domingo, 27 de diciembre de 2015

Desafío de Vida #20: La Rosa de la Excelencia [Epílogo]

Llamaron al timbre de la puerta. Ricardo se levantó con dificultad del sofá. Apenas había dormido aquel día. Habían pasado meses desde que completó el desafío y aún no se lo creía. De hecho, nadie lo creería. Miró un segundo a través de la mirilla y abrió la puerta de inmediato.

- Hola, Ricardo.
- ¿¡Paulina!?

Llevaba un ramo de flores de múltiples colores envuelto en un papel blanco. Se la veía igual que en el Desafío. No había sido una alucinación, después de todo. Ricardo había pensado que podía haber sido un largo sueño, pero estaba equivocado.

Paulina dio un fuerte abrazo a Ricardo. Él se lo devolvió, notando que Pau estaba sollozando.

- ¿Qué te pasa?
- Eres un héroe. Mi héroe. Nuestro héroe...

Ricardo comprendía lo que Paulina quería decir. Era verdad que había salvado, mejor dicho, resucitado a nada más y nada menos que a quince personas si se contaba a él mismo. Viéndolo desde ese punto de vista, Ricardo recordó que hubo una a quien no pudo.

- Ya, pero...
- Tranquilo. Se encuentra bien.
- ¿Qué?
- Nevan está bien.
- ¿Cómo?
- Hasta encontrarte, tuve que investigar. Acabé encontrándome con casi todos ellos antes de llegar a ti. Todos menos dos de ellos.
- Increíble, Pau. ¿Quiénes te faltaron?
- Raúl, el desaparecido y Nevan.
- ¿Pero no acabas de decir que ella estaba bien?
- Voy a empezar a explicártelo todo.

Paulina empezó a contar sus aventuras y el cómo se fue encontrando al resto del grupo. Sus vidas anteriores eran un completo misterio hasta ahora. Pau comenzó a desvelarlas todas. Una a una. Tantas vidas como flores tenía el ramo. Ella sacaba una flor cada vez que comentaba una historia, y lo hacía en un orden en concreto. Un orden del que Ricardo se acordaba bien.

Una flor blanca para la historia de Gabriela, quien había sido sacerdotisa en la iglesia por obligación de sus padres. En cuanto el desafío terminó, ella se encontró justo enfrente de su parroquia.

"Dije que iba a ser la última vez que lo utilizaría. No quiero tener nada más que ver con la iglesia nunca más."

Una flor naranja para contar su propia historia. Paulina era en realidad una trabajadora en una factoría de producción en serie. Cuando el desafío terminó, utilizó sus ahorros en viajar como podía. Ella sólo quería una cosa: Encontrar a Ricardo.

"Te quiero. Como si hubieses abierto con tu hacha un hueco en mi corazón."

Ricardo se quedó boquiabierto, perfecto para Paulina, quien se lanzó a darle un beso para aprovechar la oportunidad.

- Pau...
- ¿P-Puedo seguir?

Ricardo suspiró y, con un gesto, permitió que Paulina continuase, aunque ambos continuaran confusos.

Sacó rápidamente una flor magenta y otra azul clara que contaría la historia de Francisco. Formaba parte de una mafia, y él era el francotirador. Finalizado el desafío, cambiaron las tornas. No le hacía excesiva ilusión, pero haciendo las pruebas convenientes, entró a formar parte del cuerpo de policía haciendo lo que mejor se le daba: Disparar.

"Hay una manera de entrar en la cabeza de las personas. De un disparo en ella."

Sacando otra flor más, esta vez de color amarillo, dijo que Luisa era una doctora y ávida lectora. Su vida no había cambiado en nada después de revivir. Es más, echaba un poco de menos eso de tener poderes mágicos. Sin embargo, no se quejaba de nada.

"De todos modos, leyendo puedo volver a ser una maga parecida a como fui."

Cogió la flor verde lima. Víctor trabajaba en una consulta de psicología. Lo continuó haciendo tras el desafío porque a él le encantaba lo que hacía.

"Yo ya hice lo que tenía que hacer. Ahora, voy a seguir con lo que debo que seguir haciendo: Vivir."

Sacando la flor de color rosa habló de Mimi. Dijo que en cuanto volvió a la vida, retó al Gran Maestro Yao, líder de su aldea. Ahora es la Gran Maestra Mimi. Aprendió mucho de Ricardo, confesó a Paulina.

"Ser la Gran Maestra no me hace olvidar a mis Grandes Maestros."

Pau sacó una flor gris oscura. No destacaba apenas, pero había que comentar el cómo encontró a Cristina... Y a Luis, porque sacó las dos flores grises. Ambos estaban de caminata por los bosques. Habían parado en un pueblo, donde se encontraron a Paulina. Ambos comentaron sus planes: Viajar por lugares inhóspitos y vivir aventuras.

"Puedo encajar muchos golpes. Van a dar sus frutos cuando derrote a mis enemigos"

"Puedo recorrer el mundo sin problemas. Yo y una flecha. O quizás más. No importa."

Sacó la flor morada. Manuel no tenía nada que ver en el desafío con cómo era en realidad. Sí en apariencia, pero no como dueño de una de las mayores empresas. Paulina quedó impresionada al verlo.

"Aún le debo dinero a ese hombre. Si lo encuentras, me avisas. Así podré agradecérselo."

La siguiente flor a sacar era la azul oscura. También sacó la flor verde oscura junto a ella. Ricardo en seguida supo lo que iba a contar Paulina. Serena y Benjamín se quedaron juntos.

Y también sacó la flor negra.

- ¿Nevan?
- Sí. Benjamín me lo contó. Siempre había sido un nosequé de los espíritus. Con eso, me dijo que invocó a Nevan. Pero sólo murió en cuerpo invocado. Él me dijo que aún podía hablar con ella.
- Vaya... Qué... Extraño.
- Sí lo es.

"Yo por fin he podido volver a sentir lo que sentía. Soy feliz."

"Ricardo fue como el héroe de las historias que escribía de joven."

"Tengo que reconocer que era un humano bastante guapo. No se lo digas a Paulina, vale?"

Sacó a continuación una flor marrón, pero no pudo decir nada. Simplemente dijo que Raúl estaba desaparecido por el momento.

"Me fuí voluntariamente. Quise cambiarlo todo y de momento, me está yendo bien. Ya decidiré si vuelvo o no."

Y quedaban dos flores. Sacó una flor roja señalizando a Bartolo. La risa se apoderó de Paulina al recordar cómo se lo encontró. Tenía mucho dinero para sus caprichos. Era hasta famoso. Un hombre tan grueso y aparentemente no muy inteligente se había montado una vida lujosa en un barco tripulado.

"¿Ricardo? Ese tío es el amo."

Aún así, quedaba una flor. Una rosa, para ser exactos.

- ¿Y qué es esa rosa? Ya están todos.
- Esta rosa es tu premio.
- ¿Mi premio?
- Por haber completado el desafío. No es algo que yo haya decidido. Me lo dejaron en esta carta a mí.

Paulina le mostró la carta y le entregó la rosa a Ricardo. Posteriormente, leyó la carta.

"Estimado Ricardo. Le envío esta carta para que tenga constancia de que fuiste vencedor del Desafío de Vida. Como excelente ser humano que eres, te otorgo la Rosa de la Excelencia. Enhorabuena.

Firmado: Protox"

jueves, 24 de diciembre de 2015

¡¡Os deseo Feliz Navidad!!

- Hace frío... - Decía mientras temblaba Ana.
- Deja de quejarte. No tenías por qué venir conmigo.
- Pero quiero ver quién es. Ahora tengo curiosidad.

Carlos suspiró mientras seguía caminando. Ambos iban muy bien abrigados. Las calles por las que pasaban estaban desiertas. Eso significaba que casi habían llegado a su destino. Carlos tocó el botón del timbre. Nadie contestó.

- ¿Estás seguro de que es aquí?
- No tengo duda alguna.
- Pues no te abre.
- Voy a llamarla.

Carlos sacó su teléfono móvil. No tenía ningún mensaje. Marcó el número de Laura, pero no cogía el teléfono. Empezaba a preocuparse.

- A saber si le ha pasado algo...
- No seas negativa, Ana.
- No lo soy. Sólo que es muy raro. O que te lo has inventado.

Ella lo miraba con una mezcla entre burla y enfado. Carlos no tardó en contestarle que no se había inventado nada. Sin embargo, no sabía dónde podría estar.

- ¿Y ahora qué hacemos? Me muero de frío aquí.
- Yo la voy a esperar.
- Qué persistente que eres. Yo me largo.
- Ya no tienes tanta curiosidad, ¿eh?
- Pásatelo bien. Yo me vuelvo a mi casa con mi calefacción.

Ana se marchó molesta. Había perdido tiempo acompañándolo. No obstante, la historia no se iba a terminar así.

La calle estaba bien iluminada debido a las luces navideñas colgadas de las farolas. Los clásicos adornos de la navidad tomaban las calles. Fue entonces cuando, mientras Ana volvía a su casa, un hombre disfrazado de Santa Claus la empezó a seguir. Ella no se había dado cuenta. Estaba más centrada en combatir el frío de la calle que en mirar a sus espaldas. En cuanto el hombre tuvo la oportunidad, sorprendió a la mujer agarrándola del cuello e inmovilizándola desde detrás. Llegó a tirarla al suelo en la maniobra.

- ¡Ah! ¡Suéltame!
- Vas a venirte conmigo. Y no vas a decir ni hacer nada más o si no tendrás que vértelas con esto.

El atacante llevaba una pistola consigo. Apuntó al cuello de Ana, para intimidarla. Lo consiguió, pues no movía ni un solo músculo hasta que él no se lo decía. Ella se lamentaba de no haberse quedado con Carlos. Habría pasado una mejor nochebuena, sin duda. Esta estaba siendo desastrosa.

Pero no siempre ha de ser así. Una chica pasó corriendo por la calle. Se la veía cansada y sin prestar atención al pavimento. Chocó con Ana y con el atacante. Los tres cayeron al suelo. Ana aprovechó la oportunidad y desarmó de un par de patadas a su atacante. La chica que corría pidió disculpas y llamó a la policía. Fue en ese entonces cuando, al terminar la llamada, su cara cambió de color.

- No puede ser. ¡Me está esperando!
- ¿Qué? ¿Quién?
- ¡Mi novio! Debe llevar como media hora en la puerta de mi casa. Pobrecillo. Tengo que irme.
- Un momento. ¿Laura?
- Sí, me llamo así.
- Qué gracia. Yo iba a visitarte junto a él. Mira cómo he acabado. Gracias por ser tan oportuna.

Ana sonreía mientras seguía apuntando con el arma al atacante. Laura salió corriendo de nuevo, rumbo a su casa.

- Esta chica es tan inconsciente... ¡Achís!

Carlos se había sentado en el escalón de la puerta de la casa de Laura. Estaba sufriendo las inclemencias del tiempo invernal: El frío y el viento que lo acrecentaba. Pero él sabía que ella iba a llegar. Y así fue.

- ¡Carlos!
- ¡Laura!

Los dos se fundieron en un cálido abrazo, lo cual es irónico, pues hacía muchísimo frío aquel día. Rápidamente, entraron en la casa y no salieron de allí hasta el amanecer del día siguiente.

