(Aquí tenéis una de mis mejores obras según mi opinión, ya que fue esta la que presenté al XIII Concurso literario del IES Fernando de los Ríos y ha quedado ganadora en la categoría de prosa o narrativa. Estoy bastante contento en cómo sigo mejorando día a día mi forma de expresarme, pese a que aún me detecte mis errores. Espero que disfruten de esta historia, a la que más tiempo y dedicación me ha tomado hacer y se han notado los resultados. Gracias lectores!!)
Mimi subía las escaleras hacia su triste destino acompañada por un guardia. Las lágrimas caían por sus ojos. El guardia intentaba forzar una expresión neutra, pero en realidad se sentía apenado por lo que estaba a punto de suceder. En cuanto subieron a la plataforma, colocaron a la pequeña en el lugar que le iba a corresponder: La guillotina.
"Dos días antes...
Emily o Mimi, los dos nombres son válidos, estaba paseando tranquila en su bicicleta. Su cabello castaño y sus dos coletas sujetadas por un par de adornos morados eran zarandeados por el viento. Su cara con expresión risueña, sintiéndose libre cada vez pedaleando más rápidamente. Ojos azules claros, muy abiertos. Una pequeña niña de doce años aún ingenua, pero bastante inteligente para su edad.
En un descuido, Emily atropelló al hijo de uno de los mandatarios del pueblo con su bicicleta. Este suceso le iba a costar muy caro a la niña. Ella había pedido disculpas, pero... No iba a ser suficiente. La mandaron ejecutar en dos días en la guillotina porque había lesionado a la víctima del atropello."
Mimi rompió a llorar en el momento que atraparon su cabeza entre los maderos. El verdugo procedió a formular la pregunta de siempre: "¿Cuál es tu último deseo, niña?"
Había mucha gente en la plaza. Más de la habitual en una ejecución rutinaria. Algunos estaban ansiosos de contemplar la caída de esa hoja enorme de acero, otros, rezaban en silencio para que, de una forma u otra, salvasen a la pobre criatura que apenas había vivido.
El deseo de la niña fue que su abuelo, el único familiar suyo que se encontraba en el pueblo, le contara una última historia. Ella estaba segura de que sería la mejor de todas.
Su abuelo acudió a la plataforma y empezó su relato, pero lo hizo en voz alta para que todo el público la escuchase.
- Te voy a contar la historia de... Tu corta vida. Empezó en la casa donde vives. Allí naciste tú. Yo estuve allí, tu abuela también y, por supuesto, tu madre. Es una pena que no lo recuerdes, pero tu madre era una bellísima persona. Ella tuvo que marcharse tras la muerte de tu abuela por motivos que... Mejor no te los cuento. Ya tienes suficiente sufrimiento, ¿no?
Parecían palabras extremadamente pesimistas por parte del abuelo de Mimi, pero él mismo ya había aceptado que su nieta iba a morir. Prefirió quitarle toda su inocencia de golpe el día de su muerte con este relato de tono grave. Su expresión era también triste, resignada ante lo inevitable. Emily continuaba sollozando.
- Tu padre fue encarcelado en un país extranjero, eso no ayudó a ninguno de los dos. Yo mismo cuidé de ti e intenté enseñarte desde los errores que yo cometí en el pasado. No estoy diciendo que haya fallado en educarte, sino que la fortuna no siempre nos sonríe ni el destino es tan predecible como lo imaginamos.
Mimi no quería creer las palabras de su abuelo. La entristecían cada vez más. ¿Esa era la última historia que le iba a contar su única familia? No le gustaba. Acababa de enterarse de que su padre estaba en la cárcel, su madre la había abandonado y su abuela había muerto. Toda la ingenuidad infantil se desvanecía de un plumazo ante tantas verdades. Emily lloraba a mares. Algunas personas del público querían de verdad insultar o golpear a ese viejo que hacía llorar a la niña. Sin embargo, ellos podrían ser los siguientes guillotinados si intervenían.
- Mira hacia arriba, Mimi. Tú vas a conocer el arma que te va a dar paso a la otra vida. Irás al cielo azul. Contémplalo.
La chiquilla obedeció, con sus ojos empapados en lágrimas, y vio que el cielo no era azul. Estaba cubierto de nubes. Su abuelo, viendo su cara de desconcierto, se ajustó su sombrero negro y recolocó su corbata del traje de los funerales. Se lo había puesto para esa ocasión.
- Habrás visto que hay muchas estrellas en el cielo por las noches, ¿verdad? Cada vez que uno de nosotros muere, una estrella desaparece. El universo se está volviendo más y más oscuro por momentos, y no es de extrañar por todas las cosas que ocurren y ocurrirán.
El abuelo volvió a mirar al cielo. Mimi también. Ante la sorpresa de todos, la niña estaba sonriendo, aunque sus ojos estuviesen aún húmedos. Ella agradeció haber pedido este último deseo. Su última voluntad.
- No puedo irme sin que sepas lo mucho que te quiero. Eres mi segunda hija. Pero ahora... Vas a morir a manos de esta pistola de rayos.
Eso dijo su abuelo, señalando la guillotina. Nadie entendió por qué la llamó "pistola de rayos". Quizás le quedaba sensibilidad y prefirió no nombrar la palabra "guillotina" para quitarle hierro al asunto.
- Mimi. Hasta aquí llega mi historia, pero no te quedes así. La enseñanza que te he dado es la que debes usar tú ahora. Esta pistola de rayos está en tu poder, así que no te lo pienses y... ¡¡Dispara ya!!
En el momento que fueron pronunciadas esas palabras, un rayo cegó a todos los espectadores. Nadie pudo creer lo sucedido. ¡Mimi había desaparecido! Los que querían ver el espectáculo se marcharon decepcionados por haber malgastado su tiempo. Los que querían ver a la niña salvarse estaban atónitos, pues sus oraciones habían dado resultado. El abuelo de Emily cayó al suelo de espaldas.
"¿Cómo ha escapado? ¡Es imposible!" Exclamaba el verdugo.
Sólo una persona sabe dónde y cómo escapó Mimi de su destino. Esa persona es ella misma, ahora viviendo en paradero desconocido. Su abuelo, tirado en el suelo de la plataforma, dijo antes de levantarse con dificultad:
"Mimi... Engañaste a la muerte. Has crecido mucho en poco tiempo..."
