- Bien! Ya está atardeciendo. Comencemos el ritual. - Ordenó el monje mandatario.
- Sois unos... - Intentó decir Bart, pero no tenía palabras para terminar la frase.
- Adelante! Traedla!
Aparecieron tres monjes, llevando un gran tronco. Nevan estaba atada a eso, inconsciente todavía. Enterraron el pie del tronco en un surco previamente hecho para el rito. Todos estaban sintiendo una gran sensación de impotencia al ver a su compañera, la que Edward consideraba como hija y que ellos no podían proteger. Bart tiraba con fuerza de sus ataduras, Gerald evitaba mirar, Liza casi lloraba y Edgar se sentía mal viendo así a ambas mujeres.
- Podemos comenzar! Tienes tu última oportunidad, criatura del diablo, de ser perdonada! - Gritaba el monje.
- ...
- No es justo! Está inconsciente! - Replicó Liza.
Hicieron caso omiso a la voz de Liza. Sin embargo, el mandatario abrió sus ojos como platos, aunque no escuchara nada ni el grupo hubiera visto su rostro. Estuvo pálido durante unos instantes y después continuó.
En realidad, lo que había escuchado era la voz de Nevan.
- Ya ha anochecido y no hemos encendido la hoguera. Friedrick! Procede.
Un monje apareció con una antorcha encendida, dispuesto a prender fuego a Nevan. Friedrick también se detuvo frente al súcubo inconsciente. Este también se volvió pálido y cayó desmayado. Pero la antorcha al caer prendió la hoguera.
Sólo cuatro monjes se quedaron en vela, vigilando la escena. El resto fue a dormir. El caso fue el siguiente: Todos los durmientes tuvieron pesadillas. Pesadillas con Nevan. En realidad eran sueños eróticos, pues es la esencia de la mitología que trata los súcubos. Los monjes tenían este tipo de sueños y los reflejaban en criaturas con alas y cola demoníacas. Tal y como era Nevan transformada.
La hoguera seguía ardiendo. Edgar se durmió sin darse cuenta y Bart también. Liza no podía hacer otra cosa que observar tristemente el fuego. Ni un solo grito de dolor. Nada. Muerte de la noche al día. Te duermes, y no despiertas más. Muy triste.
Pero siempre hay un pero, en este caso un milagro. Nevan salió de aquella hoguera. Caminando tranquilamente. Apartando el fuego que la envolvía. Liza no podía creérselo, parecía que estaba soñando. Pero cuando el súcubo se acercó a Liza y susurró: "Ahora, ellos serán los que se arrepientan." Supo que no era ningún sueño. Sus ataduras fueron destrozadas por las manos de Nevan y las de todos los demás también. Los cinco ya despiertos, los monjes que se suponía iban a velar para que no ocurriese esto, dormidos y soñando con Nevan, fueron a la gran biblioteca de la ermita y se refugiaron allí. Todos escondidos, hablaron.
- Aún no sé cómo has conseguido escapar. - Se decía Bart.
- Pues porque a algo que viene del infierno no se le puede atacar con fuego. No sirve de nada! Ja, ja... - Rió Nevan.
- Y ahora qué vamos a hacer? - Preguntó Gerald.
- Pues darles un sustillo a todos los que pasen por la biblioteca. - Dijo Liza, riendo levemente.
- Venga, vamos al lío. - Terminó Bart, mientras se levantaba y empezaba a mover una estantería - Esto... Qué hay que hacer, exactamente?
Y entre esas risas termina este capítulo. Habrá más acción en China, tenedlo asegurado. El "Reto de la Gran Muralla" es duro y complicado. Más de un apuro van a tener.
Historietas de fantasía que escribo en mi tiempo libre. Los personajes: Edward Yolag, Lucas Tefd, Bart Chill, Gerald Paul, Edgar Eagler, Paulina Gao, Liza Carr, Gabriella, Mimi, Zac y Zerofrost son de mi invención y de mis compañeros. El resto de personajes descritos pertenecen o están basados en diferentes compañías.
sábado, 28 de junio de 2014
viernes, 20 de junio de 2014
WBG: Nevan capturada y un nuevo reto
En el episodio anterior...
"Qué hablaron Liza y Nevan?"
- Cómo puedes transformarte en algo así en este juego? No es algo normal.
- Sencillo. Descubrí que el poder se ha copiado del que ya teníamos fuera del juego y se han añadido nuevas cosas con las espadas.
- Pero... Zerofrost dijo que él no podía utilizar todo su potencial.
- Yo tampoco. Simplemente he usado una de mis mejores bazas. El poder que obtengo es sobrecogedor. Pero no durará mucho más. Tiene un límite, así que me desmayaré pronto.
- Cómo? Desmayarte? Eso es bueno utilizarlo, Nevan?
- No creo. Sólo me echo una larga siesta y ya.
- En cuánto tiempo despiertas?
- En unas... 24 horas.
- Un día entero?
- Sí. Es raro?
- Lo es, Nevan. Lo es...
Nevan cayó dormida sin previo aviso. Su aspecto iba cambiando hacia su forma original. Entonces cuatro monjes aparecieron de la nada, sorprendiendo a Liza por la espalda y dos de ellos la inmovilizaron. Los otros dos llevaban a Nevan.
- Pero qué...
- No te muevas.
- Por qué os la estáis llevando?
- Esa chica es un peligro. Un súcubo! Imagina si se descontrola! Puede convertirse en un peligro nacional! La quemaremos en seguida. Cuando llegue el atardecer.
- Cómo!? Q-quemarla? - Preguntaba Liza, aún incrédula de lo que sus oídos escuchaban.
- Una criatura del demonio debe estar con sus demonios. No aquí.
- Pero... No podéis! No es...
- Te has quedado sin palabras para defenderla, verdad? Eso es signo de que no hay modo de evitar su destino. Así son las cosas. Ahora no te vas a resistir y te vamos a atar junto a tus compañeros.
