Una vez en el refugio de las plantas, el grupo se preparó para moverse antes de que cayera la noche, pues estaba atardeciendo.
- Bueno, el oeste está hacia allí, así que vamos hacia el lado contrario y un poco al norte. - Se orientaba Lucas.
- Tengamos cuidado entonces. No sabemos qué nos puede saltar de entre la maleza - Advirtió Paulina.
- No será que tienes miedo, verdad? - Lucas ya volvía a meterse con Pau.
- Sssh! - Interrumpió Zero - Creo que he oído algo moverse.
En efecto, cuando los cuatro se dieron cuenta de que un tigre estaba justo detrás de ellos se asustaron terriblemente. Todos menos Lucas, que rápidamente cortó en cachitos al animal.
- Se lo merecía, por no avisar antes de entrar. - Reía Lucas.
- No te ha asustado? - Preguntó Edward.
- Claro, pero yo no me quedo como vosotros si me sorprenden. Si os pillan por sorpresa no podéis hacer nada. - Terminó explicando Lucas Tefd.
- Y si seguimos y no nos quedamos aquí parados? Igual si avanzamos un poco encontraremos un refugio para la noche, no? - Propuso Paulina sin esperar respuesta, pues ella ya estaba caminando hacia delante.
Pues así hicieron. Caminaron, descansaron de noche y cuando amaneció, había alguien cerca del grupo. El primero en despertarse fue Edward, que preparó su baraja para enfrentarse al enemigo en el caso de que fuera hostil, pero no era así.
- Qué hacéis vosotros aquí? - Habló el desconocido en lenguaje común.
- Tenemos que ir a la Gran Muralla China. Quién eres tú?
- Soy Mau "Rompecocos". De los "Feroces del este". No seréis de los estúpidos "Luchadores del oeste", verdad?
- No, no. Nosotros hemos venido en barco desde muy lejos. No sabemos nada de aquí.
Ya se iban despertando los demás durante la conversación. Mau decidió acompañar al grupo a su aldea, pues quedaba de camino al este, a la Gran Muralla. Pero había que recorrer un largo trecho por la espesura de la jungla. Durante el camino a la aldea, Mau explicó un problema que iban a tener.
- No habéis sido muy afortunados viniendo aquí en este tiempo. Pronto, el viento se levantará.
- Pero sólo con unas ráfagas de viento no nos pasará nada, no? - Preguntaba Lucas.
- No subestimes a la naturaleza. Ella te puede controlar si lo desea. - Advirtió Mau.
- Pues vale. Si tú lo dices...
- Los últimos vientos se llevaron la casa de Kil "Puestofuerte". Y esa era la más resistente de toda la aldea. Incluso perdimos a un miembro porque se lo llevó el tifón.
- Tan fuertes son? - Preguntaba Zero.
- No los puedes imaginar. Dice el ancestro que el Dios del Viento no es el causante de esto, sino otra cosa desconocida. La incertidumbre nos tiene en ascuas.
Pues cuando llegaron, estaba la tribu tan ocupada preparando un ritual que nadie se dio cuenta de la llegada de extranjeros. Mau fue a hablar con el ancestro Ank "Caminaluz" sobre el grupo y sobre el ritual que estaban haciendo. El ancestro se puso contentísimo al saber que había una mujer entre los extranjeros, pues era necesaria para la realización del rito que estaban improvisando.
- Cómo? No, me niego. No me podeis obligar. Que lleguemos a un sitio y tenga que hacer algo por ellos sin recibir nada a cambio no me parece normal. No. - Se quejaba Paulina tras saber que iba a tener que bailar en el ritual que había preparado Ank "Caminaluz".
- Pero... - Intentaba decir Edward para convencerla.
- Nada de peros. He dicho que no. Mucho habría que hacer para hacerme cambiar de opinión.
- Perdonen... Creo que tenemos el incentivo que necesita la muchacha para ser voluntaria - Dijo uno de la aldea que pasaba cerca de la conversación.
- Ah si? - Respondía Pau con cierto matiz de sarcasmo - Veamos pues, qué es?
- Un elefante.
- Un elefante? Me estás tomando el pelo?
- Ten en cuenta que la jungla es muy peligrosa. Cierto es que si habéis conseguido llegar aquí sois tenaces, pero aún así, es posible que no lleguéis vivos a China. Todo es cuestión del futuro.
- Venga, Pau. No querrás que una araña gigante te viole, verdad? - Dijo Lucas, que fue el que finalmente, con ese argumento convenció a Paulina.
La ceremonia estaba preparada. Los tambores y la música listos. Paulina ya estaba en medio, lista para bailar. Quién sabe cómo lo haría, igual hasta sabe bailar bien.
- Paulina - Dijo Ank"Caminaluz" - Pase lo que pase a tu alrededor, no pares tu danza.
- Cómo? Si me vais a hacer algo, yo paro inmediatamente. - Dijo Paulina.
- Nadie te va a tocar a no ser que pares. Adelante, cuando los tambores comiencen.