Bastantes años más tarde, una bicicleta con una carta atada a ella apareció en la puerta de aquel que fue atropellado. Esa carta ponía lo siguiente:
"Para el hijo del gobernador:
Espero que hayas tenido una vida acomodada estos largos años. Es probable que no te acuerdes de mí, entonces estarás extrañado por la bicicleta y esta carta de una desconocida. Soy Mimi, una chica que te atropelló por accidente con mi bicicleta cuando éramos pequeños. Si sigues sin recordarme, pregúntale a tus padres o incluso a los ancianos del pueblo. Pregúntales por la niña de la guillotina.
Pero ya no quiero recordar el pasado. Menos aún lo que sufrí en aquel lugar. Ese día me volví toda una mujer. Ya no era una niña. Fue muy difícil salir adelante, pero lo conseguí. Hoy estoy viva y sin problemas serios en los que preocuparme. Simplemente quería enviarte este mensaje: "Deja que tus hijos disfruten de su inocencia. La vida, como ya sabrás, no es fácil. Permite que ellos vivan felices, porque lo seguirán siendo aún cuando crezcan."
Mis más amistosos saludos.
Firmado: Mimi "La Guillotina".
El hijo del gobernador recordaba el atropello, pero no había estado al tanto de las consecuencias. La respuesta no se hizo esperar largo tiempo.
"Querida Mimi Guillotina:
Mi nombre es Hans Brushel. Recordé la bicicleta en cuanto la vi. Supuse que querías regalármela, así que encantado, acepto el obsequio. No supe hasta el día que escribo esta carta lo que te ocurrió aquel día. Debió ser terrible y siento lo ocurrido de verdad. Las leyes en aquel tiempo eran demasiado estrictas y algunas incluso ridículas. Ahora yo he heredado el gobierno de este lugar, y me encantaría que nos visitases. No sólo a mí, sino también a tu abuelo. Supongo que te sorprenderá, pero sigue con vida a sus ciento siete años. Espero que vengas pronto, porque celebraremos una gran fiesta en memoria de "La hija del rayo", pues así se ha llamado tu hazaña al escapar de la guillotina.
Me alegra que no me tengas rencor. De verdad pensé que nada bueno iba a estar escrito en tu carta, pero gracias, porque estaba equivocado. Tengo muchas ganas de conocerte, Mimi. Supongo que no somos amigos de la infancia, pero tampoco somos desconocidos ahora mismo.
Ansioso esperando tu venida,
Hans Brushel."
Mimi sacrificó su infancia y adolescencia, pero la vida fue la lección que mejor aprendió. Permítanme utilizar una cita de un joven conocido que da sentido a esta historia y a este final.
"Una lección sin dolor no tiene sentido. Eso es porque no puedes obtener algo sin sacrificar algo a cambio. Pero una vez que has soportado el dolor y lo has superado...
Obtendrás un corazón más fuerte que cualquier otra cosa.
Sí, un corazón de acero."
- Edward Elric, el alquimista de acero.
Historietas de fantasía que escribo en mi tiempo libre. Los personajes: Edward Yolag, Lucas Tefd, Bart Chill, Gerald Paul, Edgar Eagler, Paulina Gao, Liza Carr, Gabriella, Mimi, Zac y Zerofrost son de mi invención y de mis compañeros. El resto de personajes descritos pertenecen o están basados en diferentes compañías.
martes, 21 de abril de 2015
lunes, 13 de abril de 2015
Extra: Lynn, Princesa de Jade (Tributo a Vindictus)
(Hace pocos días algunos amigos y yo descubrimos un juego llamado Vindictus. La verdad es que ha sido muy de nuestro agrado. Un día mientras jugábamos, uno de mis amigos me dijo que tendría que hacer una historia sobre este juego para mi blog. Aquí la tienen, espero que la disfruten.)
Había que hacer los preparativos. Tres eran los mercenarios contratados para explorar las peligrosas ruinas ese día. Un largo viaje en barco hasta dicho lugar iba a ser lo que les esperaba.
Ya estaban los tres mercenarios subidos en el navío. Era un día soleado, con lo que no habría ningún problema de navegación. En cuanto zarparon los remeros, se despidieron de aquellos que los saludaban en el muelle, una mujer y dos hombres, uno anciano y otro joven.
Una vez en alta mar, comenzaron a conversar los mercenarios.
- Oye, a ti no te he visto en el puesto de mercenarios. ¿Quién eres? - Dijo Karok.
Karok es el más veterano de los tres mercenarios contratados. Es un hombre de piel oscura, muy musculado y mide dos metros y 25 centímetros. Tiene los cabellos muy cortos color negro y unos ojos marrones brillantes. Lleva un cestus como arma de puño.
- S-Soy Lynn. Encantada. No hace mucho que me convertí en mercenaria.
Lynn es una chica joven de muy baja estatura. Mide 1 metro y 40 centímetros. Lleva el pelo largo color negro con dos coletas que le llegan hasta los hombros. Sus ojos parecen muy oscuros, sin embargo, pese a que los demás no lo noten, son azules. Siempre va acompañada de su Guja, un arma de asta con terminación de espada. Apenas tiene músculos. Sin embargo, su delgadez la hace increíblemente ágil.
- Genial... Una novata... - Dijo suspirando Vella.
Vella es el punto intermedio entre Lynn y Karok. Ella mide 1 metro con 78 centímetros. Es pelirroja, con el pelo relativamente corto comparado con Lynn. Sus armas son dos espadas cortas, una en cada mano. Es una mercenaria muy versátil. Ofensiva y defensiva de forma equilibrada.
- Tú eres muy joven, ¿verdad? No tienes pechos apenas - Dijo riendo Karok.
Lynn se sonrojó.
- ¿¡Pero qué son esas preguntas!? - Le recriminó Vella.
- ¡Para romper un poco el hielo! Como tú estás bien dotada no te pregunto.
- Me vas a cabrear y podemos tener un problema - Amenazó Vella con el puño derecho cerrado.
- Relájate. Vamos a hablar un poco con la niña, que nos cuente algo - Sentenció Karok.
- No soy una niña... - Musitó Lynn.
- No te he escuchado. ¡Más fuerte!
- !N-No soy una niña! - Gritó Lynn, levantándose, aún intimidada por la presencia de Karok.
- Mucho mejor. Ahora la pregunta. ¿Por qué te hiciste mercenaria? No pareces muy cualificada a primera vista. - Comentó Karok.
- Pues... Fue por una promesa - Contestó Lynn, cerrando los ojos.
- ¿Una promesa a tu príncipe azul?
- ¡N-No!
Karok rió a carcajadas. Las reacciones de Lynn le resultaban muy graciosas.