- Cómo!? Habéis conseguido atraparlos?
- No ha sido fácil. Sobre todo el grandullón. Ocho han sido necesarios para atarlo firmemente.
- No es posible... Qué está pasando!? Por qué está saliendo todo tan mal?
Este episodio deja una pregunta en el aire: Podrá Nevan escapar al destino que la aguarda?
...
Mientras tanto, veamos qué ha hecho el otro grupo. Han atravesado ya la India?
- Mira! Veo la gran muralla! Hemos hecho un trayecto bastante largo, suerte que era con este elefante. - Decía Edward.
- Si le he puesto nombre incluso! - Reía Lucas - Shupaf! A ver si aceleramos! Que ya queda poco.
- Queréis dejar de decir tonterías? Preparaos para lo que nos espera! Una caminata de lo más aburrida. Ladrillos y ladrillos... - Se quejaba Paulina.
- Siempre andas quejándote. Disfruta un poco del viaje, no? - Se pronunciaba Zero finalmente - Ya queda muy poco para llegar a Japón!
Pero cierto era que ya habían atravesado en elefante más de media China. Si hubieran ido caminando, habrían tardado muchísimo más tiempo. Ahora, llegaron a La Gran Muralla. Qué les esperaba allí? Dos hombres. Uno con una gran cámara y otro con una libreta cerrada en mano. Hablaban nerviosamente y se podía entender lo que decían desde varios metros.
- Y qué hacemos ahora? - decía el de la libreta.
- Pues no lo sé. Si se han rajado, no podemos hacer nada. Cómo probamos la prueba de la Gran Muralla si no tenemos gente que la pruebe? - Contestaba el otro.
- Oye, mira a esos que vienen del elefante.
- Para qué? Dos chavales, una chica y un anciano. Qué estás pensando?
- Vamos a preguntarles si quieren probarlo.
- Si vienen en elefante tendrán prisa. No creo que quieran.
- Y si les teletransportamos hasta donde quieran ir si alguno completa el reto?
- Les estás dando mucho, no?
- Qué va. Por algo soy moderador de administración. Puedo permitirme eso.
- Qué se le va a hacer. Perdonen! Ustedes! Un momento!
Llamaron a los cuatro, que detuvieron un momento su marcha.
- Pueden contestar a unas preguntas? - Preguntaba el moderador, el que llevaba la libreta - Será sólo un momento.
- Bueno, por qué no? - Contestó Edward.
- Está bien. Sus nombres, por favor?
- Yo soy Edward, y ellos son Zerofrost, Paulina y Lucas.
- Adónde se dirigen?
- Hacia Japón, de viaje para visitarlo.
- Viajar es peligroso en este mundo sólo para visitar lugares. - Apuntó el de la cámara.
- No nos interrumpas, por favor. - Ordenó el moderador - Continuemos. Qué les parece si les teletransportamos allí?
- En serio harían eso? - Preguntó Paulina.
- Con una condición.
- Ya sabía yo que había algún truco - Dijo Zero.
- Si participáis y ganáis el reto que teníamos previsto grabar. Estarán en una Gran Muralla de pruebas, viendo cómo funciona. Si el "Reto de la Gran Muralla" sale bien y lo superáis, seréis teletransportados hasta la costa de Japón.
- Y cómo es ese reto? - Preguntó Lucas.
- Una prueba de supervivencia en batalla. Individualmente.
- Puedo sugerir algo? - Preguntó Edward.
- Dígame. - Contestó el moderador.
- Por qué no retransmitís esra prueba? Pueden probarlo y así los mejores podrán ser vistos por los jugadores y así ellos mejorarán a base de imitar lo que ven.
- Esa es una buena idea! - Dijo el cámara.
- Pero... Tendríamos que probarlo primero. - Objetó el moderador.
- Pueden probarlo con estos cinco. Son compañeros nuestros. Sus nombres son Nevan, Bart, Gerald, Liza y Edgar. Están en Alemania, supongo. Creo que son suficientes datos, no?
- En efecto, señor Edward! Qué gran idea! Cuando se entere el GameMaster... - Decía ilusionado el cámara.
- Está bien. Vamos a prepararlo todo para retransmitir esto a los seleccionados! Adelante!
Así va a acabar este episodio intermedio. Por qué intermedio? No he tenido tanto tiempo porque... Me voy a Praga 4 días! Y allí no puedo subir blog, así que... Os lo adelanto al viernes porque me voy en un par de horas. He estado contrarreloj para subir este episodio. Espero que os guste y os gusten los siguientes.
Mientras, en Alemania...
- Cómo? Que si quiero tener noticias de Edward, Paulina, Zerofrost y Lucas? Pues claro! - Leyó Edgar.
- Chicos! Vamos a poder ver combatir en un reto a los otros cuatro del grupo! Ya están en China! - Dijo Gerald después.
- Pero antes tendremos que salvar a Nevan, no? Que la van a quemar, inconscientes! Y estamos inmovilizados!! - Ordenaba Liza, ya fuera de sí, preocupada por su amiga.
sábado, 14 de junio de 2014
WBG: Defensa de la ermita, el gigante montés.
- Oye... No se ha nublado el día de repente? - Dijo extrañada Liza.
En efecto. Todos estaban en las afueras del edificio antiguo de los monjes. Una mañana de sol intenso había que aprovecharla. Nunca se sabía cuándo iba a llegar el mal tiempo a las tierras alemanas. En este caso, parecía que las nubes estaban arremolinándose, pero esa no era la causa de la sombra repentina. El suelo comenzó a temblar. Todos miraron al cielo. Un gigante se aproximaba.
- Pero qué es esa cosa? - Gritaba Nevan
- Es un gigante montés! - Respondió uno de los monjes - Seguro que esos polacos lo han convencido para atacar!
