con tanta soltura por esa chica que se asemejaba al movimiento de las olas del mar. Y ella controlando dicho movimiento como si fuese la directa descendiente de Poseidón, dios de los mares.
No me podía esperar que alguien que ha vivido tantas aventuras estuviese encerrada en un lugar como este.
Más tarde, lo comprendí.
Un tesorero es el que tiene como deber custodiar las reliquias de una catedral o algo similar. Sería una desgracia si dichas reliquias desaparecieran.
En eso consistía el trabajo de esta chica: Proteger, cuidar y defender ese lugar de aquellos que no lo visitan con buenas intenciones. Pero este lugar no era una catedral ni contenía reliquias como tal.
Cada segundo que pasaba dentro del edificio, notaba cómo se ampliaba mi entendimiento. Podía empezar a entender lo que ella canturreaba en voz baja mientras colocaba los libros con sumo cuidado. Entonces me armé de valor e intenté entrevistarla para que me contase sus aventuras, hazañas y episodios vividos.
Yo estaba fascinado con las historias que me contaba en sus ratos libres cuando iba a visitarla. Historias sobre ciudades de papel, donde el nombre del viento era un tema divergente para sus habitantes; bosques donde los árboles cantan bajo la misma estrella en la noche más oscura; los felices sueños que tenía, viendo mil soles espléndidos en el lugar donde aprenden a volar las gaviotas...
Podía imaginar a los personajes como si los tuviese justo delante, como la historia de aquel corredor del laberinto que encontró la piedra filosofal en un cáliz de fuego.
De vez en cuando, recitaba la selección suya de rimas y leyendas que fue recopilando en su cámara secreta durante su estadía en esta biblioteca.
Me puso los pelos de punta con la historia en la que todas las hadas del reino componían canciones para Paula, una mujer de la orden del pájaro de fuego que fue prisionera injustamente por pertenecer a la resistencia contra el rey.
Y muchos relatos cortos, como el de la persona normal que cayó por accidente en las reliquias de la muerte o los adivinos que resolvieron el misterio del príncipe.
Pasaron muchos días entre historias. Hasta que pregunté:
- ¿Cómo has acabado aquí, si has vivido tantas experiencias?
- Porque todas esas experiencias las he vivido aquí.
Por supuesto. Ella me estaba contando las historias de los libros que se encontraban en la biblioteca. Continuó hablando tras una pausa.
- Me enseñaron que un libro no acaba cuando el escritor pone el punto y final, sino cuando el lector lee la última palabra. Así cada uno ha leído su versión de la misma historia.
Nunca tuvo tanta razón la escritora que nos dijo esas palabras. En realidad, la vida es como un libro. Terminas de escribirla cuando llega el momento de tu muerte, pero los demás pueden recordarla más allá del final. Todos de manera distinta. Esa es la conexión mágica entre personas y libros.
Yo perdí el amor a los libros sin quererlo. Ahora, parece que lo estoy recuperando gracias a "La Tesorera Literaria".
(Muchísimas gracias a Ana Alcolea por esa gran frase sobre el final de los libros y a "La Tesorera Literaria" por recordármelas y darme fuerzas para volver a leer. Espero que os haya gustado este montaje de títulos de libros que he disfrutado mucho haciendo en tributo a Luisa. Os dejo su canal de youtube y su twitter aquí, porque se merece un poco de publicidad por mi parte.)
Youtube: https://www.youtube.com/channel/UC3snbg3TRLR_gDfjYtHAI7A
Twitter: @tesoreralit

domingo, 19 de julio de 2015

No siempre existen buenas historias Parte 3/3: Pareja de vidas

- ¡¡NO!!

Susana salió de la sala gritando eso. El hombre de la barba miró hacia ella un instante. La pistola temblaba.

- ¡Puedo hacer cualquier cosa por usted, pero no dispare!

"Eres tonta, Susana."

Eso pensó Diana en cuanto dijo esas palabras.

- Suena tentador el trato.

El hombre barbudo se acercaba peligrosamente a Susana. Fue en ese entonces cuando se abrió la puerta del salón de un portazo.

- ¡Esto es la leche! ¡Cómo se lo monta esta gente!
- ¡Ostias, una mesa de póquer profesional!
- Oye, esa no es...

El hombre armado se gira a ver el panorama. Un grupo de jóvenes habían entrado como si nada. En ese momento, el hombre desconocido apareció en escena armado con una silla y golpeó fuertemente la cabeza del hombre barbudo. Quedó inconsciente al momento.

