- Bien! Ya está atardeciendo. Comencemos el ritual. - Ordenó el monje mandatario.
- Sois unos... - Intentó decir Bart, pero no tenía palabras para terminar la frase.
- Adelante! Traedla!
Aparecieron tres monjes, llevando un gran tronco. Nevan estaba atada a eso, inconsciente todavía. Enterraron el pie del tronco en un surco previamente hecho para el rito. Todos estaban sintiendo una gran sensación de impotencia al ver a su compañera, la que Edward consideraba como hija y que ellos no podían proteger. Bart tiraba con fuerza de sus ataduras, Gerald evitaba mirar, Liza casi lloraba y Edgar se sentía mal viendo así a ambas mujeres.
- Podemos comenzar! Tienes tu última oportunidad, criatura del diablo, de ser perdonada! - Gritaba el monje.
- ...
- No es justo! Está inconsciente! - Replicó Liza.
Hicieron caso omiso a la voz de Liza. Sin embargo, el mandatario abrió sus ojos como platos, aunque no escuchara nada ni el grupo hubiera visto su rostro. Estuvo pálido durante unos instantes y después continuó.
En realidad, lo que había escuchado era la voz de Nevan.
- Ya ha anochecido y no hemos encendido la hoguera. Friedrick! Procede.
Un monje apareció con una antorcha encendida, dispuesto a prender fuego a Nevan. Friedrick también se detuvo frente al súcubo inconsciente. Este también se volvió pálido y cayó desmayado. Pero la antorcha al caer prendió la hoguera.
Sólo cuatro monjes se quedaron en vela, vigilando la escena. El resto fue a dormir. El caso fue el siguiente: Todos los durmientes tuvieron pesadillas. Pesadillas con Nevan. En realidad eran sueños eróticos, pues es la esencia de la mitología que trata los súcubos. Los monjes tenían este tipo de sueños y los reflejaban en criaturas con alas y cola demoníacas. Tal y como era Nevan transformada.
La hoguera seguía ardiendo. Edgar se durmió sin darse cuenta y Bart también. Liza no podía hacer otra cosa que observar tristemente el fuego. Ni un solo grito de dolor. Nada. Muerte de la noche al día. Te duermes, y no despiertas más. Muy triste.
Pero siempre hay un pero, en este caso un milagro. Nevan salió de aquella hoguera. Caminando tranquilamente. Apartando el fuego que la envolvía. Liza no podía creérselo, parecía que estaba soñando. Pero cuando el súcubo se acercó a Liza y susurró: "Ahora, ellos serán los que se arrepientan." Supo que no era ningún sueño. Sus ataduras fueron destrozadas por las manos de Nevan y las de todos los demás también. Los cinco ya despiertos, los monjes que se suponía iban a velar para que no ocurriese esto, dormidos y soñando con Nevan, fueron a la gran biblioteca de la ermita y se refugiaron allí. Todos escondidos, hablaron.
- Aún no sé cómo has conseguido escapar. - Se decía Bart.
- Pues porque a algo que viene del infierno no se le puede atacar con fuego. No sirve de nada! Ja, ja... - Rió Nevan.
- Y ahora qué vamos a hacer? - Preguntó Gerald.
- Pues darles un sustillo a todos los que pasen por la biblioteca. - Dijo Liza, riendo levemente.
- Venga, vamos al lío. - Terminó Bart, mientras se levantaba y empezaba a mover una estantería - Esto... Qué hay que hacer, exactamente?
Y entre esas risas termina este capítulo. Habrá más acción en China, tenedlo asegurado. El "Reto de la Gran Muralla" es duro y complicado. Más de un apuro van a tener.
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