martes, 24 de febrero de 2015

HR #2: Buscando espíritus

- No va a ser fácil encontrar a todos los que me estás pidiendo.
- Vamos, Yorm. Seguro que lo acabas consiguiendo.
- Está bien... Pero porque eres tú, que si no...

Así estuve hablando con Pitu, uno de los espíritus que vinculé hace tiempo. Perdón, no me he presentado. Soy Yormungand. También me podéis llamar Edward Yolag, si os place así. Os resumiré lo que me ha pedido este simpático espíritu.

No siempre tengo que estar en lo alto de este monte entrenándome. Tengo que bajar e ir a la ciudad de vez en cuando. Mi "misión" es hablar con ciertas personas que tengan un tipo específico de espíritus. Yo soy un vinculaespíritus, con lo que puedo contactar con estos seres invisibles. Un espíritu nunca miente, pues son la parte que queda eternamente tras la muerte. Puedo conocer muchas cosas de la gente con tan sólo observar sus espíritus. Esa es mi misión, detectar espíritus a larga distancia y entre el gentío de la ciudad. Aunque... Lo más complicado es bajar y subir del monte. Sobre todo subir... Es muy cansado.

Pero una vez llego, comienzo a intentar captar alguna señal de algún espíritu fuerte. Suelen ser los más fáciles de encontrar, pues hacen mucho más ruido que el resto. No tardé mucho en encontrarlo. Una herrera que estaba forjando algo. No acostumbro a hablar con desconocidas, pero lo intenté esta vez.

- Buenas, ¿puedo preguntarle algo?
- Venga, pero rápido y que no tenga que pensar mucho - me contestó rudamente.
- ¿Qué está haciendo?
- ¿Es que eres ciego? Soy herrera, estoy forjando una espada para un caballero retrasado.
- Ah, ahora entiendo. ¿Quiere ayuda?
- Pero, ¿qué ayuda me vas a dar tú, viejo?

No contesté. Junté mis manos y estiré mis brazos hacia delante, apuntando hacia ella. Vinculé su espíritu al mío, y estos vínculos potencian habilidades específicas de las personas. Como su oficio era la herrería, terminó la espada en la mitad de tiempo.

- ¿Cómo lo has hecho? - me preguntó la herrera sorprendida.
- ¿Conoces a los vinculaespíritus?
- No, no me suena.
- Pues entonces... Simplemente he potenciado tu espíritu, para que trabajes mucho mejor. Puedo volver de vez en cuando, seguro que lo agradecerías, ¿me equivoco?
- No me he enterado muy bien, pero si vienes otra vez serás bienvenido. Si te tuviese aquí todos los días me haría millonaria.

Así acabamos hablando un rato. Se llamaba Paulina y no le gustan los guerreros, caballeros y cruzados. No me quiso decir la razón, cosa que veo normal. Me habría gustado quedarme, pero tenía espíritus que encontrar y uno no se encontraba muy lejos.

De hecho, estaba justo detrás de mí.

- ¿Papá?

Yo conocía esa voz perfectamente. Se trataba de mi hija, la cual adopté hace tiempo, pero no me voy a entretener en detalles históricos ahora. Se llama Nevan. Desde el primer momento supe que un espíritu tan lleno de maldad sólo podría ser ella. No estoy diciendo que sea malvada, sino que ella es un súcubo encubierto en forma humana. Como nació en el infierno, tiene ese espíritu. Sin embargo, creo que la intenté educar bien en su momento. Dudo haberlo conseguido, pero algún progreso habré hecho en aquellos tiempos.

- ¡Nevan! ¡No esperaba encontrarte por aquí!
- Hace tiempo que no te veo. ¿Todo va bien?
- Eso parece, chiquilla.
- ¡No me sigas llamando chiquilla! ¡Sabes bien que no me gusta! - Contestó molesta ella.
- Ja, ja. Vale, vale. Si me alegro mucho de que te encuentres bien. ¿Cómo te van las cosas?
- Perfectamente. Aquí hay muchos hombres. Caen como moscas.
- Nevan, ten cuidado de todos modos. No sabes nunca con qué te puedes encontrar.
- Que sí, que sí. Yo sé cuidarme sola, papá.