Ana, por su parte, tuvo que pasar gran parte de la noche en comisaría. Quejándose junto a los policías de que les tocaba trabajar el día de nochebuena y navidad. La sorpresa la tuvo a la mañana siguiente, donde en el buzón vio una carta de Carlos.

"Ana se merece un poquito de cariño navideño también, ¿no es así?"

Esa carta estaba acompañada por una entrada al concierto de navidad de su grupo favorito. Ella no había podido conseguir ninguna entrada y se habían agotado ya. Le hizo mucha ilusión el regalo.

- ¿Qué he hecho yo para que él me dé esto? Es increíble. No me merezco para nada lo que me acaba de pasar.
- Pero hay veces que la vida te tiene que dar algún que otro regalo, ¿verdad?

Carlos estaba allí, escondido en la esquina del portal esperando la reacción de Ana.

- No lo entiendo.
- No tienes por qué haber hecho algo para que te den algo bueno. Algunas veces es un golpe de suerte, otras veces parece que estaba todo planeado para que ocurriese de esa manera. Con Laura pasó lo mismo. Ella dijo exactamente lo mismo que tú, que no merecía a alguien como yo. Aún no se lo cree, pero yo me voy a considerar "su regalo de navidad". Porque no siempre hay que hacer algo para recibir algo a cambio.
- Qué historia tan bonita tienes. Qué envidia...
- No te voy a decir que no. - Contestó Carlos con una sonrisa.
- Gracias por el regalo.
- No hay de qué.


(Bueno, con esta historietilla corta he dicho las dos cosas que tenía que decir. Primero, que os deseo felices navidades a todos. Y segundo, que si algo bueno os sucede, consideradlo un regalo de la vida. Como si os estuviese dando uno de vuestros regalos de navidad o de cumpleaños. ¿Para qué pensar en el porqué de los regalos si son hechos con buena voluntad? ¡Felices fiestas!)

domingo, 20 de diciembre de 2015

Desafío de Vida #19: La Arena Profana [FINALE] (Tributo a heliceo)

(heliceo es el mapmaker que hizo Ragecraft 2, un mapa Complete the Monument del videojuego Minecraft. Basándome en la decoración de dicho mapa, he elaborado esta historia. El crédito debe ser mencionado, por supuesto.)

- Protox, estoy preparado.

Esas fueron las palabras de Ricardo antes de entrar en el altar negro. La gema negra era la última que había que encontrar. De ese modo, el desafío habría concluido. Ricardo conseguiría lo que se había propuesto desde el principio y después de las Cavernas de la Trinidad: Revivir y revivirlos a todos.

Entró y se encontraba en una habitación muy bien iluminada. Allí se encontró a una bella mujer joven de cabellos rojos y una mirada penetrante color carmesí. Iba vestida con una chaqueta negra, a juego con sus pantalones ajustados también negros.

- Así que has llegado.
- ¿Quién eres?
- Soy Nevan. La última que aceptó el Desafío de Vida antes que tú.
- Ricardo. Encantado.
- Vale. Te explico. Aquí vas a tener que hacer una de las decisiones más importantes antes de luchar contra Protox. ¿Ves esos carteles?

Habían unos carteles puestos en fila en una de las paredes laterales. Estaban en blanco. Ricardo también se fijó en que a sus espaldas había un sillón de grandes dimensiones.

- Sí, los veo.
- Tienes que escribir con ese pincel en los carteles de izquierda a derecha. Antes de eso, te voy a decir por qué. Vas a luchar contra Protox en la Arena Profana. Ese lugar está maldito. Hace que alguien deba morir cada quince minutos. Y no tiene excepción salvo que Protox muera. En cuanto lo haga, el tiempo se detendrá.
- ¿Entonces tengo que derrotarlo en menos de quince minutos?
- Eso sería lo ideal, pero no es tan sencillo. Lo que tienes que escribir en los carteles son los nombres de todos tus compañeros, tú y yo incluidos, por el orden en el que van a tener la posibilidad de morir.
- ¿Qué?
- Si en quince minutos Protox no está muerto, no podrá revivir el nombre del primer cartel de la izquierda. Así hasta que llegue tu nombre.

Ricardo no daba crédito a lo que se estaba teniendo que arriesgar. Así iban a desarrollarse las cosas. Tenía que jugárselo todo porque así eran las reglas de un juego. Él quería ganar, así que empezó a pensar en algo.

- Quiero consultarlo con todos - Dijo Ricardo.
- Puedes. Ahí están.

Nevan señaló al sofá. Ahora estaban allí todos los compañeros que habían estado presentes en La Invasión.

- Chicos. Sabéis lo que toca aquí, ¿verdad? Según he oído de vosotros, Nevan ya tuvo que elegir los carteles porque ya se enfrentó a Protox una vez. Tengo una pregunta, Nevan. ¿Cuál fue el orden de tus carteles?
- ...
- Lo imaginaba. Intentar acabar con él en quince minutos no es una buena estrategia. Por eso moriste, porque te pusiste la primera, ¿cierto?
- Sí...

Nevan estaba cabizbaja. No fue una de sus mejores decisiones. Pero una vez muerta ya era tarde para arreglarla.

- Entonces os voy a hacer una pregunta a cada uno de vosotros.

"Gabriela, ¿estás dispuesta a morir por el resto?"
- No. No puedo.
- ¿Motivo?
- Tengo... Que volver a mi vida. Debo arreglar uno de los mayores errores que cometí.

Ricardo asintió.

"Paulina, ¿estás dispuesta a morir por el resto?"
- No creo.
- ¿Motivo?
- ...
- Paulina. No hagas esto más largo.
- Porque... Quiero que estés bien.