- ¿Y vosotros? ¿Por qué sois mercenarios? - Curioseó Lynn.
- Yo no te voy a decir por qué, - Contestó rápidamente Karok - pero esta misión la acepté porque necesito el dinero cuanto antes.
- Yo... Por venganza - Respondió Vella.
Lynn palideció un poco. Ahora le daba miedo Vella. Karok le había resultado simpático.
- Qué fría eres, Vella. Normal que digan todos que eres lesbi...
- Ni se te ocurra acabar esa palabra. - Interrumpió Vella apuntando con una espada a Karok. Lynn se estremeció.
- ¡Cómo se pone! Está bien, ya te dejo tranquila.
Entre estas y otras peripecias, consiguieron llegar en pocas horas más a las ruinas. Ya habían sido exploradas varias veces, pero quedaba una parte. Quedaban kóbolds liderados por su jefe de guerra. El último que faltaba por aniquilar.
Habían planeado una estrategia durante el viaje. Lynn distraería al principio al jefe de guerra mientras Karok carga su ataque del Big Bang y Vella se encargaría de los kóbolds restantes en la zona. Tras eso, Karok sería el encargado de enfrentarse cara a cara con el jefe mientras Vella y Lynn lo atacan desde otros flancos.
Pero a la hora de ponerlo en práctica...
- ¡Estoy cargando! ¡Lynn, entretenlo un rato más! - Ordenó Karok.
Lynn estaba huyendo del jefe de guerra. Era un kóbold rojo enorme con un martillo gigantesco. La chica corría a toda velocidad, muy asustada. Sin embargo, en un momento en el cual el jefe de guerra iba a golpear a Lynn de lleno con su arma, ella tuvo que dar un salto de varios metros hacia atrás apoyada con su lanza. Evitó el golpe, pero...
- ¿Pero qué coñ...? ¡¡Lynn!! - Exclamó Karok.
Él estuvo a punto de lanzar su ataque Big Bang, que consiste en una explosión a distancia lanzada desde su arma de puño. Pero con la maniobra de Lynn, Karok tuvo que desviar su ataque a una columna para que la novata no recibiese todo el daño de la explosión. Había que improvisar ahora. No quedaban más kóbolds que el jefe de ellos. Vella ya se había encargado del resto con tajos circulares extremadamente letales contra grupos de enemigos. Quedaba lo más difícil.
Karok se lanzó contra el jefe y comenzó a golpearlo con sus puños. El kóbold no se iba a quedar parado, y para evitar que las otras dos mercenarias lo atacaran, dio un giro completo junto a su maza. Nadie resultó herido, y Karok pudo contener al jefe para que Vella pudiese asestarle varios espadazos.
- ¡¡Ciclón!! - Exclamó Vella mientras asestaba cortes, uno tras otro formando círculos alrededor de su enemigo.
El kóbold había recibido severos daños, pero en un instante, Karok perdió el control de la técnica inmovilizadora que había utilizado contra el jefe de guerra y éste se descontroló, corriendo hasta alcanzar a Vella y asestarle un mazazo horizontal en la espalda. Lynn pensó que ella misma no estaba preparada para esta batalla. Karok corría mientras exclamaba el nombre de la herida, pero no pudo detener el segundo mazazo del kóbold, que la dejó inconsciente tras golpearla contra la pared, ahora teñida de rojo de la sangre de Vella.
Karok entró en furia y asestó múltiples golpes al kóbold. Pero no fueron suficentes. Lo dejaron bastante malherido, pero el jefe de guerra resistía y golpeó a Karok. Lo aplastó con su maza. El mercenario seguía consciente, pero se había lesionado el músculo, con lo que decidió aparentar estar muerto, lamentándose por el futuro que le esperaba a Lynn. Karok pudo ver lo que sucedió en la batalla.
Lynn estaba aterrada. El kóbold lo notaba. Pero no contaba con que Lynn esquivaría todos y cada uno de sus ataques. Cuando la novata estuvo al lado de Karok por casualidad, él le susurró:
- Tú puedes, Lynn. No eres una niña, ¿verdad?
Esas palabras la llenaron de coraje. Esquivó otro mazazo al aire del jefe de guerra y le gritó:
- ¿Tú quieres que me vuelva una auténtica zorra? ¡No te cansas de intentar golpearme, y no vas a poder! ¡¡Zorra de Jade!!
Esas palabras fueron seguidas de un aura que rodeaba a Lynn. Ella se veía muy confiada. El kóbold continuó su persecución de la maza contra Lynn, pero esta vez la mercenaria cambió su estilo de combate.
- ¡¡Pequeña ratita!!
Lynn agitó su lanza haciendo un cono hacia delante y de repente desapareció del lugar donde habría recibido un mazazo. Se había colocado justo detrás del jefe.
- ¡¡Diablilla de brazos largos!!
Ella comenzó a dar tajos horizontales girando sobre ella misma hasta que el kóbold intentó darle una coz a Lynn. Intento fallido, esta vez se había colocado justo enfrente de él.
- ¡¡Cámaras de la muerte!!
Lynn bailaba con su guja, la giraba como si de un ventilador a ambos lados de su cuerpo se tratase. Esa danza implicó que ella quedara de espaldas al kóbold y éste le asestó finalmente un golpe directo con toda su maza que habría destruido el cráneo de la mercenaria. Ella había recibido el ataque como si lo hubiese fallado. Ahora Lynn estaba contra el estómago del jefe de guerra, con su palma de la mano abierta sobre ella. Lentamente y con mucha tranquilidad, dijo:
- Muerte de los cinco dedos.
El cuerpo del jefe de guerra comenzó a explotar desde dentro. Diez ondas expansivas en el interior de su cuerpo lo dejaron fuera de combate. Karok había alucinado con el espectáculo que había dado Lynn. No era ninguna novata. Era una asesina tras ver lo que había hecho.
- "Lynn salvó a dos veteranos. Ellos no la volvieron a ver. ¿Por qué? Ella había cumplido su promesa: Utilizar la técnica que le enseñó su madre, que ahora es una estatua de jade por culpa de la leyenda de la zorra del bosque de jade. Así llamó Lynn a su poder especial, para recordar siempre a su madre y sentir que ella se encuentra siempre en su corazón." - Edward Yolag, Leyendas y Otras Historias, 2015.
(Es bastante probable que haga una segunda parte de este videojuego. Me ha encantado escribir esta historia. ¡Hasta la próxima!
Había que hacer los preparativos. Tres eran los mercenarios contratados para explorar las peligrosas ruinas ese día. Un largo viaje en barco hasta dicho lugar iba a ser lo que les esperaba.