Había que actuar con rapidez. Bart no estaba seguro sobre si podría apenas aguantar un golpe de esa masa de piedra. Liza y Nevan se preparaban para luchar. Gerald más de lo mismo, alimentando un poco a su mascota lagarto. Edgar no se había enterado hasta largo rato de haber temblado el suelo. No tuvo tiempo de ponerse en el frente de batalla. Cuatro guerreros contra un gigante.
Comenzaron las hostilidades. El gigante estaba fuera de sí. Arrasaba con todo a su paso. Bart consiguió atraer su atención y todos comenzaron con sus técnicas de espada.
Esto no duraría mucho. El gigante poseía una fuerza y un tamaño descomunal. Fácilmente pudo agarrar a Liza con una de sus manos sin dejar de pelear. Bart no podía hacer otra cosa que evitar el avance del gigante, y esto no duraría mucho tiempo. Gerald perdió su principal fuente de daño. Su lagarto, que era también de tamaño considerable, fue aplastado por el pie del coloso. Gerald no era tan bueno en ataque cuerpo a cuerpo como los demás, así que no se notaba apenas un rasguño en la piel rocosa del gigante.
- Ayuda!
Edgar pedía refuerzos desde el otro lado de la ermita. Era un ataque por ambos flancos. Cuatro espadachines brujos contra Edgar. Podrá arreglárselas solo? Porque Nevan tiene que hacer lo propio contra uno solo, pero este es un gigante.
- Por qué arrasas con la naturaleza, gigante!? - Chilló Nevan, para intentar hacer entrar en razón al montón de piedra en el caso de que estuviese fuera de sus casillas.
La respuesta tardó unos momentos, pero el gigante, sorprendentemente, contestó.
- Porque así se me ha ordenado - dijo con voz monótona.
- (Poseído, verdad? Creo que me va a servir ser un súcubo en este mundo a pesar de todo) - pensó Nevan, sonriendo levemente.
- Nevan! Qué haces? Ataca a esta cosa de una vez! - Gritaba Bart.
- Bajadme de aquíiiiiii!!! - Chillaba Liza desde lo alto de la gigantesca mano izquierda rocosa.
- Chicos, lo siento, pero este gigante va a ser reducido a polvo si no quiere colaborar. Ja, ja, ja, ja... - Reía Nevan de una manera nunca escuchada por el resto. Era una risa de malvada de película.
- Que comience la demolición! - Gritó Nevan.
Tras esto, el aspecto del súcubo empezó a cambiar. Su pelo, antes negro, empezó a tornarse blanco y muy largo. Su piel empezaba a enrojecer rápidamente y crecían cuernos de la cabeza de la chica. Una transformación infernal se estaba llevando a cabo en el cuerpo de Nevan. Ahora se parecería a su forma original, antes de llegar al mundo humano. La ropa que cubría al súcubo cambió completamente. Ahora, llevaba un corsé negro y falda. Nadie supo de donde salía tal vestuario, y nadie supo cómo había cambiado de esa manera. Era una chica totalmente distinta.
- Quieres pasar un buen rato, gigantón? Ji, ji, ji... - Decía Nevan.
El demonio desenfundó una espada de forma curva y color rojizo. Si se miraba con detenimiento, la hoja brillaba con destellos del mismo color. Nevan se preparó para cargar hacia el gigante, pero fue un visto y no visto la acción que tuvo lugar. La masa de piedra caía rendida lentamente tras un toque de Nevan, que se había conseguido posar encima de su cabeza de un increíble salto.
- N-Nevan!? - Dijo Liza asustada tras ver a su compañera tan cambiada.
- Dime. - Contestó secamente el súcubo.
- Tú... Esto... Vale... Un momento! Por qué no tienes alas?
- Eso se explica más adelante, listilla. - Contestaba Nevan con una voz retumbante. No parecía la suya.
- Pero vamos a ver... Qué dices de alas? - Preguntó Gerald.
- Las que... Uh...
- La has liado, Liza. Ahora todos saben que soy un súcubo.
- Pero...
- Un súcubo!? - Interrumpió Bart - Increíble! Existen de verdad!
- Dejadnos solas un momento. Edgar estaba pidiendo ayuda. Probablemente lo hayan matado esos polacos, ji, ji...
- Cómo te puedes reír diciendo algo así!? - exclamó sorprendido Gerald mientras corría hacia la otra parte de la ermita.
...
- Para qué has dicho que querías hablar conmigo? - preguntó tímidamente Liza.
- Hmm... Al principio sólo quería darte unos cuantos latigazos por irte de la lengua, pero...
Liza estaba con los ojos como platos con ese inicio de la explicación.
- Creo que te perdonaré a cambio de una cosa.
- El qué? - preguntó Liza, que se esperaba algo extraño.
- Dame latigazos a mí.
- Cóooomoooo!? No entiendo, espera un minuto... No, no entiendo nada. No quiero darte latigazos! Estás loca?
- Loca? Hmm... Si sólo fuese eso estarías mucho más tranquila. Hablamos luego, vale? Te esperaré.
- Pero...
- Nada de peros. O quieres volver a mi primera opción?
- A-Adiós, Nevan. Adiós.
Qué ocurrió durante el combate contra el gigante en la parte trasera de la ermita?
- Anda... Un defensor de los monjes cagados alemanes... Quién quiere quitárselo primero de encima? - Preguntaba riéndose un espadachín polaco.
- Pero, por qué atacáis? - Preguntó Edgar sin hacer caso a lo que decía el otro.
- Porque estos cagados nos expulsaron por ser de otro país! Increíble! Qué discriminación!
- Sólo por eso?
- Sí! Algún problema, herrero oxidado?
- Sí, hay un problema. Que no vais a pasar de aquí.
Edgar desenfundó dos espadas y atacó al espadachín-brujo más adelantado. Este bloqueó rápidamente ambos ataques con una sola espada y oxidó las dos hojas de Edgar.
- Qué lástima. Veis, compañeros? El herrero no sabe hacer espadas porque se oxidan. Ja, ja, ja, ja...
- Continuemos!