Ricardo tardó un poco, pero asintió.

"Francisco, ¿estás dispuesto a morir por el resto?"
- No.
- ¿Motivo?
- Yo quiero volver a mi vida como sea. Si no, no habría aceptado el desafío.

Ricardo asintió.

"Luisa, ¿estás dispuesta a morir por el resto?"
- No puedo.
- ¿Motivo?
- Me siento egoísta, pero... Creo que puedo hacer algo mejor en vida.

Ricardo volvió a asentir.

"Víctor, ¿estás dispuesto a morir por el resto?
- Creo que no.
- ¿Motivo?
- No es mi momento para sacrificarme. No todavía.

Ricardo asintió con una muy leve sonrisa.

"Mimi, ¿Estás dispuesta a morir por el resto?"
- Sí.
- ¿Motivo?
- Al igual que Nevan, eres un maestro para mí. Si debo servirte, será hasta mi muerte.

Ricardo no asintió esa vez.

"Cristina, estás dispuesta a morir por el resto?"
- ¡Por supuesto que no!
- ¿Motivo?
- ¡Porque no me gusta morir! ¿Te parece poco?

Ricardo cerró los ojos y sonrió brevemente.

"Luis, ¿estás dispuesto a morir por el resto?"
- Mientras yo esté en medio de esa lista, estaré contento.

Había hablado claro, así que Ricardo no preguntó por el motivo.

"Rubén, ¿estás dispuesto a morir por el resto?"
- No lo sé.

Ricardo suspiró. Sin embargo, tras pensarlo un rato, simplemente continuó.

"Manuel, ¿estás dispuesto a morir por el resto?"
- Si es volver a mi vida anterior, por mí encantado.

Ricardo se limitó a proseguir.

"Serena, ¿estás dispuesta a morir por el resto?"
- No.
- ¿Motivo?
- No quiero.
- Esto... Eso así no me sirve.

Serena desvió la mirada a Benjamín, buscando en él un gesto que la ayudase a responder. Ricardo simplemente pasó al siguiente compañero.

"Raúl, ¿estás dispuesto a morir por el resto?"
- Hubo un tiempo en el que te habría dicho que sí. Pero no. Ahora no.

Esa respuesta dejó satisfecho a Ricardo.

"Benjamín, ¿estás dispuesto a morir por el resto?"
- No.
- ¿Motivo?
- Serena.

Serena giró bruscamente la cabeza y enrojeció. Ricardo sonrió y preguntó al penúltimo.

"Bartolo, ¿estás dispuesto a morir por el resto?"
- ¿Por ellos? Creo que no.
- ¿Motivo?
- Voy a vivir mejores experiencias vivo que muerto.

- Y por último... Nevan. ¿Estás dispuesta a morir por el resto?
- S-Sí.
- ¿Motivo?
- No puedo revivir. Así de simple.
- ¿Qué?
- Déjame que te muestre...

Nevan se concentró, cruzó sus brazos y los abrió rápidamente dejando ver un par de alas negras saliendo de su espalda. Empezaron a crecer unos pequeños cuernos en su cabeza y su cuerpo aumentó ligeramente de tamaño. Sin embargo, volvió a la normalidad en pocos segundos.

- ¿Qué fue eso?
- Soy... Un demonio.

Ricardo empezaba a temerle a Protox. Un demonio que ha revelado un poder increíble frente a él fue derrotado. ¿Qué podría hacer él, un simple humano?

- Entonces... ¿Cómo entraste en el Desafío de Vida?
- Estaba muy relacionada con uno de tus compañeros. Por ello me trajeron aquí, para intentar liberarlos. Qué irónico, porque quedé atrapada yo en su lugar.

Ricardo suspiró y no dijo una palabra más. Empezó a escribir en los carteles sin decir ni una palabra. De derecha a izquierda. El orden quedó así. Morirían en este orden:

Nevan, Mimi, Manuel, Francisco, Bartolo, Rubén, Luis, Serena, Benjamín, Cristina, Raúl, Víctor, Luisa, Gabriela, Paulina, Ricardo.

- Chicos. Si tardo tres horas y 45 minutos, habré revivido pero no me habrá merecido la pena el esfuerzo. Así que voy a dar lo mejor de mí.
- Ya puedes entrar. Tendrás un minuto antes de entrar en la Arena Profana.
- Está bien. Allá voy. Deseadme suerte.

Y Ricardo entró en la Arena Profana. Lo que iba a suceder después no se lo imaginaba. Furia del Titán en mano, Máscara Reptiliana ajustada, Pantalones del Gran Maestro Xin y mucha determinación era lo que llevaba Ricardo para la batalla. Se encontraba en una habitación sin puertas con un mensaje en la pared que decía: "Hoy, vas a darte cuenta de que ya deberías haber muerto"

Y entró en la Arena. Se notaba distinto en la zona de espera y lo notó cuando comenzó a correr por la arena evitando a toda criatura enemiga. Aún no había visto a Protox. Tenía quince minutos antes de que Nevan muriese. Quería intentar que eso no sucediese, pero lo empezaba a ver improbable. Eran guardianes armados con antorchas crepitantes los que impedían a Ricardo reconocer a su objetivo.

- ¡¡Apartaos!!

El elegido no pudo más y empezó a batallar contra los guardianes. Sin embargo, fue bastante fácil en comparación con la batalla en La Invasión. Apenas aguantaban sus armaduras. Ricardo se sentía poderoso. Una antorcha cayó sobre él, pero a pesar de todo, no le quemó ni le hizo daño. Esto extrañó al elegido. Sin embargo, la voz de Luisa lo despejó de dudas.

"Mientras sigamos vivos, te daremos nuestra fuerza. Que el fuego no sea tu temor."

