- Oye... No se ha nublado el día de repente? - Dijo extrañada Liza.
En efecto. Todos estaban en las afueras del edificio antiguo de los monjes. Una mañana de sol intenso había que aprovecharla. Nunca se sabía cuándo iba a llegar el mal tiempo a las tierras alemanas. En este caso, parecía que las nubes estaban arremolinándose, pero esa no era la causa de la sombra repentina. El suelo comenzó a temblar. Todos miraron al cielo. Un gigante se aproximaba.
- Pero qué es esa cosa? - Gritaba Nevan
- Es un gigante montés! - Respondió uno de los monjes - Seguro que esos polacos lo han convencido para atacar!
Había que actuar con rapidez. Bart no estaba seguro sobre si podría apenas aguantar un golpe de esa masa de piedra. Liza y Nevan se preparaban para luchar. Gerald más de lo mismo, alimentando un poco a su mascota lagarto. Edgar no se había enterado hasta largo rato de haber temblado el suelo. No tuvo tiempo de ponerse en el frente de batalla. Cuatro guerreros contra un gigante.
Comenzaron las hostilidades. El gigante estaba fuera de sí. Arrasaba con todo a su paso. Bart consiguió atraer su atención y todos comenzaron con sus técnicas de espada.
Esto no duraría mucho. El gigante poseía una fuerza y un tamaño descomunal. Fácilmente pudo agarrar a Liza con una de sus manos sin dejar de pelear. Bart no podía hacer otra cosa que evitar el avance del gigante, y esto no duraría mucho tiempo. Gerald perdió su principal fuente de daño. Su lagarto, que era también de tamaño considerable, fue aplastado por el pie del coloso. Gerald no era tan bueno en ataque cuerpo a cuerpo como los demás, así que no se notaba apenas un rasguño en la piel rocosa del gigante.
- Ayuda!
Edgar pedía refuerzos desde el otro lado de la ermita. Era un ataque por ambos flancos. Cuatro espadachines brujos contra Edgar. Podrá arreglárselas solo? Porque Nevan tiene que hacer lo propio contra uno solo, pero este es un gigante.
- Por qué arrasas con la naturaleza, gigante!? - Chilló Nevan, para intentar hacer entrar en razón al montón de piedra en el caso de que estuviese fuera de sus casillas.
La respuesta tardó unos momentos, pero el gigante, sorprendentemente, contestó.
- Porque así se me ha ordenado - dijo con voz monótona.
- (Poseído, verdad? Creo que me va a servir ser un súcubo en este mundo a pesar de todo) - pensó Nevan, sonriendo levemente.
- Nevan! Qué haces? Ataca a esta cosa de una vez! - Gritaba Bart.
- Bajadme de aquíiiiiii!!! - Chillaba Liza desde lo alto de la gigantesca mano izquierda rocosa.
- Chicos, lo siento, pero este gigante va a ser reducido a polvo si no quiere colaborar. Ja, ja, ja, ja... - Reía Nevan de una manera nunca escuchada por el resto. Era una risa de malvada de película.
- Que comience la demolición! - Gritó Nevan.
Tras esto, el aspecto del súcubo empezó a cambiar. Su pelo, antes negro, empezó a tornarse blanco y muy largo. Su piel empezaba a enrojecer rápidamente y crecían cuernos de la cabeza de la chica. Una transformación infernal se estaba llevando a cabo en el cuerpo de Nevan. Ahora se parecería a su forma original, antes de llegar al mundo humano. La ropa que cubría al súcubo cambió completamente. Ahora, llevaba un corsé negro y falda. Nadie supo de donde salía tal vestuario, y nadie supo cómo había cambiado de esa manera. Era una chica totalmente distinta.
- Quieres pasar un buen rato, gigantón? Ji, ji, ji... - Decía Nevan.
El demonio desenfundó una espada de forma curva y color rojizo. Si se miraba con detenimiento, la hoja brillaba con destellos del mismo color. Nevan se preparó para cargar hacia el gigante, pero fue un visto y no visto la acción que tuvo lugar. La masa de piedra caía rendida lentamente tras un toque de Nevan, que se había conseguido posar encima de su cabeza de un increíble salto.