Ya estaban los tres mercenarios subidos en el navío. Era un día soleado, con lo que no habría ningún problema de navegación. En cuanto zarparon los remeros, se despidieron de aquellos que los saludaban en el muelle, una mujer y dos hombres, uno anciano y otro joven.
Una vez en alta mar, comenzaron a conversar los mercenarios.
- Oye, a ti no te he visto en el puesto de mercenarios. ¿Quién eres? - Dijo Karok.
Karok es el más veterano de los tres mercenarios contratados. Es un hombre de piel oscura, muy musculado y mide dos metros y 25 centímetros. Tiene los cabellos muy cortos color negro y unos ojos marrones brillantes. Lleva un cestus como arma de puño.
- S-Soy Lynn. Encantada. No hace mucho que me convertí en mercenaria.
Lynn es una chica joven de muy baja estatura. Mide 1 metro y 40 centímetros. Lleva el pelo largo color negro con dos coletas que le llegan hasta los hombros. Sus ojos parecen muy oscuros, sin embargo, pese a que los demás no lo noten, son azules. Siempre va acompañada de su Guja, un arma de asta con terminación de espada. Apenas tiene músculos. Sin embargo, su delgadez la hace increíblemente ágil.
- Genial... Una novata... - Dijo suspirando Vella.
Vella es el punto intermedio entre Lynn y Karok. Ella mide 1 metro con 78 centímetros. Es pelirroja, con el pelo relativamente corto comparado con Lynn. Sus armas son dos espadas cortas, una en cada mano. Es una mercenaria muy versátil. Ofensiva y defensiva de forma equilibrada.
- Tú eres muy joven, ¿verdad? No tienes pechos apenas - Dijo riendo Karok.
Lynn se sonrojó.
- ¿¡Pero qué son esas preguntas!? - Le recriminó Vella.
- ¡Para romper un poco el hielo! Como tú estás bien dotada no te pregunto.
- Me vas a cabrear y podemos tener un problema - Amenazó Vella con el puño derecho cerrado.
- Relájate. Vamos a hablar un poco con la niña, que nos cuente algo - Sentenció Karok.
- No soy una niña... - Musitó Lynn.
- No te he escuchado. ¡Más fuerte!
- !N-No soy una niña! - Gritó Lynn, levantándose, aún intimidada por la presencia de Karok.
- Mucho mejor. Ahora la pregunta. ¿Por qué te hiciste mercenaria? No pareces muy cualificada a primera vista. - Comentó Karok.
- Pues... Fue por una promesa - Contestó Lynn, cerrando los ojos.
- ¿Una promesa a tu príncipe azul?
- ¡N-No!
Karok rió a carcajadas. Las reacciones de Lynn le resultaban muy graciosas.
- ¿Y vosotros? ¿Por qué sois mercenarios? - Curioseó Lynn.
- Yo no te voy a decir por qué, - Contestó rápidamente Karok - pero esta misión la acepté porque necesito el dinero cuanto antes.
- Yo... Por venganza - Respondió Vella.
Lynn palideció un poco. Ahora le daba miedo Vella. Karok le había resultado simpático.
- Qué fría eres, Vella. Normal que digan todos que eres lesbi...
- Ni se te ocurra acabar esa palabra. - Interrumpió Vella apuntando con una espada a Karok. Lynn se estremeció.
- ¡Cómo se pone! Está bien, ya te dejo tranquila.
Entre estas y otras peripecias, consiguieron llegar en pocas horas más a las ruinas. Ya habían sido exploradas varias veces, pero quedaba una parte. Quedaban kóbolds liderados por su jefe de guerra. El último que faltaba por aniquilar.
Habían planeado una estrategia durante el viaje. Lynn distraería al principio al jefe de guerra mientras Karok carga su ataque del Big Bang y Vella se encargaría de los kóbolds restantes en la zona. Tras eso, Karok sería el encargado de enfrentarse cara a cara con el jefe mientras Vella y Lynn lo atacan desde otros flancos.
Pero a la hora de ponerlo en práctica...
- ¡Estoy cargando! ¡Lynn, entretenlo un rato más! - Ordenó Karok.
Lynn estaba huyendo del jefe de guerra. Era un kóbold rojo enorme con un martillo gigantesco. La chica corría a toda velocidad, muy asustada. Sin embargo, en un momento en el cual el jefe de guerra iba a golpear a Lynn de lleno con su arma, ella tuvo que dar un salto de varios metros hacia atrás apoyada con su lanza. Evitó el golpe, pero...
- ¿Pero qué coñ...? ¡¡Lynn!! - Exclamó Karok.
Él estuvo a punto de lanzar su ataque Big Bang, que consiste en una explosión a distancia lanzada desde su arma de puño. Pero con la maniobra de Lynn, Karok tuvo que desviar su ataque a una columna para que la novata no recibiese todo el daño de la explosión. Había que improvisar ahora. No quedaban más kóbolds que el jefe de ellos. Vella ya se había encargado del resto con tajos circulares extremadamente letales contra grupos de enemigos. Quedaba lo más difícil.
Karok se lanzó contra el jefe y comenzó a golpearlo con sus puños. El kóbold no se iba a quedar parado, y para evitar que las otras dos mercenarias lo atacaran, dio un giro completo junto a su maza. Nadie resultó herido, y Karok pudo contener al jefe para que Vella pudiese asestarle varios espadazos.
- ¡¡Ciclón!! - Exclamó Vella mientras asestaba cortes, uno tras otro formando círculos alrededor de su enemigo.
El kóbold había recibido severos daños, pero en un instante, Karok perdió el control de la técnica inmovilizadora que había utilizado contra el jefe de guerra y éste se descontroló, corriendo hasta alcanzar a Vella y asestarle un mazazo horizontal en la espalda. Lynn pensó que ella misma no estaba preparada para esta batalla. Karok corría mientras exclamaba el nombre de la herida, pero no pudo detener el segundo mazazo del kóbold, que la dejó inconsciente tras golpearla contra la pared, ahora teñida de rojo de la sangre de Vella.
Karok entró en furia y asestó múltiples golpes al kóbold. Pero no fueron suficentes. Lo dejaron bastante malherido, pero el jefe de guerra resistía y golpeó a Karok. Lo aplastó con su maza. El mercenario seguía consciente, pero se había lesionado el músculo, con lo que decidió aparentar estar muerto, lamentándose por el futuro que le esperaba a Lynn. Karok pudo ver lo que sucedió en la batalla.