Edgar sacó otro par más de espadas, pero esta vez apuntaron a dos sitios distintos, de forma que no podían ser bloqueados por una sola hoja. Aunque una de las estocadas fue esquivada y otra bloqueada, ambas se oxidaron como las anteriores.
- No puedes hacer nada contra nosotros. Ríndete!
- ... Me habéis hecho dudar, pero puedo destrozaros en una sola habilidad.
- Enséñala pues, debilucho!
Edgar sacó una espada más, y otra, y otra, y otra... Un arsenal completo de espadas y armas de filo.
- Interesante... Quieres todo esto convertido en chatarra?
- No. La quiero... En un aluvión de acero!
Edgar agarró todo lo que pudo y lo lanzó hacia los espadachines-brujos. La prepotencia de estos les ha llevado a arruinar una conquista fácil, hasta que Edgar se hubiera cabreado con ellos. Todos salieron huyendo de una tormenta de hojas afiladas. Tras eso, llegaron Bart y Gerald para notificar que todo estaba en perfectas condiciones.
Misión cumplida! Edgar sin duda tiene una habilidad para crear miles de armas y Nevan se ha transformado obteniendo un poder sobrecogedor. Qué habrán hablado más tarde Liza y Nevan? En el próximo episodio mejor, este ya ha sido largo e intenso. Gracias por su lectura y paciencia!
(He de decir, que me lo he pasado muy bien escribiendo este episodio. Así que estoy seguro de que os ha encantado. Hasta la semana que viene!)
En efecto. Todos estaban en las afueras del edificio antiguo de los monjes. Una mañana de sol intenso había que aprovecharla. Nunca se sabía cuándo iba a llegar el mal tiempo a las tierras alemanas. En este caso, parecía que las nubes estaban arremolinándose, pero esa no era la causa de la sombra repentina. El suelo comenzó a temblar. Todos miraron al cielo. Un gigante se aproximaba.
- Pero qué es esa cosa? - Gritaba Nevan
- Es un gigante montés! - Respondió uno de los monjes - Seguro que esos polacos lo han convencido para atacar!
Había que actuar con rapidez. Bart no estaba seguro sobre si podría apenas aguantar un golpe de esa masa de piedra. Liza y Nevan se preparaban para luchar. Gerald más de lo mismo, alimentando un poco a su mascota lagarto. Edgar no se había enterado hasta largo rato de haber temblado el suelo. No tuvo tiempo de ponerse en el frente de batalla. Cuatro guerreros contra un gigante.
Comenzaron las hostilidades. El gigante estaba fuera de sí. Arrasaba con todo a su paso. Bart consiguió atraer su atención y todos comenzaron con sus técnicas de espada.
Esto no duraría mucho. El gigante poseía una fuerza y un tamaño descomunal. Fácilmente pudo agarrar a Liza con una de sus manos sin dejar de pelear. Bart no podía hacer otra cosa que evitar el avance del gigante, y esto no duraría mucho tiempo. Gerald perdió su principal fuente de daño. Su lagarto, que era también de tamaño considerable, fue aplastado por el pie del coloso. Gerald no era tan bueno en ataque cuerpo a cuerpo como los demás, así que no se notaba apenas un rasguño en la piel rocosa del gigante.
- Ayuda!
Edgar pedía refuerzos desde el otro lado de la ermita. Era un ataque por ambos flancos. Cuatro espadachines brujos contra Edgar. Podrá arreglárselas solo? Porque Nevan tiene que hacer lo propio contra uno solo, pero este es un gigante.
- Por qué arrasas con la naturaleza, gigante!? - Chilló Nevan, para intentar hacer entrar en razón al montón de piedra en el caso de que estuviese fuera de sus casillas.
La respuesta tardó unos momentos, pero el gigante, sorprendentemente, contestó.
- Porque así se me ha ordenado - dijo con voz monótona.
- (Poseído, verdad? Creo que me va a servir ser un súcubo en este mundo a pesar de todo) - pensó Nevan, sonriendo levemente.
- Nevan! Qué haces? Ataca a esta cosa de una vez! - Gritaba Bart.
- Bajadme de aquíiiiiii!!! - Chillaba Liza desde lo alto de la gigantesca mano izquierda rocosa.
- Chicos, lo siento, pero este gigante va a ser reducido a polvo si no quiere colaborar. Ja, ja, ja, ja... - Reía Nevan de una manera nunca escuchada por el resto. Era una risa de malvada de película.
- Que comience la demolición! - Gritó Nevan.
Tras esto, el aspecto del súcubo empezó a cambiar. Su pelo, antes negro, empezó a tornarse blanco y muy largo. Su piel empezaba a enrojecer rápidamente y crecían cuernos de la cabeza de la chica. Una transformación infernal se estaba llevando a cabo en el cuerpo de Nevan. Ahora se parecería a su forma original, antes de llegar al mundo humano. La ropa que cubría al súcubo cambió completamente. Ahora, llevaba un corsé negro y falda. Nadie supo de donde salía tal vestuario, y nadie supo cómo había cambiado de esa manera. Era una chica totalmente distinta.
- Quieres pasar un buen rato, gigantón? Ji, ji, ji... - Decía Nevan.
El demonio desenfundó una espada de forma curva y color rojizo. Si se miraba con detenimiento, la hoja brillaba con destellos del mismo color. Nevan se preparó para cargar hacia el gigante, pero fue un visto y no visto la acción que tuvo lugar. La masa de piedra caía rendida lentamente tras un toque de Nevan, que se había conseguido posar encima de su cabeza de un increíble salto.
- N-Nevan!? - Dijo Liza asustada tras ver a su compañera tan cambiada.
- Dime. - Contestó secamente el súcubo.
- Tú... Esto... Vale... Un momento! Por qué no tienes alas?
- Eso se explica más adelante, listilla. - Contestaba Nevan con una voz retumbante. No parecía la suya.
- Pero vamos a ver... Qué dices de alas? - Preguntó Gerald.