Susana estaba en shock. Diana continuaba levantada junto a su asiento de la mesa. Los jóvenes estaban alucinando.

- ¡Esta es la chica que nos encontramos en el centro, tío!
- ¡No jodas! ¡Es verdad!
- Pero tiene más...
- Calla - Ordenó Diana al joven, interrumpiendo su frase.

- Chavales, llamad a una ambulancia. Este hombre no se encuentra bien.

Ese día fue movido. Diana pudo calmar a Susana del susto, pero el interrogatorio fue exhaustivo por parte de la policía. El paradero del hombre desconocido es ahora aún más desconocido.

Marcus fue rescatado por la misma policía, que fue alertada del secuestro un par de días antes de la partida de póquer. Así que el dinero que habían ganado las jóvenes no tuvo utilidad hasta varios días más tarde.

El borde de una pequeña fuente de piedra era el lugar donde se reunían las dos para hablar de las cosas importantes o privadas. El agua caía lentamente de una plataforma a otra más baja, creando un sonido continuo y relajante. Susana empezó la conversación.

- ¿Qué hacemos ahora con el dinero? Marcus ya está bien, así que lo que hemos hecho no ha servido para abolutamente nada.
- Mejor nos lo guardamos, ¿no? Ya que hemos sufrido para conseguirlo, no lo vamos a tirar.
- ¡Es muchísimo!

Diana suspiró.

- Oye, Diana... Tengo una pregunta que hacerte desde hace un tiempo...
- ¿Sí?
- ¿Cómo hiciste para parecer tan... Profesional en la partida?
- Te diste cuenta, ¿verdad?

Susana asintió. Diana bajó la mirada y volvió a mirar a su amiga.

- Yo te dije que mi madre estaba loca, ¿verdad?
- S-Sí... - Respondió Susana, cuya expresión se tornó bastante sombría.
- Pero no te dije sobre mi padre.
- Tampoco quise preguntarte.
- Pues... Mi padre murió en un casino. En el tiroteo de hace siete años.
- Oh... Lo siento.
- Eso no es lo que tienes que decir, Susana.
- ¿Eh?
- Tú no tienes que decir "lo siento". No es tu culpa que haya tenido que morir.

Tras una breve pausa para pensar, Susana cambió su línea.

- Esas cosas pasan.
- Así me gusta más.
- ¡Eres fría como el hielo!
- Si no fuese así, dudo que hubiera podido aguantar perder a mis padres de esta manera.
- Debe de haber sido duro para tí...
- Me sentía sola. Como si todo el mundo caminara a mucha velocidad y yo no pudiera siquiera dar un paso, viendo todo pasar a mi alrededor. Pero entonces estabas tú ahí.
- ¿Yo?
- No te lo he dicho, pero... Tú me diste las fuerzas para seguir viviendo.
- Estás exagerando, Diana.
- No, esta vez lo digo muy en serio. Estuve viviendo por inercia el par de meses antes de conocerte. Ya había pensado en el suicidio.
- De verdad estás tan loca como tu madre.

Susana rió después de su comentario.

- No me esperaba esa reacción tuya.
- Es normal. Parece que has heredado todo de tus padres. Es gracioso.
- No entiendo por qué es gracioso.
- Déjalo. Juegas muy bien al póquer, ¿no?

Susana tenía parte de razón tras cambiar de tema. Diana se había involucrado en el mundo de los juegos de azar, como su padre.

- Aprendí de mi padre, seguro.
- Es raro que un padre le enseñe a su hija a jugar al póquer.
- No me enseñó. Simplemente yo soy mejor que él.
- ¿Hablas en serio?
- He ganado algunos torneos profesionales, Susana.
- No te creo.
- Pues lo he demostrado, ¿no?

Ambas rieron. Lo que había sido un día tenso, se convirtió en objeto de burla para las dos.

- Me pregunto dónde estará aquel hombre que nos ayudó.
- Graham está en Inglaterra. Lo conozco y siempre vuelve allí.
- ¿Lo conocías?
- Exacto. Es lo que tiene llevar una doble vida, que conoces a mucha gente.
- Yo creo que llevas más de dos vidas. ¡Deja de esconder tantos secretos!
- Si tú supieras mis secretos, te quedarías de piedra. Así que mejor no te los digo.