Ricardo entonces comenzó a masacrar a los guardias que se interponían en su exploración. La Arena Profana no era una planicie, sino un lugar ruinoso lleno de recovecos extravagantes. Podía escabullirse fácilmente.

"¡Vuela alto, y demuéstrale quién es el que puede contra un dios!"

Nevan otorgó la capacidad de volar a Ricardo. Se limitó a dar grandes saltos, pues no sabía controlar sus alas. Con ayuda de eso, encontró a Protox. Tenía apariencia humana y estaba cubierto de una armadura de oro.

- Al fin te encuentro. Te quedan seis minutos.

Protox apuntó con su arco a Ricardo.

"Mirada Congelante. ¡Que el elegido tenga el poder del hielo!"
"¡Por la magia de la espada de la Tierra!"

Rubén y Cristina habían ayudado a Ricardo. Eso le facilitó bastante la tarea de alcanzar la armadura de Protox con la Furia del Titán. Un proyectil mágico verde salió disparado del hacha, inutilizando la flecha de Protox. Confundido y congelado, Ricardo asestó el primer hachazo a Protox. No pareció hacerle algún rasguño a la armadura. Su hacha se quebró.

- No puede ser...

"¿Hacha? ¡Esa hacha es irrompible!"
"Yo quise aguantar todos los golpes, ¡pero me limité a destrozarlos a todos antes!"

Paulina otorgó de nuevo el hacha a Ricardo. Bartolo le dió aún más poder.

"Siente el poder del espíritu. Contrólalo, Paulina."
"¿Otra hacha? ¡Me tienes hasta arriba de trabajo!"

Benjamín puede hacer que repita un compañero su habilidad en Ricardo. Esta vez, Ricardo se encontró la Hachecutadora en la mano izquierda, gracias al poder que le otorgaba Paulina.

Protox se había levantado, pero las dos hachas lo volvieron a tumbar. Su armadura esta vez empezaba a flaquear. Protox no podía apenas defenderse. Quedaban cuatro minutos.

- ¡Ejección!

Ricardo salió volando hasta chocar con el techo. El golpe de vuelta habría sido más doloroso que el de ida, de no ser por Serena.

"¡Es la última vez que uso agua para esto!"

- Voy a hacer esto por Nevan y por todos. ¡PROTOX! ¡VEN AQUÍ Y LUCHA COMO UN HOMBRE!

Una flecha atravesó el estómago de Ricardo.

"Técnica de ilusión: Falso Ricardo"

Mimi había hecho que Ricardo se colocase justo detrás de Protox mientras el enemigo pensaba que le había acertado. Más golpes de hacha cayeron sobre la armadura dorada, especialmente en el yelmo, que parecía no romperse nunca.

Pero el tiempo se agotaba, y Protox, pese a parecer mucho más débil de lo que Ricardo se imaginaba, tenía sus trucos para escaparse.

- ¡Ejección!
- ¡No otra vez!

"Eso sí que se puede evitar."

Raúl hizo a Ricardo intocable unos segundos, por lo que no sería afectado por el ataque de Protox. Sin embargo, el enemigo utilizó esa habilidad para impulsarse a sí mismo con gran velocidad, escapando de Ricardo.

- Lo siento. Un minuto. Tengo cierta curiosidad en saber quién morirá primero.

Sesenta segundos. Ricardo apenas había podido quebrar la armadura de Protox con numerosos golpes. No iba a poder acabar con él en tan poco tiempo. Nevan iba a morir. Tenía que asumirlo. Sacrificar obligadamente a un compañero no es nada agradable. Por eso ella no quiso matar al resto, porque no iba a aprovechar su victoria. Quince minutos más para derrotarlo. Había que darlo todo.

"Una flecha, un muerto."

Ricardo disparó con la "Cazadora de Sombras" una flecha hacia Protox. El proyectil tomó una trayectoria anormal e impactó en la coraza dorada. Instantáneamente se hizo pedazos gracias al encantamiento de flecha de Luis.

"¿Alguien ha pedido una bomba?"

Ahora, con el oponente aturdido por la pérdida de su armadura, era el momento oportuno para que Manuel hiciese explotar espontáneamente a Protox. Una explosión que se produjo de la nada rompió sus grebas de oro y lo mandó por los aires. Cayó al lado de una columna, aparentemente fuera de combate.

Aparentemente, porque no tardó en levantarse y disparar cuatro proyectiles de una vez con su arco. Uno de ellos impactó en el pecho de Ricardo, que cargaba contra él.

"Bum. A la cabeza."

Francisco puede disparar una sola vez a la cabeza de Protox. Vio conveniente el momento, pues Ricardo iba a necesitar tiempo extra para recuperarse del flechazo recibido, además de quebrar el yelmo dorado de Protox.

"El último poder de la luz de dios."

Gabriela, sacerdotisa, sanó la herida de Ricardo, pese a que la flecha siguiese clavada en su pecho. La energía del elegido parecía renovada.

- Ahora, ¡muere!
- Siete minutos. ¿Crees que será tan fácil?

Protox desapareció de repente. Ricardo atacó al aire con las dos hachas. Protox se encontraba flotando justo detrás.

- ¡No puedes vencerme!
- Sí que puedo.
- ¡Inténtalo!

Una onda expansiva tuvo lugar alrededor de Protox. Ricardo fue lanzado varios metros hacia atrás.

- Yo ya he intentado ser simpático contigo. ¡Pero no te mueres!
- Y yo ya me he puesto serio.

"Cuando tienes la respuesta adecuada en el momento adecuado"

Victor era el que faltaba por darle poder a Ricardo. El poder de la G.M.P. La poción que encontró en los Laboratorios Magma. De un trago se la tomó. Era su oportunidad. Nada le dolía, no sentía cansancio. Simplemente, podía sentirse todopoderoso.