Lynn estaba aterrada. El kóbold lo notaba. Pero no contaba con que Lynn esquivaría todos y cada uno de sus ataques. Cuando la novata estuvo al lado de Karok por casualidad, él le susurró:
- Tú puedes, Lynn. No eres una niña, ¿verdad?
Esas palabras la llenaron de coraje. Esquivó otro mazazo al aire del jefe de guerra y le gritó:
- ¿Tú quieres que me vuelva una auténtica zorra? ¡No te cansas de intentar golpearme, y no vas a poder! ¡¡Zorra de Jade!!
Esas palabras fueron seguidas de un aura que rodeaba a Lynn. Ella se veía muy confiada. El kóbold continuó su persecución de la maza contra Lynn, pero esta vez la mercenaria cambió su estilo de combate.
- ¡¡Pequeña ratita!!
Lynn agitó su lanza haciendo un cono hacia delante y de repente desapareció del lugar donde habría recibido un mazazo. Se había colocado justo detrás del jefe.
- ¡¡Diablilla de brazos largos!!
Ella comenzó a dar tajos horizontales girando sobre ella misma hasta que el kóbold intentó darle una coz a Lynn. Intento fallido, esta vez se había colocado justo enfrente de él.
- ¡¡Cámaras de la muerte!!
Lynn bailaba con su guja, la giraba como si de un ventilador a ambos lados de su cuerpo se tratase. Esa danza implicó que ella quedara de espaldas al kóbold y éste le asestó finalmente un golpe directo con toda su maza que habría destruido el cráneo de la mercenaria. Ella había recibido el ataque como si lo hubiese fallado. Ahora Lynn estaba contra el estómago del jefe de guerra, con su palma de la mano abierta sobre ella. Lentamente y con mucha tranquilidad, dijo:
- Muerte de los cinco dedos.
El cuerpo del jefe de guerra comenzó a explotar desde dentro. Diez ondas expansivas en el interior de su cuerpo lo dejaron fuera de combate. Karok había alucinado con el espectáculo que había dado Lynn. No era ninguna novata. Era una asesina tras ver lo que había hecho.
- "Lynn salvó a dos veteranos. Ellos no la volvieron a ver. ¿Por qué? Ella había cumplido su promesa: Utilizar la técnica que le enseñó su madre, que ahora es una estatua de jade por culpa de la leyenda de la zorra del bosque de jade. Así llamó Lynn a su poder especial, para recordar siempre a su madre y sentir que ella se encuentra siempre en su corazón." - Edward Yolag, Leyendas y Otras Historias, 2015.
(Es bastante probable que haga una segunda parte de este videojuego. Me ha encantado escribir esta historia. ¡Hasta la próxima!
viernes, 3 de abril de 2015
Especial Italiano!
(¿Por qué seré tan poco original y pongo los nombres de lugares al revés? En ocasiones quedan bien, pero ya es un poco de abuso por mi parte, supongo.)
Aneis, una pequeña ciudad Ailatina donde todos los años se celebra tradicionalmente una carrera de caballos llamada "el Palio". Vienen personas de todo el mundo a verla porque es un espectáculo increíble.
Los habitantes nacidos en Aneis están divididos en 17 contradas, que son los "equipos" participantes en la carrera. Ganar dicha carrera es un gran honor durante todo el año para los pertenecientes a la contrada ganadora.
Las contradas tienen una bandera característica representando animales. Cabe destacar que existen rivalidades muy fuertes entre algunas contradas.
(Y esto es el centro de esta historia random bastante especial. He estado en Siena y visitado algunas otras ciudades italianas durante una semana y quise hacer una historieta sobre esta tradición, que me ha fascinado. ¡Espero que os guste! Si no, por lo menos lo he intentado.)
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*2 de julio*
"¡Ha ganado la contrada del Drago! ¡Increíble carrera por parte de su jinete!"
*25 de julio*
"Noticia: ¡Explosivo neutralizado en el tren! Suerte de unos extranjeros que dieron la voz de alarma."
*16 de agosto*
"¡Hoy se celebra el Palio en honor a la Virgen! ¡El segundo de este año! ¿Cuál será la contrada ganadora?"
- Nevan, ten siempre cuidado con lo que lleves en los bolsillos. Nunca se sabe en estos eventos tan multitudinarios si...
- Que sí, que tengo todo bien vigilado. Pobre de aquel que se atreva a tocar algo mío diría yo.
Edward y Nevan habían viajado a Aneis para expresamente presenciar el Palio. Al padre le encantó la tradición y puso todo su empeño para verlo. Nevan simplemente lo acompañó porque fue obligada por él. De todos modos, parece que le estaba gustando el país.
Faltaban 30 minutos aproximadamente para que diese comienzo la carrera. Los caballos y jinetes estaban desfilando por la plaza antes de colocarse en sus posiciones. La muchedumbre estaba impaciente.
Pocos minutos antes de la salida, pues se estaba retrasando por culpa de un caballo nervioso, se armó un revuelo que pasó desapercibido para los espectadores fervientes del Palio. Estaba teniendo lugar una trifulca en los pasillos de los palcos.
Un hombre con pelo castaño largo y barba abundante había sido disparado con un arma de fuego. Una mujer en togas negras de sacerdotisa estaba asistiéndolo mientras una joven estaba plantando cara a cuatro hombres armados.
Nevan y Edward salieron de su palco al escuchar el disparo y se encontraron en medio de la disputa. Asunto de la mafia, por lo que parece.
- ¡Van armados Nevan!
Eso fue lo que alcanzó a decir Edward antes de que fuese atrapada y encañonada por dos de los cuatro. Los otros dos estaban desarmados, pues la joven había aprovechado la distracción ocasionada para arrebatárselas, haciendo gala de una destreza impresionante. Ahora la joven estaba armada contra los dos hombres indefensos y Nevan estaba atrapada por los dos hombres armados. Edward tenía que hacer algo.
Había que remarcar el hecho de que ninguna de las partes podía comunicarse perfectamente. Los cuatro hombres hablaban ailatino, la joven no hablaba ni entendía ni el ailatino ni el idioma de Nevan y Edward, castellano.
Miradas fulminantes entre la joven y los hombres armados. Edward dio la espalda a los hombres y a su hija. Nevan cerró los ojos. Un espíritu salió del viejo, que se había puesto de puntillas y con las manos apuntando al señor barbudo. Este, que ya estaba casi recuperado gracias a la sacerdotisa, lanzó sin previo aviso un par de frascos que impactaron en el hombro de uno de los dos hombres armados provocando una pequeña explosión. Nevan consiguió librarse de sus captores en ese instante, aunque tenía parte de la barbilla con restos de quemaduras. Los cuatro hombres no quedaron bien parados como para seguir combatiendo con los cinco que los habían derrotado.
