domingo, 24 de mayo de 2015

El paso del tiempo con Edward Yolag

"El tiempo pasa muy rápido, y yo pierdo el tiempo hablando con espíritus invisibles, pero existentes."

Eso dije yo, Edward Yolag. Me recuerda a los escritores que se hicieron famosos en el pasado, como Manrique o Quevedo, hablando del paso del tiempo. Ahora yo, no por fama sino por reflexión, busco tratar el mismo tema. Creo que tengo buenos ejemplos para ello.

El primero soy yo. Un viejo que ya ha vivido 69 años en la vida y que, por fortuna, sigo viviendo. He pasado por la muerte de mis padres y mi esposa, vivido solo largos años y otros acompañado por mi joven hija adoptada Nevan. Tiendo a repetir mi historia una y otra vez, por lo que veo. Así que pasaré al siguiente ejemplo.

Alberta, la ciudad del comercio. Pasé por allí varias veces en pocos días, y cada vez que veía a Paulina trabajando no podía evitar preguntarle qué tal estaba.

"Tengo un montón de cosas por hacer hoy"
"Malditos guerreros sin cerebro... Ahora me toca reparar a mí, ¿no?"
"Llevo toda la mañana al lado de la fragua... ¡Qué calor!"
"Hoy creo que no voy a poder ir a Payon... ¡Tengo montones de trabajo!"

Así todos los días. Paulina no descansa apenas, y su trabajo es duro físicamente. También, aguantar a los hombres que la piropean mientras trabaja, es un añadido al esfuerzo.

Otras tantas veces llegué a Payon y hace muchísimo tiempo que no veo a Lucas por allí. Está en paradero desconocido.

Una cosa que me gusta mucho hacer en mis viajes es volver a pasar por Izlude. Allí está viviendo mi hija, en un pueblo pequeño costero muy cercano a la gran capital. Cada vez que la vuelvo a ver me sorprende con alguna cosa nueva que ha hecho o descubierto. No comprendo por qué un demonio se retira a vivir en un lugar tan tranquilo como ese, pero quién sabe cuál es el comportamiento de cada persona.

Llego después a Prontera, la ciudad capital. Allí se encuentran la mayor parte de mis conocidos: Zerofrost, Bart Chill, Gabriella, Mimi, Edgar, Liza, Gerald...

Sin embargo, Zerofrost está constantemente viajando a Yuno, Edgar y Liza actúan en Comodo...

La verdad es que la capital es un lugar muy animado. Lleno de entretenimientos, es enorme en dimensiones, hay casi de todo... Pero hay mucho ruido. Demasiados espíritus juntos, y escucharlos todos a la vez puede ser molesto.

Aquí termina mi rutina normal de viajes. De Alberta a Prontera y viceversa. No tengo otra cosa que hacer. Los vinculaespíritus somos personas pacíficas. Viajamos en busca de gente que nos necesite, pues no somos una especie común. Así pasa mi tiempo. Recuerdas tu primer trabajo y sonríes. Recuerdas el que hiciste hace unas horas y te importa poco. Así nos quedamos con que lo pasado siempre fue mejor. Pues no es así. Podría decir que me lo ha enseñado el demonio, pero lo cierto es que estoy viviendo con mi hija en Izlude durante una temporada, reflexionando sobre varios aspectos de mi vida o de los espíritus de otros. Ella me ha enseñado que el presente también se puede disfrutar, pues en el futuro, lo que vivas ahora lo añorarás.

(Me habría gustado escribir un poco más, pero los exámenes finales me tienen con la agenda apretadísima. Esa es una de las razones por las que escribí este episodio: El examen de literatura. Gracias a los que me siguen todos los domingos, o cualquier día que leáis mi blog, porque me hacéis sonreír un poco más. Con mucho cariño y poco tiempo, me despido hasta la semana que viene.)

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