- G.M.P... Las siglas de la God Mode Potion. ¡Protox! ¡Enfréntate ahora a un dios!

Ricardo apenas le dio tiempo a reaccionar. Un hachazo derribó a Protox y lo tumbó en el suelo, agrietándolo por la fuerza del envite. Ricardo estaba en el mismo lugar que antes. No se había movido.

- ¿C-Cómo...?
- Si tienes una estrategia, tienes todo lo necesario.
- ¡No puedes hacer esto!
- Un dios puede hacer lo que quiera. Tú ya lo has hecho con nosotros. Ahora lo haré yo.

Ricardo prácticamente se teletransportó enfrente de Protox, que continuaba tirado en el suelo.

- Fin del juego, Protox.

La Hachecutadora y la Furia del Titán cercenaron con golpes virulentos a Protox. El juego había terminado. Ricardo se llevó la gema negra y volvió al nexo victorioso. Entre aplausos y gritos de alegría y lágrimas de felicidad por parte de sus compañeros, colocó la gema negra en la última posición de la sala de trofeos. Todos, finalmente, se despidieron. Una nueva vida estaba a punto de comenzar. Lo iba a hacer en ese mismo instante.

...

Ya había avanzado bastante la noche. Ricardo iba por la autovía en su moto a gran velocidad. No era una imprudencia, pues respetaba los límites de velocidad definidos por altos números de kilómetros por hora.

Un automóvil adelantó a Ricardo por el carril de su izquierda. Iba a velocidades mucho mayores a las permitidas en ese tramo.

No tardó en desaparecer de la vista del motorista. Tampoco se demoró en volver a aparecer.

Ricardo lo vio bloqueando el carril derecho. Entonces se dio cuenta de lo que estaba sucediendo. Su vida volvía a comenzar donde terminó. Con una maniobra brusca, evitó al coche que interrumpía el paso y continuó su camino recuperando el equilibrio estable en su moto. Pudo oírse una gran colisión a las espaldas de Ricardo. Decidió no mirar y volver a su vida: Un desafío constante. Un Desafío de Vida misma.


[Créditos y agradecimientos]

- Special thanks to heliceo. I really think you inspired many people with the Ragecraft series in particular and with your maps in general. You're awesome. That's why I made this story, because "Ragecraft II: Insomnia" was awesome.

- Gracias a ElRichMC. Que sin él, no habría conocido este mapa. De hecho, como soy seguidor suyo, el nombre del protagonista lo hice por el suyo. Porque simplemente lo encontré curioso.

- Muchas gracias también a Luis. Sí, al arquero de esta historia. Es quien ha hecho por su propia cuenta unos cuantos dibujos de los personajes. Los veréis en el epílogo. No son lo mejor del mundo, pero a mí me han gustado y a él le ha servido de práctica. Por lo menos, todos salimos ganando. (@IcarioxTefD en Twitter)

- Gracias a Gabriela, Francisco, Luisa, Víctor, Mimi, Cristina, Luis, Manuel, Rubén, Serena, Raúl y Bartolo. Porque sois personas inspiradoras.

- Y gracias a los que me leéis. Seguro que estáis deseando ver qué ocurre en el epílogo. ¡Lo veréis el próximo domingo! Hasta entonces... ¡Seguid imaginando!

domingo, 13 de diciembre de 2015

Desafío de Vida #18: La Invasión (Tributo a heliceo)

(heliceo es el mapmaker que hizo Ragecraft 2, un mapa Complete the Monument del videojuego Minecraft. Basándome en la decoración de dicho mapa, he elaborado esta historia. El crédito debe ser mencionado, por supuesto.)


(Como compensación por dejaros tres semanas sin DdV, tomad este mega-episodio que planeaba dividir en dos partes. Ahora es una sola parte para toda... LA INVASIÓN. Suena muy bien el nombre.)



- ¿Estás preparado?
- Sí.

Todos estaban en la sala de los altares. Era la recta final. Dos gemas restantes y Ricardo, finalmente equipado, subió al altar correspondiente a la gema roja. Hachecutadora en su mano derecha, Máscara Reptiliana, Pantalones de Xin con adminio, Botas encantadas con las "Raíces de Vida" que consiguió de casualidad en la gema marrón y su arco llamado "Cazadora de Sombras" a la espalda.

Ricardo apareció en una habitación circular, iluminada en el centro por una hoguera. La misma voz que lo recibió el día que comenzó el desafío de vida le habló.

- ¿Estás preparado?
- Por supuesto.
- ¿Y tus compañeros? ¿Están preparados?
- ¿Mis compañeros?

Ricardo miró a su espalda. Encontró a un hombre grueso con una armadura que resplandecía roja por la luz tenue de la hoguera que lo iluminaba. Llevaba consigo una espada enorme, acorde con su tamaño. Tras examinarlo, notó que las llamas de la hoguera habían cambiado. Se dio la vuelta y vio a todos los fantasmas que había ido conociendo a lo largo del desafío sentados alrededor de la hoguera.

- Estamos preparados - Afirmó el de la armadura roja.

"¡Por Ricardo!"

Ese fue el grito de guerra que dio pie al principio del fin. Penúltima gema. Color: Rojo. Destino: La Invasión

El sonido de un cuerno de guerra despertó a Ricardo de lo que acababa de suceder y analizó dónde se encontraba en ese momento. Era el balcón más alto de un castillo. No tuvo que mirar muy lejos para ver a Francisco disparar una ballesta y ponerse a cubierto en las almenas.