La decisión del hombre barbudo fue salir de aquel lugar. Era el momento perfecto para escabullirse, en breve comenzaría la carrera y todos prestarían atención a eso. En el camino de salida se presentaron todos.
Ese hombre de la barba se llamaba Zac. Es un alquimista, con lo que tiene buenos conocimientos de la naturaleza y las pociones, como aquella combinación explosiva que lanzó contra los mafiosos.
Sí, a Zac lo persiguen esos mafiosos tras haber fallado con un explosivo que le encargaron. Exactamente el explosivo que encontraron los españoles en el tren mencionado el 25 de julio. Finalmente encontraron a Zac y lo intentaron liquidar, pero se encontraron la sorpresa de que no iba solo. Gabriella, una ex-sacerdotisa; y Mimi, la joven que actúa como su guardaespaldas.
Consiguieron salir al exterior, pero la multitud expectante era un gran impedimento para atravesar la plaza. Acabaron separándose sin quererlo. Edward se dio cuenta de que no estaba Nevan y comenzó a buscar entre la gente. El súcubo se había separado del resto sin siquiera darse cuenta. Gabriella, Mimi y Zac habían escapado por una callejuela estrecha que conducía al otro lado de la plaza.
Nevan acabó saliendo por otra calle empinada. Corrió cuesta arriba creyendo que se había quedado atrás y había perdido a sus compañeros y a Edward. Sin embargo, el súcubo acababa de meterse en la trampa que habían tendido a Zac. La rodearon dos hombres más apuntándola con armas de fuego.
Nevan estaba en un gran apuro. Rápidamente hechizó al que tenía enfrente e hizo que se acercase a ella. De este modo, Nevan retrocedería lentamente hasta entrar en contacto con el otro hombre que la rodeaba. Esa era la estrategia. Ella fingió estar sorprendida tras toparse con el otro hombre, pero él no se esperaba que Nevan se girase repentinamente y, girando sobre sí misma y alrededor del hombre con el que estaba en contacto, robó su arma y lo dejó en el suelo tras una patada que desequilibró al mafioso. El otro, que aún seguía hechizado, tropezó con el primero que estaba en el suelo y literalmente se comió el pavimento. Nevan salió corriendo de nuevo, esta vez con un arma de fuego cargada en sus manos.
Zac, Gabriella y Mimi habían llegado a la parte de atrás de la plaza. Zac utilizaría su coche para escapar. Las otras dos le acompañaron dentro. Justo en ese instante apareció un mafioso rezagado que dio la voz de alarma al resto. Zac intentó arrancar el coche. No pudo. No funcionaba en el momento más oportuno. El mafioso se acercaba al coche, pero de pronto un señor se abalanzó sobre este otro dejándolo en el suelo inconsciente tras golpearle la cabeza contra el duro pavimento.
Edward fue el que hizo tal cosa. Al ver que no podían arrancar el coche, intentó ayudarles, pero no iba a ser tarea fácil arrancarlo.
Se escuchó un disparo.
"¡Entra el jinete de Selva! ¡Comienza la carrera con Valdimontone en primera posición!"
Nevan se había perdido en las calles de Aneis. Esta vez sólo la emboscaba un hombre. Pero la había pillado por la espalda y la inmovilizó en el suelo agarrándola fuertemente del cuello, impidiendo su respiración.
"¡Primera curva de San Martino! ¡Valdimontone se cae de su caballo y el Águila va en primera posición!"
Nevan luchaba por escapar de su prisión, pero la falta de oxígeno hacía muy difícil cumplir ese cometido. El mafioso estaba dispuesto a dejarla inconsciente o incluso matarla por asfixia.
"¡Comienza la segunda vuelta! ¡El Águila sigue en primera posición seguido de la Lechuza y el Caracol!"
Nevan no pudo más. La rabia que le daba esa impotencia que tenía en ese momento hizo que sacase su verdadero poder. Abrió sus alas con su espalda apoyada en el suelo, para que así el contrincante saliese despedido hacia atrás.
El mafioso se encontraba en una calle estrecha con una mujer de ojos rojos brillantes y alas negras en su espalda. No es algo que parezca real, pero el miedo que tenía ese hombre no le permitía moverse.
- ¿Ya no quieres jugar? - Preguntó Nevan.
Resultó que este mafioso conocía el idioma, lo que le estremeció aún más.
- ¡N-n-no! ¡Déjame ir, por favor!
"¡Segunda curva de San Martino! Ningún jinete ha caído en ella en esta vuelta!"
- Qué pena. Mira las marcas que me has dejado en el cuello. ¿Te parece bonito? - Dijo Nevan mientras se acercaba.
- ¡No te acerques!
El mafioso disparó contra Nevan. Ella recibió el disparo en el estómago. En un par de segundos ya estaba la herida cerrada.
- ¿¡Qué demonios eres!?
- Tú mismo lo has dicho. Soy el demonio. Ahora mi papá quiere conocerte. Seguro que le encantará saber quién ha intentado matar a su hija, ¿no?
- O-oye... Yo sólo cumplo órdenes... No debería...
- Shh - mandó Nevan a que el hombre callase - Te quiero preguntar una cosa.
"¡La Lechuza adelanta al Águila justo antes de comenzar la última vuelta!"
- Pregunta lo que quieras.
- ¿Has visitado alguna vez el museo de la tortura?
El hombre perdió todo su color de piel en ese instante. Temblaba de miedo.
- Tranquilo, si no voy a hacerte ningún daño porque me caes bien. Te voy a hacer una pregunta más.
"Nadie adelanta en la curva de San Martino! La Lechuza continúa en primera posición seguida de cerca por el Águila!"
- D-dime...
- Ven a esta calle hoy a las 1:00. Por la noche.
- ¿Qué?
- Si no vienes, quizás te visite un amigo mío. Se llama Muerte.
- No, no, he entendido. Estaré aquí a la hora prevista. Sin retraso alguno.
- Más te vale. Y tienes que venir solo. No querrás que me enfade, ¿verdad?
- A-A sus órdenes, mi señora...
Nevan volvió a su forma humana y le preguntó cómo llegar a la plaza. Una vez indicada la dirección, Nevan presenció justamente el final de la carrera. El caballo de la Lechuza llegando a la meta.
