domingo, 17 de mayo de 2015

La historia de Edward Yolag

(Como estoy casi sin tiempo, algo que puedo escribir rápidamente es la historia de mi personaje. Adelante, Edward Yolag. Puedes empezar.)

- Hola a todos, mi nombre es Edward Yolag, y esta es mi historia.
Todo empezó cuando desperté con 8 años, en una casa desconocida. Es mala suerte que no recuerde nada más antes de esto. Los dueños de dicha casa eran mi padre y mi madre, quienes se alegraron muchísimo de que yo estuviera vivo y despierto.
Había sufrido un accidente. Tras casi ahogarme en un lago mientras íbamos de vacaciones al campo, quedé en un estado de sueño profundo durante más de un día entero. Desperté y... Tenía mucha hambre, ja, ja...
No puedo quejarme. Mis padres eran muy importantes para mí, y me cuidaron como nadie me ha cuidado nunca.

Voy a pasar al siguiente punto importante de mi historia. Una vez tuve 25 años, conocí a Elisabeth, la que fue mi esposa durante ocho buenos años. Nunca olvidaría esos cabellos cortos y tan negros como la noche cerrada. En su mirada tenía algo especial que fue lo que me atrajo de ella.
A quien tampoco olvidaría es al desalmado que incendió nuestro hogar. Yo me encontraba fuera de casa, pero mi mujer descansaba dentro. Espero que no hubiese despertado, pues habría visto lo más horrible que existe en este mundo: la propia muerte.
Consumida entre las llamas, Elisabeth murió junto a sus pertenencias, todas calcinadas. Sólo me quedó una canción para flauta en mi memoria. Una que compuso ella.
Este suceso me hizo sufrir y pensar mucho. "¿Qué debo hacer?" me preguntaba más de una vez. La solución la encontré en una extravagante mujer que conocí. Vestida con una túnica azul clara y sus cabellos largos del mismo color. Me parecieron alucinaciones, pero a mis 34 años no podía creer en esas cosas. Lo que más me sorprendió fue que viniera a hablarme.
"Tu espíritu se encuentra muy triste. Mucho. ¿Quieres que te ayude?"
Yo no sabía a qué se refería, pero le dije que sí sin reparar en lo extraña que era la situación.
"Soy una vinculaespíritus. Dame la mano y mírame fijamente a los ojos. No pasará nada malo, tranquilo."
Hice tal y como me dijo. Y al mirar sus ojos, vi que su rostro cambiaba. Elisabeth estaba delante mía, pero no estaba viva. Era su espíritu.
"Edward, no te preocupes tanto por mí. Sigue adelante, porque tienes un gran corazón."
No tuvo tiempo a decir más. Pero fascinado ante la habilidad de esta mujer, le pregunté su nombre antes de que se marchase.
"Puedes llamarme Iluna."
Iluna fue mi inspiración. Así me hice yo vinculaespíritus, como ella. Esta fue una de las mejores decisiones de mi vida.
Terminado mi entrenamiento, me quedé muy solo. Así que con 37 años decidí adoptar. Cuando fui a ver a los huérfanos y huérfanas, me llamó la atención una joven. Yo ya podía ver espíritus en ese tiempo. El alma de esa chica era increíblemente fuerte. Eso me decidió para intentar adoptarla. Los señores encargados de ella me la entregaron en adopción encantados. No entiendo por qué, pero yo tengo a una hija que me quiere, aunque sea un demonio. Literalmente.
Nevan se llama mi hija. Es pelirroja, con cabellos largos y alisados. Probablemente cuente su historia en otro momento.
Continuando con mis vivencias, puedo decir que desde ese tiempo a nuestros días casi nada ha cambiado. Sin embargo, me encontré de nuevo con Iluna. Ella meditaba en la noche, y yo la reconocí por su espíritu. Al detectarme, se alegró en gran medida. Estuvimos hablando a la luz de la luna y sacamos ambos una conclusión clara:
"Ver el espíritu de la gente es espiar. Así que no puedes tener intimidad si hay un vinculaespíritus de por medio."
Espero recordar siempre a Iluna, mi mentora. Sin ella, no estaría escribiendo.

(Pues esta es más o menos la historia de Edward Yolag, narrada por él mismo. ¡Espero que os haya gustado, y el próximo domingo más! ¡Gracias lectores!)

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