- ¿Fran? ¿Qué haces aquí?
- ¡Nos invaden, Ricardo! ¡Ve a ayudarlos ahí abajo!
- ¿Qué?

Una gran bola de piedra y fuego impactó con gran estruendo en una torre lateral del castillo. Francisco se puso más a cubierto antes de volver a su puesto y seguir disparando. Ricardo comenzó a bajar las escaleras rápidamente. En uno de los pisos medios, encontró a Victor y Raul discutiendo al lado de un caldero enorme. No le dio mayor importancia porque vio que estaban bien, y que debía apresurarse a ayudar a los que estuviesen defendiendo la entrada del castillo. Siguió bajando y tropezó con Luisa, que subía las estrechas escaleras. Ella se disculpó apresuradamente y continuó subiendo. Ricardo no tenía que perder tiempo. Ya casi había llegado a la planta baja cuando escuchó unos fuertes martillazos sobre metal.

Era la forja. Paulina estaba allí, trabajando a toda velocidad. En cuanto vio a Ricardo asomarse por la entrada, ella se alegró sobremanera.

- ¡Ricardo! Menos mal que has llegado. Tengo que seguir haciendo cosas rápidamente, así que coge lo que quieras.

No tuvo que echar muchas miradas a todo lo que había en las reservas metálicas para la batalla. Él se interesó más por el hacha que Pau acababa de terminar. Dejó la Hachecutadora en el suelo y se llevó una que Paulina había llamado: "La Furia del Titán". Ella se quedó mirando un buen rato a la Hachecutadora que había dejado tirada Ricardo. Tras pensar un poco, la cogió y se preparó para la batalla ella también.

Ricardo finalmente llegó a la planta baja. En la entrada estaban Gabriela, Serena, Rubén y Benjamín; quienes seguían en la parte interior del castillo. En la parte de fuera, luchaban cuerpo a cuerpo Cristina, Mimi, Manuel y el de la armadura roja. Los enemigos eran muy numerosos, con lo que había que terminar con ellos rápidamente.

- ¡Vamos, Ricardo! ¡Ve a por ellos! - Exclamó Benjamín antes de que el elegido saliera del castillo y empezase a enfrentarse a la horda que los invadía.

Una piedra ardiente salió disparada desde otra catapulta enemiga y destrozó parte de otra torre del castillo. Sin embargo, no se quemó nada esa ocasión, al contrario de la anterior. Ricardo se sentía con muchísimas energías. El hacha que había cogido era muchísimo más eficaz que la ya gastada Hachecutadora. Los enemigos tampoco eran guerreros muy experimentados. Apenas sabían manejar sus armas. Eran la carne de cañón invasora.

El hombre de la armadura roja se acercó un momento a Ricardo y le dijo rápidamente todo lo que necesitaba saber.

- Soy Bartolo, el que cayó aquí. ¡Ahora, hay que romper esas catapultas!

Una matanza sin sentido. Eso era La Invasión. El suelo parecía enrojecer por momentos, ya fuese por la sangre o por las llamas. El cielo estaba nublado además de cubierto por el humo característico del olor a guerra. El castillo se habría desplomado si Ricardo y Bartolo no hubiesen avanzado a por las catapultas.

Ellos dos eran feroces combatientes. La gran espada de Bartolo era manejada con fuerza. El hacha de Ricardo con destreza. Los enemigos apenas podían hacer nada. El avance del equipo del elegido empezaba a tomar forma. Las filas enemigas empezaban a disminuir su tamaño. Alcanzaron la primera catapulta.

- ¿Cómo destrozamos esto?
- Fácil. Tenemos que protegerla un momento. Que no se acerquen ahora.

Ricardo intimidaba con su hacha a todos los que intentaban acercarse a la desierta catapulta. Quien tenía que desactivar la catapulta era Luis. No tardó demasiado en llegar y lo que hizo fue hacer volar la catapulta en pedazos. Más fuego y destrucción añadidos.

Aún quedaba otra catapulta. Esta estaba muchísimo mejor defendida y más retrasada que la anterior. Un jefe de guerra estaba a cargo. Unos pocos guerreros estaban defendiendo esa catapulta una vez destruida la primera. Los ataques destinados al castillo se detuvieron. Mimi, Manuel y Cristina avanzaron hasta la posición de Ricardo y Bartolo, quienes lideraron al grupo.

Los guerreros eran habilidosos, pero no eran nada del otro mundo. Ricardo apenas tuvo que esforzarse para acabar con algunos de ellos. El guerrero que se enfrentó a Bartolo tenía un as en la manga. Al ser más ligero que su oponente, se limitó a desgastarlo. Mimi y Manuel se encargaron de otros tres guerreros bastante persistentes junto a Cristina. El jefe de guerra acabó enfrentándose cara a cara con Ricardo al lado de la catapulta.

Su oponente iba armado con una espada corta. Eso era una ventaja, pues Ricardo tenía más alcance. Lo que no se esperaba era que el enemigo tuviese tal velocidad con la armadura que llevaba. Eran guerreros ágiles a pesar de que su armadura fuese pesada. Ricardo estaba teniendo problemas. No tenía oportunidad para atacar. Un placaje del contrario lo derribó. El jefe de guerra levantó su espada y gritó: "¡¡Por Protox!!"

"¡¡Por Ricardo!!"

La Hachecutadora se clavó en la cabeza del jefe de guerra, que no pudo terminar con Ricardo. Paulina había llegado gritando para salvar al elegido. Luis se apresuró para sabotear la segunda catapulta mientras los guerreros restantes eran emboscados por Ricardo y Paulina.

Con la segunda catapulta destruida, las tropas de Protox se retiraron a su castillo tras el sonar de un cuerno de guerra. Podía divisarse a lo lejos, entre el humo. Era un campo de batalla preparado. Invadir el castillo de Protox sería la victoria. Allí se encontraría la gema roja.