"¡Y gana la Lechuza! ¡Vaya adelantamiento antes de la última vuelta! ¡Ha sido increíble!"
Zac consiguió arrancar el coche y escapar del lugar junto a Mimi y Gabriella. Edward, camino de la plaza, se encontró a Nevan.
- ¡Hija! Me habías preocupado. ¿Qué son esas marcas?
- Ya te contaré mañana. ¿Podemos tomar un descanso? Estoy cansadísima.
Ese día terminó así. Edward y Nevan descansaron en el hotel. Los otros tres ya estaban a salvo. Menudo día habían tenido todos.
*17 de julio, 1:00*
- Veo que has sido puntual, ¿eh?
- Sí. A estas horas yo debería estar en mi casa, durmiendo...
- No te preocupes, si me vas a llevar a ru casa - Dijo Nevan con una risilla.
- ¿Cómo?
- Ya me has oído. ¿Te recuerdo...?
- Vale, vale, no tienes que recordarme nada. Sígueme, no está demasiado lejos.
Una vez allí...
- ¿Para qué querías venir conmigo a mi casa a estas horas?
- Porque es divertido.
- ¿Cómo que divertido?
Nevan guiñó su ojo y puso una sonrisa picarona.
"Esta chica... No sé cómo lo hace, pero todos los hombres con los que se propone pasar la noche acaban pasándola con ella. Ojalá yo pudiese hacer lo mismo con las mujeres." - Edward Yolag
Aneis, una pequeña ciudad Ailatina donde todos los años se celebra tradicionalmente una carrera de caballos llamada "el Palio". Vienen personas de todo el mundo a verla porque es un espectáculo increíble.
Los habitantes nacidos en Aneis están divididos en 17 contradas, que son los "equipos" participantes en la carrera. Ganar dicha carrera es un gran honor durante todo el año para los pertenecientes a la contrada ganadora.
Las contradas tienen una bandera característica representando animales. Cabe destacar que existen rivalidades muy fuertes entre algunas contradas.
(Y esto es el centro de esta historia random bastante especial. He estado en Siena y visitado algunas otras ciudades italianas durante una semana y quise hacer una historieta sobre esta tradición, que me ha fascinado. ¡Espero que os guste! Si no, por lo menos lo he intentado.)
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*2 de julio*
"¡Ha ganado la contrada del Drago! ¡Increíble carrera por parte de su jinete!"
*25 de julio*
"Noticia: ¡Explosivo neutralizado en el tren! Suerte de unos extranjeros que dieron la voz de alarma."
*16 de agosto*
"¡Hoy se celebra el Palio en honor a la Virgen! ¡El segundo de este año! ¿Cuál será la contrada ganadora?"
- Nevan, ten siempre cuidado con lo que lleves en los bolsillos. Nunca se sabe en estos eventos tan multitudinarios si...
- Que sí, que tengo todo bien vigilado. Pobre de aquel que se atreva a tocar algo mío diría yo.
Edward y Nevan habían viajado a Aneis para expresamente presenciar el Palio. Al padre le encantó la tradición y puso todo su empeño para verlo. Nevan simplemente lo acompañó porque fue obligada por él. De todos modos, parece que le estaba gustando el país.
Faltaban 30 minutos aproximadamente para que diese comienzo la carrera. Los caballos y jinetes estaban desfilando por la plaza antes de colocarse en sus posiciones. La muchedumbre estaba impaciente.
Pocos minutos antes de la salida, pues se estaba retrasando por culpa de un caballo nervioso, se armó un revuelo que pasó desapercibido para los espectadores fervientes del Palio. Estaba teniendo lugar una trifulca en los pasillos de los palcos.
Un hombre con pelo castaño largo y barba abundante había sido disparado con un arma de fuego. Una mujer en togas negras de sacerdotisa estaba asistiéndolo mientras una joven estaba plantando cara a cuatro hombres armados.
Nevan y Edward salieron de su palco al escuchar el disparo y se encontraron en medio de la disputa. Asunto de la mafia, por lo que parece.
- ¡Van armados Nevan!
Eso fue lo que alcanzó a decir Edward antes de que fuese atrapada y encañonada por dos de los cuatro. Los otros dos estaban desarmados, pues la joven había aprovechado la distracción ocasionada para arrebatárselas, haciendo gala de una destreza impresionante. Ahora la joven estaba armada contra los dos hombres indefensos y Nevan estaba atrapada por los dos hombres armados. Edward tenía que hacer algo.
Había que remarcar el hecho de que ninguna de las partes podía comunicarse perfectamente. Los cuatro hombres hablaban ailatino, la joven no hablaba ni entendía ni el ailatino ni el idioma de Nevan y Edward, castellano.
Miradas fulminantes entre la joven y los hombres armados. Edward dio la espalda a los hombres y a su hija. Nevan cerró los ojos. Un espíritu salió del viejo, que se había puesto de puntillas y con las manos apuntando al señor barbudo. Este, que ya estaba casi recuperado gracias a la sacerdotisa, lanzó sin previo aviso un par de frascos que impactaron en el hombro de uno de los dos hombres armados provocando una pequeña explosión. Nevan consiguió librarse de sus captores en ese instante, aunque tenía parte de la barbilla con restos de quemaduras. Los cuatro hombres no quedaron bien parados como para seguir combatiendo con los cinco que los habían derrotado.
La decisión del hombre barbudo fue salir de aquel lugar. Era el momento perfecto para escabullirse, en breve comenzaría la carrera y todos prestarían atención a eso. En el camino de salida se presentaron todos.
Ese hombre de la barba se llamaba Zac. Es un alquimista, con lo que tiene buenos conocimientos de la naturaleza y las pociones, como aquella combinación explosiva que lanzó contra los mafiosos.
Sí, a Zac lo persiguen esos mafiosos tras haber fallado con un explosivo que le encargaron. Exactamente el explosivo que encontraron los españoles en el tren mencionado el 25 de julio. Finalmente encontraron a Zac y lo intentaron liquidar, pero se encontraron la sorpresa de que no iba solo. Gabriella, una ex-sacerdotisa; y Mimi, la joven que actúa como su guardaespaldas.
Consiguieron salir al exterior, pero la multitud expectante era un gran impedimento para atravesar la plaza. Acabaron separándose sin quererlo. Edward se dio cuenta de que no estaba Nevan y comenzó a buscar entre la gente. El súcubo se había separado del resto sin siquiera darse cuenta. Gabriella, Mimi y Zac habían escapado por una callejuela estrecha que conducía al otro lado de la plaza.