Acabaron riendo por cualquier comentario que hicieron después de una charla que no pudo ser seria, pese a que el tema lo merecía.

domingo, 12 de julio de 2015

No siempre existen buenas historias Parte 2/3: Ases en la manga

Diana terminó de cambiarse. Iba muy elegante para ser una chica joven. Un vestido largo violeta que parecía brillar ante la escasa iluminación cubría la mayor parte de su cuerpo. Zapatos de tacón negros hacían parecer bastante más alta a la estudiante. Su apariencia en general no la hacían parecer una estudiante en absoluto.

- ¿En serio te has puesto relleno? - susurró Susana.

Sin respuesta por parte de Diana. Ella estaba tan concentrada que no iba a hablar ni con su mejor amiga. Susana seguía muy nerviosa, y no podía evitar pensar en Marcus, su hermano pequeño secuestrado.

"Susanita, recuerda seguirle el rollo a lo que sea que haga Diana. Te lo ha repetido varias veces. No la cagues ahora."

Ella tenía que recordárselo a sí misma cada cierto tiempo. Cada segundo que pasaba ella en ese salón se hacía eterno. Sin embargo, Diana no parecía tan fuera de lugar como Susana. Eso la llevó a pensar: "Diana es mi mejor amiga y me lo cuenta todo, pero... ¿Cómo lo hará para estar tan metida en el papel?"

La hora acordada llegó. Todos los jugadores se sentaron alrededor de la gran mesa. Los acompañantes y representantes tienen un televisor donde pueden ver la mesa desde arriba. Las fichas estaban repartidas y el crupier estaba listo. Todos estaban listos para la partida.

Dos cartas en las manos de cada jugador. Tres sobre la mesa. Montones de fichas de diferentes colores perfectamente apiladas cercanas a cada jugador. Eran seis participantes en total. Todos ellos con la típica expresión de "cara de póquer".

Apuestas que iban y venían. Susana tenía escalofríos cada vez que Diana subía una apuesta. Sin embargo, las cosas parecían ir bastante bien. Uno de los otros jugadores acabó en quiebra y tuvo que irse del lugar. Ya quedaban cinco.

"No puedo creerme que el destino de mi hermano esté en la suerte."

Eso estaba pensando Susana cuando otro jugador, cuyas fichas escaseaban, decidió retirarse resignado.

"Una posibilidad entre cuatro..."

- All in.

Los ojos de Susana se abrieron como platos al ver que uno de los jugadores apostaba todo su montón de fichas. Movía su pierna derecha nerviosamente esperando que Diana hiciera su decisión.

Ella siguió el juego y también apostó todo su caudal. Susana casi maldice en voz alta a su amiga.

"Más te vale que sepas lo que haces, hija de..."

Ni siquiera tuvo tiempo de terminar sus pensamientos. La mano de Diana era la ganadora esa ronda. El jugador derrotado fue a la sala de la pantalla y se sentó junto a Susana, aliviada por un lado y alerta por otro. Un desconocido estaba cerca de ella.

- Dile a tu amiga cuando termine que la felicito.
- V-Vale... - Tartamudeó Susana.

No dijo una palabra más en toda la partida. Un hombre educado.

Volviendo a la sala de la partida, estaba cada vez más reñida. Los tres participantes no querían perder de ninguna manera. Inesperadamente, el jugador que llevaba sombrero decidió retirarse de la partida. Probablemente ya tenía las ganancias suficientes. Este directamente se fue del lugar.

Uno contra uno. Diana contra el hombre de la barba descuidada. Él no podía ocultar su sonrisa ante esa situación. Pensaba que podría desconcertar a una chica con suerte.

Pero de algún modo, las cartas decidieron.

Cuatro cartas en la mesa. El siete de tréboles, el as de diamantes, el rey de picas y el seis de picas. En la ronda de apuestas Diana pronunció las palabras mágicas. La última ronda.

- All in.

El hombre sentado al lado de Susana levantó una ceja y se recolocó en su asiento. Ella estaba más nerviosa que nunca. Podía escuchar los latidos de su corazón como si fuesen una traca final de fuegos artificiales. Respiraba con dificultad.

- Niña, veo que estás muy confiada - le dijo a Diana su oponente - Así que aquí termina todo.

La apuesta final. Todo el botín que quedaba en la mesa. Solo puede ganar uno. La quinta carta es el as de picas.

Al mostrar sus cartas, el hombre no podía salir de su asombro.

- Póquer de ases.

Esas fueron las secas palabras de Diana al mostrar su mano. El oponente tenía un trío de reyes, pero eso no es suficiente. Diana había conseguido dos ases en su mano final.