En realidad estaba muy tranquilo. Nevan sabe defenderse muy bien. Yo siempre digo que cuando se enfada de verdad saca el demonio que lleva dentro, pero espero que nunca saque literalmente dicho demonio, porque puede hacerlo. Qué se le va a hacer. Un súcubo tiene que disfrutar de los hombres incautos y yo no he podido quitarle su mayor, y supongo que única, diversión.

Estuvimos hablando poco tiempo, pues se armó un revuelo en la herrería. Parecía que había una pelea.

En efecto, fui a echar un vistazo y estaban luchando Paulina con un caballero. No me extrañó, pues ella me dijo en primera persona que odiaba a los caballeros. Él parecía sorprendido por la reacción de Paulina. Pregunté a uno de los espectadores con pinta de saberlo todo, qué había pasado.

- Este tipo le estaba mirando el culo a la herrera mientras trabajaba. Esta se ha dado cuenta del descaro del caballero y ha cogido su hacha para atacarle.

Esta Paulina me cae bien. Es tan impulsiva y bruta que me hace reír, porque es totalmente diferente a mí.

- ¿Han llamado a la policía? - Pregunté.
- Por supuesto, pero tardará en llegar. Creo que están ocupados buscando pistas de "La sombra del crimen", la justiciera, en lugar de centrarse en los conflictos importantes.

El espíritu de Nevan tembló un poco. Algo tenía que ver ella con ese asunto y no me gustó nada esa sensación.

Tras preguntar, sólo pude ver cómo batallaban ambos. Paulina atacaba con gran furia, blandiendo rápidamente su hacha hacia los lados procurando dañar seriamente al caballero, que intentaba escabullirse. Era de gran estatura ese caballero, con lo que perderse entre la multitud era tarea imposible. Tenía que aguantar lo máximo posible hasta cansar a la herrera o hacerla reflexionar.

- Pero... Pero... ¿Por qué te pones así, mujer? - Intentaba decirle mientras esquivaba o bloqueaba esos hachazos incesantes.
- ¡Tú lo sabes muy bien! ¡Todos sois iguales, unos ***** pervertidos!

He dejado ese improperio a elección del lector. Probablemente lo haga en repetidas ocasiones, para simplemente intentar suavizar mi narración. Soy un vinculaespíritus, no quiero almas maleducadas a mi alrededor.

- ¡Si lo único que he hecho ha sido mirar!
- ¡Ciego deberías quedarte! ¡Te voy a arrancar esos ojos de retrasado que tienes!

Paulina estaba hecha una fiera. Pobre caballero. Tenía que dar de toda su fuerza física para bloquear con su espada todos los ataques certeros que recibía. La herrera estaba frustrada, pues no había conseguido acertarle ninguna vez, con lo que tras un bloqueo del caballero, le propinó una patada en el estómago que lo pilló desprevenido. Ante la desventaja, ese hombre movió su espada atolondradamente y la clavó en el costado de Paulina. A su vez, el hacha había penetrado fuertemente el hombro del caballero. Algunos espectadores salieron corriendo y pegando gritos tras ver que había habido derramamiento de sangre. Los dos intentaron seguir, pero las heridas no eran leves, con lo que Paulina cayó al suelo y el caballero reposó sobre sus rodillas, no menos dolorido que Pau.

- ¿No hay nadie aquí que pueda sanar a estos dos? - Preguntó a voces un espectador.

Un gato negro se coló en la escena de batalla y comenzó a lamer la herida de Paulina. Ella no sintió ningún dolor. Simplemente sanó gracias a ello. Tras esto, una chica vestida de túnica negra sacó el hacha del hombro del caballero y utilizó magia sagrada para cerrar su herida.