La danza comenzó. Paulina no supo qué hacer al principio, pero después comprendió qué debía hacer. Moverse con respecto a la dirección de la brisa. Se dio cuenta de que esa era la pauta que debía seguir. Llevaba tres minutos con la danza y ya empezaba a ser cansino, pero de pronto una gran masa de gente armada pegó un grito de batalla y cargó contra la aldea. Eran los "Luchadores del oeste", que reclamaban su territorio antiguo. Todos se enzarzaron en una batalla. Ank"Caminaluz" se apresuró a decirle a Paulina que no parara, aunque viera la lucha. A regañadientes, no paró, pero ella quería estar allí delante, en el frente, luchando.
Cuatro minutos de danza. Paulina empezaba a sentir un poco de cansancio en sus piernas. Ella creía que el viento tenía voces que hablaban, pero Pau pensó que eran delirios por el cansancio. En cuanto alcanzó los cinco minutos, se dio cuenta de que no eran delirios. Hablaba alguien claramente. Un Hablavientos.
- Puedes escucharme, verdad, Paulina?
- Eh?... S-sí...
- Pues atiende y responde a mis preguntas. No pares o detendrás la comunicación.
- Vamos, que no aguantaré mucho tiempo más bailando. - Apresuraba Paulina.
- Primera pregunta: Crees que podréis cumplir vuestra misión?
Paulina pensó cuidadosamente su respuesta. No podía permitirse ningún error. Eso era una actuación por instinto.
- Sí. Podemos conseguirlo.
- Segunda pregunta: Cómo crees que acabará vuestra misión?
- Tengo una sensación extraña. Creo que habrá algún fallo, pero podremos cumplirla si seguimos el camino que nos hemos propuesto.
- Tercera pregunta: Te has enamorado alguna vez?
- Qué clase de pregunta es esa!?
- Responde.
- ... Sí.
- De quién?
- Debo decirlo?
- No. No es necesario. Veo que tienes un buen instinto. Has respondido a las preguntas serias con detenimiento y a las últimas con mayor ímpetu. Así se siente el poder del viento.
- Y ahora qué?
- Te voy a dar unas instrucciones. Síguelas y luego actúa como quieras. Podrás dejar de bailar cuando me obtengas.
- Cuando qué?
- Lanza a Agni al aire. Cuando se clave en el suelo, no te muevas del sitio y deja que yo aparezca. Tras eso, podrás dejar de bailar y terminar con la guerra.
Paulina hizo como le dijo el Hablavientos. Cuando Agni cayó al suelo y quedó clavado, apareció otra espada muy parecida a Agni pero en color azul. Eran exactamente iguales. Paulina cogió ambas espadas, Agni a la derecha y la azul a su izquierda.
- Rudra! Cuánto tiempo! - Dijo Agni en cuanto tuvo oportunidad de hablar.
- Vamos a detener a estas dos tribus de una vez. Estamos en tus manos, Paulina. Úsanos bien. - Terminó Rudra.
Pau dio un salto tremendo impulsada por el poder del viento de Rudra. Ella cayó en medio de la lucha haciendo una gran ráfaga de viento a su alrededor. Todos los combatientes se separaron. Ver a una persona flotando con dos espadas no era algo común. Paulina gritó:
- Por qué seguís luchando por unas tierras que pertenecen al viento? Si continuáis con esta batalla, no seréis libres del tribunal de los vientos. Y os aseguro que este será mucho más fuerte que ningún otro que hayan vivido vuestros antepasados!
- Cómo nos podemos creer la palabra de una desconocida! - Gritó una voz.
- Porque yo... Soy... La diosa de los vientos.
Paulina levantó a Rudra y el viento empezó a levantarse. Los combatientes tomaron conciencia de lo que sucedía. Edward, Lucas y Zero estaban patidifusos con esa actuación y el poder de Pau. Finalmente, la retirada de los "Luchadores del oeste" se produjo. Y nunca más hubieron guerras en aquella región. Por lo tanto, tampoco hubo más vendavales.
- Os debemos mucho, pero lo prometido es deuda. Aquí tenéis nuestro mejor elefante, diosa de los vientos. - Pronunció Ank"Caminaluz" - Os llevará hasta la China sin ningún problema. Gracias.
- A usted y a "Rompecocos". Sin vosotros no habría descubierto mi espada de mano izquierda. Mi poder ya es algo real. Ahora, nos vamos. Adelante! A montarse en el elefante! - Concluyó Paulina.
Y así acaba un día de locos. Por lo menos, Paulina descansará como una auténtica princesa montada en el elefante tras tanto trabajo para conseguirlo.
- La diosa del viento? En serio? - Preguntó Edward una vez emprendieron la marcha.
- En serio te lo has creído? Vamos, simplemente me han ayudado estos dos. Yo sólo he puesto una mentirijilla para que lo dejaran todo. Aunque me gusta el nombre. Si me llamáis así no pasa nada. Ja, ja...
Entre esa risa, acaba el día y comienza la noche sobre un elefante. Pero... qué están haciendo en Alemania? No están olvidados. Quizás veamos algo en el siguiente episodio...
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