- Las que... Uh...
- La has liado, Liza. Ahora todos saben que soy un súcubo.
- Pero...
- Un súcubo!? - Interrumpió Bart - Increíble! Existen de verdad!
- Dejadnos solas un momento. Edgar estaba pidiendo ayuda. Probablemente lo hayan matado esos polacos, ji, ji...
- Cómo te puedes reír diciendo algo así!? - exclamó sorprendido Gerald mientras corría hacia la otra parte de la ermita.
...
- Para qué has dicho que querías hablar conmigo? - preguntó tímidamente Liza.
- Hmm... Al principio sólo quería darte unos cuantos latigazos por irte de la lengua, pero...
Liza estaba con los ojos como platos con ese inicio de la explicación.
- Creo que te perdonaré a cambio de una cosa.
- El qué? - preguntó Liza, que se esperaba algo extraño.
- Dame latigazos a mí.
- Cóooomoooo!? No entiendo, espera un minuto... No, no entiendo nada. No quiero darte latigazos! Estás loca?
- Loca? Hmm... Si sólo fuese eso estarías mucho más tranquila. Hablamos luego, vale? Te esperaré.
- Pero...
- Nada de peros. O quieres volver a mi primera opción?
- A-Adiós, Nevan. Adiós.
Qué ocurrió durante el combate contra el gigante en la parte trasera de la ermita?
- Anda... Un defensor de los monjes cagados alemanes... Quién quiere quitárselo primero de encima? - Preguntaba riéndose un espadachín polaco.
- Pero, por qué atacáis? - Preguntó Edgar sin hacer caso a lo que decía el otro.
- Porque estos cagados nos expulsaron por ser de otro país! Increíble! Qué discriminación!
- Sólo por eso?
- Sí! Algún problema, herrero oxidado?
- Sí, hay un problema. Que no vais a pasar de aquí.
Edgar desenfundó dos espadas y atacó al espadachín-brujo más adelantado. Este bloqueó rápidamente ambos ataques con una sola espada y oxidó las dos hojas de Edgar.
- Qué lástima. Veis, compañeros? El herrero no sabe hacer espadas porque se oxidan. Ja, ja, ja, ja...
- Continuemos!
Edgar sacó otro par más de espadas, pero esta vez apuntaron a dos sitios distintos, de forma que no podían ser bloqueados por una sola hoja. Aunque una de las estocadas fue esquivada y otra bloqueada, ambas se oxidaron como las anteriores.
- No puedes hacer nada contra nosotros. Ríndete!
- ... Me habéis hecho dudar, pero puedo destrozaros en una sola habilidad.
- Enséñala pues, debilucho!
Edgar sacó una espada más, y otra, y otra, y otra... Un arsenal completo de espadas y armas de filo.
- Interesante... Quieres todo esto convertido en chatarra?
- No. La quiero... En un aluvión de acero!
Edgar agarró todo lo que pudo y lo lanzó hacia los espadachines-brujos. La prepotencia de estos les ha llevado a arruinar una conquista fácil, hasta que Edgar se hubiera cabreado con ellos. Todos salieron huyendo de una tormenta de hojas afiladas. Tras eso, llegaron Bart y Gerald para notificar que todo estaba en perfectas condiciones.
Misión cumplida! Edgar sin duda tiene una habilidad para crear miles de armas y Nevan se ha transformado obteniendo un poder sobrecogedor. Qué habrán hablado más tarde Liza y Nevan? En el próximo episodio mejor, este ya ha sido largo e intenso. Gracias por su lectura y paciencia!
(He de decir, que me lo he pasado muy bien escribiendo este episodio. Así que estoy seguro de que os ha encantado. Hasta la semana que viene!)
viernes, 6 de junio de 2014
WBG: La jungla del viento
Una vez en el refugio de las plantas, el grupo se preparó para moverse antes de que cayera la noche, pues estaba atardeciendo.
- Bueno, el oeste está hacia allí, así que vamos hacia el lado contrario y un poco al norte. - Se orientaba Lucas.
- Tengamos cuidado entonces. No sabemos qué nos puede saltar de entre la maleza - Advirtió Paulina.
- No será que tienes miedo, verdad? - Lucas ya volvía a meterse con Pau.
- Sssh! - Interrumpió Zero - Creo que he oído algo moverse.
En efecto, cuando los cuatro se dieron cuenta de que un tigre estaba justo detrás de ellos se asustaron terriblemente. Todos menos Lucas, que rápidamente cortó en cachitos al animal.
- Se lo merecía, por no avisar antes de entrar. - Reía Lucas.
- No te ha asustado? - Preguntó Edward.
- Claro, pero yo no me quedo como vosotros si me sorprenden. Si os pillan por sorpresa no podéis hacer nada. - Terminó explicando Lucas Tefd.
- Y si seguimos y no nos quedamos aquí parados? Igual si avanzamos un poco encontraremos un refugio para la noche, no? - Propuso Paulina sin esperar respuesta, pues ella ya estaba caminando hacia delante.
Pues así hicieron. Caminaron, descansaron de noche y cuando amaneció, había alguien cerca del grupo. El primero en despertarse fue Edward, que preparó su baraja para enfrentarse al enemigo en el caso de que fuera hostil, pero no era así.
- Qué hacéis vosotros aquí? - Habló el desconocido en lenguaje común.
- Tenemos que ir a la Gran Muralla China. Quién eres tú?
- Soy Mau "Rompecocos". De los "Feroces del este". No seréis de los estúpidos "Luchadores del oeste", verdad?
- No, no. Nosotros hemos venido en barco desde muy lejos. No sabemos nada de aquí.
Ya se iban despertando los demás durante la conversación. Mau decidió acompañar al grupo a su aldea, pues quedaba de camino al este, a la Gran Muralla. Pero había que recorrer un largo trecho por la espesura de la jungla. Durante el camino a la aldea, Mau explicó un problema que iban a tener.
- No habéis sido muy afortunados viniendo aquí en este tiempo. Pronto, el viento se levantará.
- Pero sólo con unas ráfagas de viento no nos pasará nada, no? - Preguntaba Lucas.
- No subestimes a la naturaleza. Ella te puede controlar si lo desea. - Advirtió Mau.
- Pues vale. Si tú lo dices...
- Los últimos vientos se llevaron la casa de Kil "Puestofuerte". Y esa era la más resistente de toda la aldea. Incluso perdimos a un miembro porque se lo llevó el tifón.
- Tan fuertes son? - Preguntaba Zero.
- No los puedes imaginar. Dice el ancestro que el Dios del Viento no es el causante de esto, sino otra cosa desconocida. La incertidumbre nos tiene en ascuas.
Pues cuando llegaron, estaba la tribu tan ocupada preparando un ritual que nadie se dio cuenta de la llegada de extranjeros. Mau fue a hablar con el ancestro Ank "Caminaluz" sobre el grupo y sobre el ritual que estaban haciendo. El ancestro se puso contentísimo al saber que había una mujer entre los extranjeros, pues era necesaria para la realización del rito que estaban improvisando.
- Cómo? No, me niego. No me podeis obligar. Que lleguemos a un sitio y tenga que hacer algo por ellos sin recibir nada a cambio no me parece normal. No. - Se quejaba Paulina tras saber que iba a tener que bailar en el ritual que había preparado Ank "Caminaluz".
- Pero... - Intentaba decir Edward para convencerla.
- Nada de peros. He dicho que no. Mucho habría que hacer para hacerme cambiar de opinión.
- Perdonen... Creo que tenemos el incentivo que necesita la muchacha para ser voluntaria - Dijo uno de la aldea que pasaba cerca de la conversación.
- Ah si? - Respondía Pau con cierto matiz de sarcasmo - Veamos pues, qué es?
- Un elefante.
- Un elefante? Me estás tomando el pelo?
- Ten en cuenta que la jungla es muy peligrosa. Cierto es que si habéis conseguido llegar aquí sois tenaces, pero aún así, es posible que no lleguéis vivos a China. Todo es cuestión del futuro.
- Venga, Pau. No querrás que una araña gigante te viole, verdad? - Dijo Lucas, que fue el que finalmente, con ese argumento convenció a Paulina.
La ceremonia estaba preparada. Los tambores y la música listos. Paulina ya estaba en medio, lista para bailar. Quién sabe cómo lo haría, igual hasta sabe bailar bien.
- Paulina - Dijo Ank"Caminaluz" - Pase lo que pase a tu alrededor, no pares tu danza.
- Cómo? Si me vais a hacer algo, yo paro inmediatamente. - Dijo Paulina.
- Nadie te va a tocar a no ser que pares. Adelante, cuando los tambores comiencen.
La danza comenzó. Paulina no supo qué hacer al principio, pero después comprendió qué debía hacer. Moverse con respecto a la dirección de la brisa. Se dio cuenta de que esa era la pauta que debía seguir. Llevaba tres minutos con la danza y ya empezaba a ser cansino, pero de pronto una gran masa de gente armada pegó un grito de batalla y cargó contra la aldea. Eran los "Luchadores del oeste", que reclamaban su territorio antiguo. Todos se enzarzaron en una batalla. Ank"Caminaluz" se apresuró a decirle a Paulina que no parara, aunque viera la lucha. A regañadientes, no paró, pero ella quería estar allí delante, en el frente, luchando.
Cuatro minutos de danza. Paulina empezaba a sentir un poco de cansancio en sus piernas. Ella creía que el viento tenía voces que hablaban, pero Pau pensó que eran delirios por el cansancio. En cuanto alcanzó los cinco minutos, se dio cuenta de que no eran delirios. Hablaba alguien claramente. Un Hablavientos.
- Puedes escucharme, verdad, Paulina?
- Eh?... S-sí...
- Pues atiende y responde a mis preguntas. No pares o detendrás la comunicación.
- Vamos, que no aguantaré mucho tiempo más bailando. - Apresuraba Paulina.
- Primera pregunta: Crees que podréis cumplir vuestra misión?
Paulina pensó cuidadosamente su respuesta. No podía permitirse ningún error. Eso era una actuación por instinto.
- Sí. Podemos conseguirlo.
- Segunda pregunta: Cómo crees que acabará vuestra misión?
- Tengo una sensación extraña. Creo que habrá algún fallo, pero podremos cumplirla si seguimos el camino que nos hemos propuesto.
- Tercera pregunta: Te has enamorado alguna vez?
- Qué clase de pregunta es esa!?
- Responde.
- ... Sí.
- De quién?
- Debo decirlo?
- No. No es necesario. Veo que tienes un buen instinto. Has respondido a las preguntas serias con detenimiento y a las últimas con mayor ímpetu. Así se siente el poder del viento.
- Y ahora qué?
- Te voy a dar unas instrucciones. Síguelas y luego actúa como quieras. Podrás dejar de bailar cuando me obtengas.
- Cuando qué?
- Lanza a Agni al aire. Cuando se clave en el suelo, no te muevas del sitio y deja que yo aparezca. Tras eso, podrás dejar de bailar y terminar con la guerra.
Paulina hizo como le dijo el Hablavientos. Cuando Agni cayó al suelo y quedó clavado, apareció otra espada muy parecida a Agni pero en color azul. Eran exactamente iguales. Paulina cogió ambas espadas, Agni a la derecha y la azul a su izquierda.
- Rudra! Cuánto tiempo! - Dijo Agni en cuanto tuvo oportunidad de hablar.
- Vamos a detener a estas dos tribus de una vez. Estamos en tus manos, Paulina. Úsanos bien. - Terminó Rudra.
Pau dio un salto tremendo impulsada por el poder del viento de Rudra. Ella cayó en medio de la lucha haciendo una gran ráfaga de viento a su alrededor. Todos los combatientes se separaron. Ver a una persona flotando con dos espadas no era algo común. Paulina gritó:
- Por qué seguís luchando por unas tierras que pertenecen al viento? Si continuáis con esta batalla, no seréis libres del tribunal de los vientos. Y os aseguro que este será mucho más fuerte que ningún otro que hayan vivido vuestros antepasados!
- Cómo nos podemos creer la palabra de una desconocida! - Gritó una voz.
- Porque yo... Soy... La diosa de los vientos.
Paulina levantó a Rudra y el viento empezó a levantarse. Los combatientes tomaron conciencia de lo que sucedía. Edward, Lucas y Zero estaban patidifusos con esa actuación y el poder de Pau. Finalmente, la retirada de los "Luchadores del oeste" se produjo. Y nunca más hubieron guerras en aquella región. Por lo tanto, tampoco hubo más vendavales.
- Os debemos mucho, pero lo prometido es deuda. Aquí tenéis nuestro mejor elefante, diosa de los vientos. - Pronunció Ank"Caminaluz" - Os llevará hasta la China sin ningún problema. Gracias.
- A usted y a "Rompecocos". Sin vosotros no habría descubierto mi espada de mano izquierda. Mi poder ya es algo real. Ahora, nos vamos. Adelante! A montarse en el elefante! - Concluyó Paulina.
Y así acaba un día de locos. Por lo menos, Paulina descansará como una auténtica princesa montada en el elefante tras tanto trabajo para conseguirlo.
- La diosa del viento? En serio? - Preguntó Edward una vez emprendieron la marcha.
- En serio te lo has creído? Vamos, simplemente me han ayudado estos dos. Yo sólo he puesto una mentirijilla para que lo dejaran todo. Aunque me gusta el nombre. Si me llamáis así no pasa nada. Ja, ja...
Entre esa risa, acaba el día y comienza la noche sobre un elefante. Pero... qué están haciendo en Alemania? No están olvidados. Quizás veamos algo en el siguiente episodio...
- Bueno, el oeste está hacia allí, así que vamos hacia el lado contrario y un poco al norte. - Se orientaba Lucas.
- Tengamos cuidado entonces. No sabemos qué nos puede saltar de entre la maleza - Advirtió Paulina.
- No será que tienes miedo, verdad? - Lucas ya volvía a meterse con Pau.
- Sssh! - Interrumpió Zero - Creo que he oído algo moverse.
En efecto, cuando los cuatro se dieron cuenta de que un tigre estaba justo detrás de ellos se asustaron terriblemente. Todos menos Lucas, que rápidamente cortó en cachitos al animal.
- Se lo merecía, por no avisar antes de entrar. - Reía Lucas.
- No te ha asustado? - Preguntó Edward.
- Claro, pero yo no me quedo como vosotros si me sorprenden. Si os pillan por sorpresa no podéis hacer nada. - Terminó explicando Lucas Tefd.
- Y si seguimos y no nos quedamos aquí parados? Igual si avanzamos un poco encontraremos un refugio para la noche, no? - Propuso Paulina sin esperar respuesta, pues ella ya estaba caminando hacia delante.
Pues así hicieron. Caminaron, descansaron de noche y cuando amaneció, había alguien cerca del grupo. El primero en despertarse fue Edward, que preparó su baraja para enfrentarse al enemigo en el caso de que fuera hostil, pero no era así.
- Qué hacéis vosotros aquí? - Habló el desconocido en lenguaje común.
- Tenemos que ir a la Gran Muralla China. Quién eres tú?
- Soy Mau "Rompecocos". De los "Feroces del este". No seréis de los estúpidos "Luchadores del oeste", verdad?
- No, no. Nosotros hemos venido en barco desde muy lejos. No sabemos nada de aquí.
Ya se iban despertando los demás durante la conversación. Mau decidió acompañar al grupo a su aldea, pues quedaba de camino al este, a la Gran Muralla. Pero había que recorrer un largo trecho por la espesura de la jungla. Durante el camino a la aldea, Mau explicó un problema que iban a tener.
- No habéis sido muy afortunados viniendo aquí en este tiempo. Pronto, el viento se levantará.
- Pero sólo con unas ráfagas de viento no nos pasará nada, no? - Preguntaba Lucas.
- No subestimes a la naturaleza. Ella te puede controlar si lo desea. - Advirtió Mau.
- Pues vale. Si tú lo dices...
- Los últimos vientos se llevaron la casa de Kil "Puestofuerte". Y esa era la más resistente de toda la aldea. Incluso perdimos a un miembro porque se lo llevó el tifón.
- Tan fuertes son? - Preguntaba Zero.
- No los puedes imaginar. Dice el ancestro que el Dios del Viento no es el causante de esto, sino otra cosa desconocida. La incertidumbre nos tiene en ascuas.
Pues cuando llegaron, estaba la tribu tan ocupada preparando un ritual que nadie se dio cuenta de la llegada de extranjeros. Mau fue a hablar con el ancestro Ank "Caminaluz" sobre el grupo y sobre el ritual que estaban haciendo. El ancestro se puso contentísimo al saber que había una mujer entre los extranjeros, pues era necesaria para la realización del rito que estaban improvisando.
- Cómo? No, me niego. No me podeis obligar. Que lleguemos a un sitio y tenga que hacer algo por ellos sin recibir nada a cambio no me parece normal. No. - Se quejaba Paulina tras saber que iba a tener que bailar en el ritual que había preparado Ank "Caminaluz".
- Pero... - Intentaba decir Edward para convencerla.
- Nada de peros. He dicho que no. Mucho habría que hacer para hacerme cambiar de opinión.
- Perdonen... Creo que tenemos el incentivo que necesita la muchacha para ser voluntaria - Dijo uno de la aldea que pasaba cerca de la conversación.
- Ah si? - Respondía Pau con cierto matiz de sarcasmo - Veamos pues, qué es?
- Un elefante.
- Un elefante? Me estás tomando el pelo?