Nevan desapareció de mi vista. Me temí lo peor. Un demonio no puede resistirse a atacar sacerdotes. Estuvo a punto de abalanzarse sobre ella, pero una chica frenó su avance bruscamente. Atacándola con una daga.

Más sangre en aquella escena. Esta vez era de mi propia hija. Sólo pude distinguir que era una kunoichi la que atacó, pero desapareció al momento.

- ¡Nevan! ¿Qué ha pasado? - Pregunté bastante nervioso.
- ... Te veo en casa, papá.

Y desapareció enfrente de mi vista, sin siquiera dejar rastro de sangre. Cada vez más cosas raras ocurrían en un corto periodo de tiempo. La policía llegó finalmente. Estuvieron interrogando a los espectadores sobre lo sucedido. Yo conté esto mismo que os estoy contando a vosotros, salvo lo referente a Nevan, pues no quise meterla en líos. El caballero se llamaba Bart Chill. Me habría gustado charlar con él, pero no estabam disponibles ni él ni Paulina. Estarían discutiendo ante la policía, supongo.

Ya había pasado el mediodía y me faltaban dos espíritus en concreto por encontrar. Uno lo encontré en un lugar perfecto, un restaurante. Empezaba a tener un poco de hambre, de verdad.

El espíritu se encontraba dentro de la cocina. No había manera de entrar allí, con lo que simplemente comí y me dirigí hacia el otro objetivo. Cuando cierre el restaurante podré hablar con el cocinero.

Caminé bastante por las calles de la ciudad hasta encontrar a una persona sentada leyendo un pergamino en la biblioteca. Un sujeto extraño, sin duda, pero decidí intentar entablar conversación con él.

- Perdone por interrumpirle, ¿puedo...?
- Gracias por interrumpirme. Empezaba a dolerme la cabeza.
- ¿Puedo preguntarle su nombre?
- ¿Para qué quieres saberlo?
- Noto que sabes bastante sobre el entorno.
- Cierto. Mi nombre es Gerald Paul. He estudiado cómo acelerar pequeños fenómenos naturales.
- Impresionante! Yo soy Edward Yolag, y espero poder ver su nombre en la historia.
- Gracias, supongo.
- Me... Despido, tengo cosas que hacer.
- Adiós.

Así fue mi pequeña conversación entre aquel chico y yo. Debo remarcar que no lo vi volver a leer su pergamino.

Simplemente volví al restaurante y pregunté si podía entrevistar al cocinero. Me negaron la entrada, con lo que tuve que volver a mi casa en lo alto del monte. Se suponía que Nevan me estaba esperando allí, aunque ella prefiere su apartamento en la ciudad.

Cuando llegué, me sorprendí sobremanera. Encontré a Nevan llorando. Ella nunca había hecho tal cosa.

- ¿Qué ha pasado, hija?
- He intentado atacar a alguien inocente...
- ¿Lloras por eso?
- ¿Te parece poco, papá?
- No deberías estar así, "sombra del crimen"

Nevan giró rápidamente su cabeza y me miró.

- ¿Crees que no me di cuenta? Tu espíritu tembló cuando dijo ese nombre el desconocido. Ya sabes que es difícil engañarme.
- No contarás nada, ¿verdad?
- No, hija. Eres una chica increíblemente fuerte. No comprendo por qué estás triste si puedes hacer que otros se den cuenta del mal que hacen. Tú ya sabes que has hecho mal, y tu espíritu te debe guiar por tu propio camino. Seguro que así te sentirás mucho mejor.

No me contestó, pero esas palabras fueron suficientes para calmar a Nevan. Aunque no sea un buen padre, no me gusta ver a mi hija llorar.

Yo soy Edward Yolag, Yormungand, como queráis, pero debo agradecer a todos lo que hacéis por mí. Si no hacéis nada, es posible que yo esté haciendo algo por vosotros. Aunque es posible que no. Lo mismo digo con aquellos que me ayudan. En ocasiones soy ingrato, pero siempre intento dar lo mejor de mí. Por eso me convertí en vinculaespíritus, para ser el soporte verdadero de mis compañeros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario