- Nevan, para qué me estás llevando a Cheastone? El tren llegará en veinte minutos, tienes tiempo para contármelo.
- Vamos a visitar a mi padre. Creo que podrá ayudarnos con el asunto del tipo ese sospechoso.
- Tu padre? Nunca me habías hablado de él. Creía que eras huérfana. - Dijo Paulina.
- Lo era hasta que me adoptó.
- Él solo? No tenía mujer?
- Tenía, pero murió antes de que me conocieran.
- Vaya... Lo siento.
- Por qué? Él no está delante y no le deprime que le hablen sobre eso. Sé la historia porque yo misma la pregunté. - Tranquilizó Nevan a Pau.
- Ah. Entonces si tú lo dices...
- Es un viejo, te aviso. A veces no hay que hacerle mucho caso.
- Si me dices esas cosas sobre tu padre...
- Venga, va. No es mala gente. Seguro que nos podrá ayudar.
- Cuántos años tiene?
- Sesenta y ocho.
- 68 años!? Puede aún caminar bien?
- Ya lo verás. Seguro que te ganaría en una carrera. No es alguien normal.
- Claaro, como tú no eres normal, tu padre tampoco. Es un demonio? - Preguntó Paulina, entre asustada y en broma.
- No, no. Ya lo verás. Seguro que quedas sorprendida. Sigamos esperando al tren, pues.
El tren llegó a su hora, cosa poco sorprendente en Aland y menos aún en Meril, su capital. No hubo ningún contratiempo en el viaje por ferrocarril, así que llegaron a Cheastone, un pueblo de interior. No tardaron en llegar a la casa de Edward Yolag, el padre de Nevan.
- Papáaa!! Abre la puerta! Soy Nevan!
- Tienes que gritar? No basta con llamar a la puerta? - Preguntó Pau, poco acostumbrada a esas costumbres.
- No basta. Si no me reconocen, mi padre no me va a abrir.
La puerta de madera se abrió con un leve crujido. Apareció un hombre mayor apoyado en un bastón de empuñadura blanca.
"Edward Yolag. 68 años. Varón. Pelo bastante corto y blanco por la edad. Sus ojos se debatían entre un color verdoso y marrón. Estaba bastante delgado para vivir en el campo y su físico dejaba mucho que desear. Caminaba muy encorvado, pero no parecía una mala persona, como dijo Nevan. Simplemente le rodea un aura extraña, como si estuviese guardándose un as en la manga."
- Nevan! Cuánto tiempo! Me alegra saber que estás bien.
- Sí, la verdad es que hace bastante que no vengo de visita...
- No me la vas a presentar? - Preguntó el viejo.
- Ah, sí! Ella es Paulina, mi compañera de piso.
- Encantada - Saludó Paulina.
- Yo soy Edward Yolag. Gusto en conocerte. - Dijo dándole la mano - Sin duda tienes buenas manos. Trabajas con ellas, verdad?
- Eh... Sí, soy camarera...
- Papá! Deja de interrogar, que te pones muy pesado. - Interrumpió Nevan.
- Vale, vale. Si tienes razón. Pasad, no tengáis miedo. La casa está limpia y el sofá es de los mejores del lugar.
Ambas entraron y tomaron asiento. Paulina comprendió lo que Nevan le contó sobre Edward. Un viejo extraño, sin duda alguna, pero se le nota en la cara el hecho de que no haría daño a nadie.
- Bueno, dos jóvenes en casa de un viejales. Por qué habéis venido? - Preguntó Edward.
- Ah, sí. Vinimos porque vive cerca nuestra un sujeto muy sospechoso. - Dijo Nevan.
- Sospechoso?
- Sí. Tiene armas y mapas marcados por su casa. Parece un asesino. - Continuó Nevan.
- Además, consiguió mi número de teléfono sin yo decírselo. - Finalizó Paulina
- Entonces pueden ser dos cosas... - Decía pensativo Edward - O te está espiando, o ya te conoce y tú no lo sabes.
- No entiendo la segunda. - Dijo extrañada Paulina.
- Simplemente, es posible que ya te conozca pero tú no lo conozcas a él. Por algún conocido o algo.
- Cómo has llegado a esa conclusión? - Preguntó Pau.
- Por lo que me has dicho del móvil. Creo que te has encontrado con... No me acuerdo de su nombre...
Tras unos momentos pensativo, llamaron a la puerta. Edward fue a abrir rápidamente.
- Hola, Edward. Tienes alguna baya de uva, de las de ayer?
- Hmm... Voy a mirar. Es que tengo visita, sabes? Mi hija y una amiga suya han venido al pueblo.
- En serio? Nunca había visto a tu hija en persona. Puedo?
- Claro. Pasa, pasa.
"Gerald Paul es el joven que entró por la puerta. 17 años. Varón. Pelo castaño corto y ligeramente rizado. Es de baja estatura y, por ende, de poco tamaño. No parece tener más de 15. Sin embargo, Gerald y su delgada figura guardan un secreto. Un secreto sobre la naturaleza que conoceremos más adelante."
- Se llamaba Frank? - Dijo Paulina contestando a la pregunta que Edward tenía pendiente.
- Sí! Frank Dogs! Ese era su nombre. Entonces no hay duda.
- Frank? En serio lo han encontrado? - Preguntó Gerald
- Parece que sí. Vamos a ir a Meril a hacerle una visita, no? Supongo que se alegrará un poco de vernos. - Dijo ilusionado Edward.
- Venga, seguro que así desconectará un poco de su investigación. - Gerald estuvo de acuerdo.
Terminada esa frase, comenzaron los pequeños preparativos entre los cuatro. Durante los mismos, dos llamadas de teléfono tuvieron lugar. La primera, fue a Paulina. Frank Dogs la llamaba.
- Hola, Paulina, qué tal?
- Ah, bien. Frank, verdad?
- Sí. Ahora mismo necesito tu ayuda en una cosa. Puedes venir?
- Eh... Estoy en...el pueblo. - Decía Pau, intentando no revelar su posición.
- Ah, vale. Cuándo podrás estar en Meril otra vez?
- Mañana estoy en casa otra vez. De eso no hay duda.
- Perfecto. Aquí te espero. Hasta mañana, guapa.
- Hasta mañana... (Guapa? Por qué me trata así si sólo nos hemos visto una vez?)
La segunda llamada fue a Edward.
- Sí? Quién me habla?
- Edward, podrías acercarte unos días a Seraz?
- Precisamente estaba preparándome para ir a Meril. Iré después, queda de camino.
- Estupendo. Es que necesito un poco de ayuda...
- No hay problema, Zero. Llegaremos en un par de días. Vas a tener ayudantes de sobra.
- Gracias, de verdad. Te espero. No hay prisa, eh?
- Venga, hasta luego.
- Adiós.
Hasta aquí este episodio. Quién será Zero? Por qué Frank conocía a Paulina si ella no conocía a Edward? Bueno, esas son preguntas que igual no se responden en el próximo capítulo, pero... No conviene perderse ninguno cada sábado... O domingo. Si se acumulan los episodios, da pereza verlos, así que mantenedlos al día y así podréis verlos más relajados! Hasta la próxima semana!
No hay comentarios:
Publicar un comentario