El hombre se levantó cabizbajo. Y, con un golpe en la mesa, sacó una pistola y apuntó directamente a Diana. El crupier se escabulló con rapidez inigualable.

Susana dio un salto de su asiento. Estaba aterrada. Nunca habría imaginado tal situación. El hombre que estaba a su lado se levantó pesadamente, pero no parecía dispuesto a hacer nada al respecto.

- No me gusta perder, ¿sabes? Y menos contra zorras de instituto como tú.
- Dispara.

Diana simplemente contestó con eso. ¿Acaso no tenía aprecio por su vida?

- Una niña como tú no sabe lo que dice hasta que recibe su castigo.
- Dispara ya.

domingo, 5 de julio de 2015

No siempre existen buenas historias Parte 1/3: Cara de póquer

(Bienvenidos a una historieta que, más que centrarme en lo interesante, he estado practicando un poco de descripciones de situación. Espero que aún así os guste. Yo, por lo menos, me he sorprendido gratamente con mi poder de descripción, que ya veo mejor que antes.)


Parada en medio de la acera. Las calles estaban rebosantes de gente ocupada de sus asuntos urgentes, como es de esperar en un ambiente ajetreado del centro de la ciudad. El sonido característico de las personas hablando entre ellas y los coches desesperados por los constantes embotellamientos llenaba toda la calle.

Aunque a los ojos de los transeúntes no pareciera extraño, la única persona en la calle que no hacía movimiento alguno era aquella chica. Desentonaba con todo el ambiente urbano del momento.

Iba vestida con el uniforme escolar, que consistía en un polo verde oscuro, una falda con una tonalidad más clara de verde y un par de manoletinas negras bastante cerradas que contrastan con los calcetines blancos. Gran parte de su cara la tapaba el flequillo de su cabello color castaño oscuro. Sus ojos eran azules marinos, lo que daba mucha profundidad y oscuridad a su mirada. Esa podría ser la razón por la que su pelo largo tapa su ojo derecho.

Un hombre distraído que miraba su teléfono móvil mientras caminaba choca accidentalmente con la chica, antes inmóvil. Ambos se tambalean un poco, pero el hombre continúa su camino. A Diana (que ese es el nombre de la chica) le tomó unos segundos volver a su posición original, totalmente inmóvil.

Un grupo de jóvenes empezaron a comentar sobre ella. Y no eran comentarios muy positivos, en ningún caso. Uno de ellos se acerca.

"Oye, ¿qué haces ahí parada? ¿Tu novio te ha dado plantón?"

Diana sólo movió ligeramente sus labios. Su mirada era sumamente inexpresiva. No contestó.

"¿Hablas mi idioma? ¡Contesta! ¡Dime algo!"

La chica volvió a hacer el mismo gesto, seguido de un suspiro y un cambio. Ahora se mordió el labio inferior. El joven, al no encontrar respuesta, agarró la muñeca derecha de Diana. Repentinamente y con una destreza sorprendente, ella pudo hacer que la espalda del joven cayera fuertemente contra el pavimento. Este gesto fue seguido de una sola palabra: "Pervertido"

El chico, dolorido fuertemente en su espalda, se levantó con ayuda de sus compañeros. Fue una escena que solo atrajo a unos pocos curiosos, pues no es nada extraño ver peleas de pareja por la calle. Sus amigos no estaban muy contentos con lo que acababa de pasar. Sin embargo, intentaron continuar con su broma.

"Pero, ¿qué pasa contigo? ¿Tanto te ha molestado?"

Otra vez sin respuesta. Los adultos con menos ajetreo empiezan a unirse al espectáculo, formando poco a poco una especie de círculo alrededor de la chica y los jóvenes.

"Niña, ¿tú quieres que nos enfademos contigo? ¡Habla de una vez como una persona!"

Diana no responde. Únicamente ladea levemente la cabeza hacia la derecha y frunce el ceño. Los jóvenes se estaban dando cuenta del espectáculo que estaban dando en medio de la calle, así que decidieron retirarse. El herido pidió disculpas y se marchó con su pandilla.

Nadie más dirigió una palabra a Diana. Los espectadores simplemente siguieron con sus planes.

Allí estaba ella. Su poisición era casi invariable durante largos minutos, hasta que finalmente llegó quien ella esperaba.

"¿Diana?"

Ella se giró para ver a la chica que la había llamado.

"Venga, vámonos ya, que no soporto el centro."

Diana no dijo ni una palabra. Un tímido gesto para saludar con la mano a su compañera fue su única comunicación con ella.