- Ten en cuenta que la jungla es muy peligrosa. Cierto es que si habéis conseguido llegar aquí sois tenaces, pero aún así, es posible que no lleguéis vivos a China. Todo es cuestión del futuro.
- Venga, Pau. No querrás que una araña gigante te viole, verdad? - Dijo Lucas, que fue el que finalmente, con ese argumento convenció a Paulina.
La ceremonia estaba preparada. Los tambores y la música listos. Paulina ya estaba en medio, lista para bailar. Quién sabe cómo lo haría, igual hasta sabe bailar bien.
- Paulina - Dijo Ank"Caminaluz" - Pase lo que pase a tu alrededor, no pares tu danza.
- Cómo? Si me vais a hacer algo, yo paro inmediatamente. - Dijo Paulina.
- Nadie te va a tocar a no ser que pares. Adelante, cuando los tambores comiencen.
La danza comenzó. Paulina no supo qué hacer al principio, pero después comprendió qué debía hacer. Moverse con respecto a la dirección de la brisa. Se dio cuenta de que esa era la pauta que debía seguir. Llevaba tres minutos con la danza y ya empezaba a ser cansino, pero de pronto una gran masa de gente armada pegó un grito de batalla y cargó contra la aldea. Eran los "Luchadores del oeste", que reclamaban su territorio antiguo. Todos se enzarzaron en una batalla. Ank"Caminaluz" se apresuró a decirle a Paulina que no parara, aunque viera la lucha. A regañadientes, no paró, pero ella quería estar allí delante, en el frente, luchando.
Cuatro minutos de danza. Paulina empezaba a sentir un poco de cansancio en sus piernas. Ella creía que el viento tenía voces que hablaban, pero Pau pensó que eran delirios por el cansancio. En cuanto alcanzó los cinco minutos, se dio cuenta de que no eran delirios. Hablaba alguien claramente. Un Hablavientos.
- Puedes escucharme, verdad, Paulina?
- Eh?... S-sí...
- Pues atiende y responde a mis preguntas. No pares o detendrás la comunicación.
- Vamos, que no aguantaré mucho tiempo más bailando. - Apresuraba Paulina.
- Primera pregunta: Crees que podréis cumplir vuestra misión?
Paulina pensó cuidadosamente su respuesta. No podía permitirse ningún error. Eso era una actuación por instinto.
- Sí. Podemos conseguirlo.
- Segunda pregunta: Cómo crees que acabará vuestra misión?
- Tengo una sensación extraña. Creo que habrá algún fallo, pero podremos cumplirla si seguimos el camino que nos hemos propuesto.
- Tercera pregunta: Te has enamorado alguna vez?
- Qué clase de pregunta es esa!?
- Responde.
- ... Sí.
- De quién?
- Debo decirlo?
- No. No es necesario. Veo que tienes un buen instinto. Has respondido a las preguntas serias con detenimiento y a las últimas con mayor ímpetu. Así se siente el poder del viento.
- Y ahora qué?
- Te voy a dar unas instrucciones. Síguelas y luego actúa como quieras. Podrás dejar de bailar cuando me obtengas.
- Cuando qué?
- Lanza a Agni al aire. Cuando se clave en el suelo, no te muevas del sitio y deja que yo aparezca. Tras eso, podrás dejar de bailar y terminar con la guerra.
Paulina hizo como le dijo el Hablavientos. Cuando Agni cayó al suelo y quedó clavado, apareció otra espada muy parecida a Agni pero en color azul. Eran exactamente iguales. Paulina cogió ambas espadas, Agni a la derecha y la azul a su izquierda.
- Rudra! Cuánto tiempo! - Dijo Agni en cuanto tuvo oportunidad de hablar.
- Vamos a detener a estas dos tribus de una vez. Estamos en tus manos, Paulina. Úsanos bien. - Terminó Rudra.
Pau dio un salto tremendo impulsada por el poder del viento de Rudra. Ella cayó en medio de la lucha haciendo una gran ráfaga de viento a su alrededor. Todos los combatientes se separaron. Ver a una persona flotando con dos espadas no era algo común. Paulina gritó:
- Por qué seguís luchando por unas tierras que pertenecen al viento? Si continuáis con esta batalla, no seréis libres del tribunal de los vientos. Y os aseguro que este será mucho más fuerte que ningún otro que hayan vivido vuestros antepasados!
- Cómo nos podemos creer la palabra de una desconocida! - Gritó una voz.
- Porque yo... Soy... La diosa de los vientos.
Paulina levantó a Rudra y el viento empezó a levantarse. Los combatientes tomaron conciencia de lo que sucedía. Edward, Lucas y Zero estaban patidifusos con esa actuación y el poder de Pau. Finalmente, la retirada de los "Luchadores del oeste" se produjo. Y nunca más hubieron guerras en aquella región. Por lo tanto, tampoco hubo más vendavales.
- Os debemos mucho, pero lo prometido es deuda. Aquí tenéis nuestro mejor elefante, diosa de los vientos. - Pronunció Ank"Caminaluz" - Os llevará hasta la China sin ningún problema. Gracias.
- A usted y a "Rompecocos". Sin vosotros no habría descubierto mi espada de mano izquierda. Mi poder ya es algo real. Ahora, nos vamos. Adelante! A montarse en el elefante! - Concluyó Paulina.
Y así acaba un día de locos. Por lo menos, Paulina descansará como una auténtica princesa montada en el elefante tras tanto trabajo para conseguirlo.
- La diosa del viento? En serio? - Preguntó Edward una vez emprendieron la marcha.
- En serio te lo has creído? Vamos, simplemente me han ayudado estos dos. Yo sólo he puesto una mentirijilla para que lo dejaran todo. Aunque me gusta el nombre. Si me llamáis así no pasa nada. Ja, ja...
Entre esa risa, acaba el día y comienza la noche sobre un elefante. Pero... qué están haciendo en Alemania? No están olvidados. Quizás veamos algo en el siguiente episodio...
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