Nevan acabó saliendo por otra calle empinada. Corrió cuesta arriba creyendo que se había quedado atrás y había perdido a sus compañeros y a Edward. Sin embargo, el súcubo acababa de meterse en la trampa que habían tendido a Zac. La rodearon dos hombres más apuntándola con armas de fuego.
Nevan estaba en un gran apuro. Rápidamente hechizó al que tenía enfrente e hizo que se acercase a ella. De este modo, Nevan retrocedería lentamente hasta entrar en contacto con el otro hombre que la rodeaba. Esa era la estrategia. Ella fingió estar sorprendida tras toparse con el otro hombre, pero él no se esperaba que Nevan se girase repentinamente y, girando sobre sí misma y alrededor del hombre con el que estaba en contacto, robó su arma y lo dejó en el suelo tras una patada que desequilibró al mafioso. El otro, que aún seguía hechizado, tropezó con el primero que estaba en el suelo y literalmente se comió el pavimento. Nevan salió corriendo de nuevo, esta vez con un arma de fuego cargada en sus manos.
Zac, Gabriella y Mimi habían llegado a la parte de atrás de la plaza. Zac utilizaría su coche para escapar. Las otras dos le acompañaron dentro. Justo en ese instante apareció un mafioso rezagado que dio la voz de alarma al resto. Zac intentó arrancar el coche. No pudo. No funcionaba en el momento más oportuno. El mafioso se acercaba al coche, pero de pronto un señor se abalanzó sobre este otro dejándolo en el suelo inconsciente tras golpearle la cabeza contra el duro pavimento.
Edward fue el que hizo tal cosa. Al ver que no podían arrancar el coche, intentó ayudarles, pero no iba a ser tarea fácil arrancarlo.
Se escuchó un disparo.
"¡Entra el jinete de Selva! ¡Comienza la carrera con Valdimontone en primera posición!"
Nevan se había perdido en las calles de Aneis. Esta vez sólo la emboscaba un hombre. Pero la había pillado por la espalda y la inmovilizó en el suelo agarrándola fuertemente del cuello, impidiendo su respiración.
"¡Primera curva de San Martino! ¡Valdimontone se cae de su caballo y el Águila va en primera posición!"
Nevan luchaba por escapar de su prisión, pero la falta de oxígeno hacía muy difícil cumplir ese cometido. El mafioso estaba dispuesto a dejarla inconsciente o incluso matarla por asfixia.
"¡Comienza la segunda vuelta! ¡El Águila sigue en primera posición seguido de la Lechuza y el Caracol!"
Nevan no pudo más. La rabia que le daba esa impotencia que tenía en ese momento hizo que sacase su verdadero poder. Abrió sus alas con su espalda apoyada en el suelo, para que así el contrincante saliese despedido hacia atrás.
El mafioso se encontraba en una calle estrecha con una mujer de ojos rojos brillantes y alas negras en su espalda. No es algo que parezca real, pero el miedo que tenía ese hombre no le permitía moverse.
- ¿Ya no quieres jugar? - Preguntó Nevan.
Resultó que este mafioso conocía el idioma, lo que le estremeció aún más.
- ¡N-n-no! ¡Déjame ir, por favor!
"¡Segunda curva de San Martino! Ningún jinete ha caído en ella en esta vuelta!"
- Qué pena. Mira las marcas que me has dejado en el cuello. ¿Te parece bonito? - Dijo Nevan mientras se acercaba.
- ¡No te acerques!
El mafioso disparó contra Nevan. Ella recibió el disparo en el estómago. En un par de segundos ya estaba la herida cerrada.
- ¿¡Qué demonios eres!?
- Tú mismo lo has dicho. Soy el demonio. Ahora mi papá quiere conocerte. Seguro que le encantará saber quién ha intentado matar a su hija, ¿no?
- O-oye... Yo sólo cumplo órdenes... No debería...
- Shh - mandó Nevan a que el hombre callase - Te quiero preguntar una cosa.
"¡La Lechuza adelanta al Águila justo antes de comenzar la última vuelta!"
- Pregunta lo que quieras.
- ¿Has visitado alguna vez el museo de la tortura?
El hombre perdió todo su color de piel en ese instante. Temblaba de miedo.
- Tranquilo, si no voy a hacerte ningún daño porque me caes bien. Te voy a hacer una pregunta más.
"Nadie adelanta en la curva de San Martino! La Lechuza continúa en primera posición seguida de cerca por el Águila!"
- D-dime...
- Ven a esta calle hoy a las 1:00. Por la noche.
- ¿Qué?
- Si no vienes, quizás te visite un amigo mío. Se llama Muerte.
- No, no, he entendido. Estaré aquí a la hora prevista. Sin retraso alguno.
- Más te vale. Y tienes que venir solo. No querrás que me enfade, ¿verdad?
- A-A sus órdenes, mi señora...
Nevan volvió a su forma humana y le preguntó cómo llegar a la plaza. Una vez indicada la dirección, Nevan presenció justamente el final de la carrera. El caballo de la Lechuza llegando a la meta.
"¡Y gana la Lechuza! ¡Vaya adelantamiento antes de la última vuelta! ¡Ha sido increíble!"
Zac consiguió arrancar el coche y escapar del lugar junto a Mimi y Gabriella. Edward, camino de la plaza, se encontró a Nevan.
- ¡Hija! Me habías preocupado. ¿Qué son esas marcas?
- Ya te contaré mañana. ¿Podemos tomar un descanso? Estoy cansadísima.
Ese día terminó así. Edward y Nevan descansaron en el hotel. Los otros tres ya estaban a salvo. Menudo día habían tenido todos.
*17 de julio, 1:00*
- Veo que has sido puntual, ¿eh?
- Sí. A estas horas yo debería estar en mi casa, durmiendo...
- No te preocupes, si me vas a llevar a ru casa - Dijo Nevan con una risilla.
- ¿Cómo?
- Ya me has oído. ¿Te recuerdo...?
- Vale, vale, no tienes que recordarme nada. Sígueme, no está demasiado lejos.
Una vez allí...
- ¿Para qué querías venir conmigo a mi casa a estas horas?
- Porque es divertido.
- ¿Cómo que divertido?
Nevan guiñó su ojo y puso una sonrisa picarona.
"Esta chica... No sé cómo lo hace, pero todos los hombres con los que se propone pasar la noche acaban pasándola con ella. Ojalá yo pudiese hacer lo mismo con las mujeres." - Edward Yolag
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