Una vez alejadas del bullicio, entraron en un callejón sin salida donde solo había un contenedor y una puerta blanca que contrastaba con la fachada roja ladrillo. Diana llamó suavemente al timbre y ambas entraron a través de la puerta que chirrió al abrirse y al cerrarse.

Se respiraba humo y tensión en ese lugar. Una gran mesa estaba preparada para una partida de cartas. Casi todos los participantes ya habían llegado.

Resultó desconcertante para algunos que una chica estudiante se presentase a una partida de este tipo. La mayor parte de los jugadores eran hombres de edad, comparados con ella.

Diana estuvo el menor tiempo posible en la zona de juego. Fue primero al baño a cambiarse de ropa. Su compañera la tenía preparada.

Susana era la mejor amiga de Diana. Ella no iba vestida de uniforme, sino más casual. Una camiseta gris de mangas largas y pantalones vaqueros eran su atuendo. Ella estaba intentando disimular su nerviosismo, pero no podía. Estaba muy asustada al encontrarse en el lugar que podría cambiar las vidas de las dos amigas. Recuerdos vienen a su mente mientras el cambio de ropa de Diana parece que tarda más de lo esperado.

...

- ¿Estás loca? No voy a hacer eso.
- La que voy a jugar soy yo...
- No, Diana. Necesitamos el dinero, ¡pero no podemos arriesgarnos de esa manera! ¿Has perdido el juicio?
- ¿De verdad quieres a Marcus de vuelta?

Susana calló al escuchar ese nombre.

- Pues ya sabes. Vamos a ir a esa partida y voy a ganar.
- ¿Y si no lo consigues, Diana? ¿Qué pasará?
- No volveremos a ver a Marcus.
- ¿Crees que allí te dejarán salir como si nada?
- Habrá que correr el riesgo. Es todo o nada.
- Maldigo el día en que me metí en este lío.
- Es lo que tiene. Si no te hubieras tirado al traficante...
- ¡No me lo recuerdes más! Sé que es mi culpa, ¡pero no puedo retroceder en el tiempo!
- Recuerda que lo estoy haciendo por ti. Si algo sale mal, yo seré la primera en defenderte.
- ¿Por qué, Diana? Yo solo...
- ¿Darme problemas? Estoy acostumbrada a ellos. Déjame a mí ocuparme de la partida. Límpiate los ojos, que te caen lágrimas.

...

jueves, 2 de julio de 2015

Opiniones del verano: AnoHana

(Bienvenidos a una serie de subidas esporádicas y sin día fijo durante el verano. Me gusta escribir algunas de mis opiniones sobre las series que veo, así que las voy a dejar aquí.)

"Ano Hi Mita Mada no Namae o Boku-tachi wa Mada Shiranai" (a.k.a: AnoHana) es el primer anime que he visto este verano. Lo he terminado el 2 de julio de 2015. Esta opinión no contiene spoilers, porque me voy a esmerar en opinar sin hacerlos. Y como esta es una opinión, es totalmente subjetiva y puede haber diferencia de opiniones. No soy experto en anime, pero cada uno puede escribir lo que opine de cualquier arte, lo entienda o no.

Todo tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, incluidas mis consideradas obras maestras, así que, sin alargarlo más, comienzo.

AnoHana es una historia muy emotiva, ya que Menma es un personaje al que probablemente vas a cogerle cariño tarde o temprano.

El protagonista es un poco una de las fallas, porque a mi parecer, no está lo suficientemente trabajado o es muy complicado. Opino que lo podrían haber hecho un poco mejor, pero eso no influye demasiado.

El resto del grupo, los sub-protagonistas, sí que son personajes muy bien definidos. Cada uno con su historia personal y punto de vista diferente, y eso siempre es un punto a favor.

Por lo general, me ha gustado bastante. Aún tendría que escalar muchos puestos en mi ranking, pero el final de AnoHana es un MUY buen final. Es lo que hace que la serie tenga las opiniones que tiene. Este final puede hacer llorar fácilmente, no lo dudo. Ese nudo en la garganta que te da cuando estás angustiado fue la sensación que tuve en ese final. Sin embargo, no fue suficiente para que cayeran mis lágrimas.

Con esto no estoy diciendo que no sea lo suficientemente emotiva, porque la historia es muy emotiva y está muy bien entrelazada con todos los personajes. Verdaderamente, pese a sus toques exagerados, AnoHana se gana un puestecillo en mi rincón de animes buenos.

Mi nota final: (7,6/10)