- N-Nevan!? - Dijo Liza asustada tras ver a su compañera tan cambiada.
- Dime. - Contestó secamente el súcubo.
- Tú... Esto... Vale... Un momento! Por qué no tienes alas?
- Eso se explica más adelante, listilla. - Contestaba Nevan con una voz retumbante. No parecía la suya.
- Pero vamos a ver... Qué dices de alas? - Preguntó Gerald.
- Las que... Uh...
- La has liado, Liza. Ahora todos saben que soy un súcubo.
- Pero...
- Un súcubo!? - Interrumpió Bart - Increíble! Existen de verdad!
- Dejadnos solas un momento. Edgar estaba pidiendo ayuda. Probablemente lo hayan matado esos polacos, ji, ji...
- Cómo te puedes reír diciendo algo así!? - exclamó sorprendido Gerald mientras corría hacia la otra parte de la ermita.
...
- Para qué has dicho que querías hablar conmigo? - preguntó tímidamente Liza.
- Hmm... Al principio sólo quería darte unos cuantos latigazos por irte de la lengua, pero...
Liza estaba con los ojos como platos con ese inicio de la explicación.
- Creo que te perdonaré a cambio de una cosa.
- El qué? - preguntó Liza, que se esperaba algo extraño.
- Dame latigazos a mí.
- Cóooomoooo!? No entiendo, espera un minuto... No, no entiendo nada. No quiero darte latigazos! Estás loca?
- Loca? Hmm... Si sólo fuese eso estarías mucho más tranquila. Hablamos luego, vale? Te esperaré.
- Pero...
- Nada de peros. O quieres volver a mi primera opción?
- A-Adiós, Nevan. Adiós.
Qué ocurrió durante el combate contra el gigante en la parte trasera de la ermita?
- Anda... Un defensor de los monjes cagados alemanes... Quién quiere quitárselo primero de encima? - Preguntaba riéndose un espadachín polaco.
- Pero, por qué atacáis? - Preguntó Edgar sin hacer caso a lo que decía el otro.
- Porque estos cagados nos expulsaron por ser de otro país! Increíble! Qué discriminación!
- Sólo por eso?
- Sí! Algún problema, herrero oxidado?
- Sí, hay un problema. Que no vais a pasar de aquí.
Edgar desenfundó dos espadas y atacó al espadachín-brujo más adelantado. Este bloqueó rápidamente ambos ataques con una sola espada y oxidó las dos hojas de Edgar.
- Qué lástima. Veis, compañeros? El herrero no sabe hacer espadas porque se oxidan. Ja, ja, ja, ja...
- Continuemos!
Edgar sacó otro par más de espadas, pero esta vez apuntaron a dos sitios distintos, de forma que no podían ser bloqueados por una sola hoja. Aunque una de las estocadas fue esquivada y otra bloqueada, ambas se oxidaron como las anteriores.
- No puedes hacer nada contra nosotros. Ríndete!
- ... Me habéis hecho dudar, pero puedo destrozaros en una sola habilidad.
- Enséñala pues, debilucho!
Edgar sacó una espada más, y otra, y otra, y otra... Un arsenal completo de espadas y armas de filo.
- Interesante... Quieres todo esto convertido en chatarra?
- No. La quiero... En un aluvión de acero!
Edgar agarró todo lo que pudo y lo lanzó hacia los espadachines-brujos. La prepotencia de estos les ha llevado a arruinar una conquista fácil, hasta que Edgar se hubiera cabreado con ellos. Todos salieron huyendo de una tormenta de hojas afiladas. Tras eso, llegaron Bart y Gerald para notificar que todo estaba en perfectas condiciones.
Misión cumplida! Edgar sin duda tiene una habilidad para crear miles de armas y Nevan se ha transformado obteniendo un poder sobrecogedor. Qué habrán hablado más tarde Liza y Nevan? En el próximo episodio mejor, este ya ha sido largo e intenso. Gracias por su lectura y paciencia!
(He de decir, que me lo he pasado muy bien escribiendo este episodio. Así que estoy seguro de que os ha encantado. Hasta la semana que viene!)
No hay comentarios:
Publicar un comentario