Un atardecer de primavera se veía desde el balcón de barandillas rojas. La brisa acariciaba el cabello castaño de Carmen, que observaba el paisaje mientras estaba pensativa.
"¿Por qué me siento así?" Pensaba continuamente. Había conocido la noche anterior a un tahúr que llamó su atención. Él entregó a Carmen una carta de la baraja: El as de corazones, diciéndole que la guardase bien, porque así la suerte la acompañaría. Carmen no la guardó por superstición, sino por un sentimiento que la impedía deshacerse de la carta. La miraba una y otra vez para luego volver a contemplar el atardecer, como si fuese un ciclo. De vez en cuando cerraba los ojos e, involuntariamente, suspiraba. En uno de esos suspiros, se dio cuenta de que la carta que tenía en la mano ya no era el as de corazones, sino el dos de corazones. Carmen abrió los ojos sorprendida, y miró a su espalda.
Allí estaba él. Don Carlos, el tahúr.
- ¿Qué haces aquí? ¡Te podrían haber visto! - Reprochó Carmen al recién llegado.
- Que me vean no es un problema. Si estoy contigo, el riesgo vale la pena.
- ¿Cómo me has encontrado?
- Tus suspiros vinieron hasta mí. Junto con la carta que tienes en la mano.
Carmen se sonrojó un poco y bajó la mirada. Carlos estaba enfrente y ella no podía decirle lo que sentía. Él se acercó y puso su mano derecha en la barandilla.
- Bonitas vistas - Comentó él.
Carmen callaba. No podía articular palabra teniéndolo tan cerca.
- ¿En qué estás pensando? - Insistió Carlos.
Carmen dio un paso hacia atrás, muy nerviosa. Entrelazó sus dedos, tragó saliva y consiguió contestar.
- En... Nada - Dijo Carmen con un hilo de voz.
- Estás distraída. Si no, te habrías dado cuenta de que la flor que tengo en mi mano es la que estaba adornando tu ropa.
Así era. Carmen miró con sorpresa que la amapola de su vestido había desaparecido. Estaba muy avergonzada en esa situación. Carlos se había dado cuenta.
- Mira tu carta de nuevo, por favor.
- La... ¿La reina de corazones? - Contestó ella.
- Ahora, déjame probar una cosa.
Carlos se acercó a Carmen y enseñó una carta: El rey de corazones. La puso encima de la carta de la mujer e hizo que ella sujetase las dos cartas. Tras esto, los dos se miraron fijamente a los ojos. Carmen no tardó en bajar la vista y ver que ahora sólo sostenía una carta.
- El dos de corazones otra vez...
- Parece que estamos destinados a estar juntos, como reina y rey de corazones. Sólo dos corazones.
Carmen tiró la carta al suelo y se lanzó a besar a Carlos. Un beso apasionado que liberó a ambos enamorados de las presiones que sentían. Un momento que no olvidaría ninguno de los dos. Un beso al atardecer que cambió el transcurso del tiempo, detenido unos segundos.
Cuando sus labios se separaron, Carmen escuchó una voz familiar.
- ¿Todavía estás aquí? Entra, que empieza a hacer frío.
Abrió los ojos muy asustada, pero Carlos ya no estaba allí. Había desaparecido en un abrir y cerrar de ojos. Si su hermana se enteraba, sería cuestión de tiempo que su madre se enterase. Por fortuna, no fue así.
Antes de irse, bajó la mirada para buscar la carta que había tirado al suelo. No estaba allí. Estaba en su habitación, firmada por el mismo Don Carlos. Carmen la cogió y, nuevamente, suspiró.
(Trucos de cartas, simbolismo de corazones y el amor. Eso es lo que he intentado tematizar. Aunque no sepa hacer trucos de cartas, ni escribir coherentemente a veces, ni haber amado todavía, creo que puedo imaginarme algo muy coherente.
Muchas gracias a HDSoundI en Youtube, que es quien inspira a muchos escritores y poetas a escribir con su música. Es cierto que si tienes el tema en lo que escuchas, escribir se hace mucho más fácil. Os dejo aquí el link al vídeo que inspiró esta historia.
https://youtu.be/o4GoeshPlIA
¡Disfrutadlo, lectores!)
No hay comentarios:
Publicar un comentario