- Reúnelos a todos en esta catapulta, Luis. Vamos a planear nuestra propia invasión - Dijo Ricardo.

En poco tiempo, ya estaban todos allí.

- Está bien. Se han metido en su castillo. Eso significa que nos están esperando y nos van a dar la bienvenida disparándonos. ¿Alguna idea para llegar a la puerta sin que sea peligroso?
- Ya lo hicimos con Nevan - Respondió Serena.
- Cierto - Afirmó Luisa -. Lo que tenemos que hacer es ir todos juntos. Raúl delante de todos y yo segunda en la fila.
- No entiendo eso - Dijo Ricardo.
- Las habilidades de Raúl son extrañas, pero... Cerca de él no pasará ninguna flecha - Explicó Benjamín.
- Y sus flechas son incendiadas, por lo que Luisa es perfecta para eso también - Añadió Víctor.
- Eso último tampoco lo entendí - Ricardo continuaba confuso.
- Por algo el libro te volvía inmune al fuego - Concluyó Luisa.

Ricardo entendió. Todos iban en una formación muy extraña, pero funcionaba. Lluvias de flechas de fuego eran lanzadas desde el castillo y ninguna apenas pasaba cerca del grupo. Todos ellos avanzaron hasta el portón, rompieron la formación e irrumpieron en el castillo. Contra todo pronóstico, estaba totalmente desierto y oscuro. Ricardo perdió de vista a sus compañeros. Estaba en una sala. No era la entrada del castillo.

"Ahora no depende de ti. Este es mi juego."

Era la voz de Protox. Ricardo no podía caminar. Tampoco había nada a su alrededor.

-Espero que tus compañeros no vuelvan a morir. Sería muy decepcionante - Se burlaba Protox.
- ¿Quién eres?
- Ya sabes quién soy. No me voy a enfrentar a ti todavía. Ahora, el sufrimiento de tus compañeros lo vas a recibir tú. Espero que aguantes lo suficiente.
- ¡No entiendo nada!

Ricardo pudo ver algo. No podía moverse, pero enfrente podía ver a Paulina y a Francisco en problemas. Estaban corriendo.

"Disfruta de la primera parte. Un prisionero de guerra y un enano contra Francisco y Paulina. Veamos quién es el ganador..."

- ¡Esto no fue lo que pasó la otra vez! - Gritaba Paulina.
- Nos damos la vuelta cuando yo diga, ¿vale? - Planeaba Francisco mientras corrían por la sala.

Los dos llegaron a una pared. Francisco y Paulina se dieron la vuelta y se enfrentaron a unos personajes que ya conocieron: Carlo el Caníbal y un jefe de guerra enano.

Francisco no tuvo grandes problemas contra Carlo. Hay que recordar que en el corredor de la muerte iba desarmado y ahora mismo tenía una ballesta. No fue muy difícil asegurarse de que Carlo el Caníbal cayese con un par de disparos. La que tuvo unos problemas añadidos fue Paulina. Un jefe de guerra sabe luchar mejor que un simple preso.

- Volvemos a vernos, Paulina.
- Yo quiero que desaparezcas.
- Es una pena. Habrías sido un buen conejo de indias.
- ... Voy a matarte.

Paulina no necesitaba más charla. Tenía enfrente al enano que la había hecho suicidarse. Era el momento. Furiosa, cargó contra él, pero el enano era más rápido y evitó el primer ataque. Un corte del hacha del enano en la cintura de Paulina le dolió a Ricardo, espectador en lo que sucedía.

- Ah. Ahora entiendo eso. Si mis compañeros son dañados, yo también...

Ricardo entonces sonrió. Él sabía que podía confiar en todos y cada uno de ellos.

- ¡Paulina! ¿Estás bien? - Preguntó Frank, que ya se había asegurado de que Carlo estuviese muerto.
- Sí. No me duele.
- Vamos a por este.

Francisco empezó a apuntar. El enano se centró en Paulina, quien iba ahora a la defensiva y evitaba el contacto con el enano. Fran falló el disparo. El enano aumentó su agresividad. Paulina no iba a poder aguantar mucho tiempo más. Fran tenía un as en la manga.

Falló otro disparo. Justo detrás del enano. Pero ese disparo estaba ardiendo. En cuanto el enano se preparaba para asaltar de nuevo a Pau, esta lo hizo retroceder, quemando al enano y dejándolo vulnerable para un golpe de Hachecutadora.

- Muere.

...

"¡Y así termina la primera ronda! ¿A quién tenemos en la segunda? ¡Manuel y Rubén contra una combinación explosiva!"

Ricardo empezó a verlos como si de una película se tratase. Estaban parados en una plataforma más elevada que el resto del suelo del castillo. El suelo se derrumbaba y los Lanzabombas no eran de gran ayuda para que no fuese así.

- ¿Y ahora cómo hacemos esto? - Preguntó Rubén.
- Tenemos que llegar a la puerta de alguna manera. Es así como nos libramos de este sitio sin suelo.

Muy parecido al abismo desmoronado. Un puzzle que tenía que ser resuelto. Manuel era un buen pensador de estrategias. Rubén sabía cómo llevarlas a cabo. No iba a ser difícil.

- Vale. Vamos a hacerlo así. Necesito que te congeles un momento - Dijo Manuel.
- ¿Y qué hay que hacer después?
- Voy a mandarte de un martillazo hasta la puerta.
- ¿Qué?
- Hazme caso, esta vez sí que he calculado bien.

Así fue. Manuel pegó un fuerte golpe a Rubén y salió disparado, cayendo justo en la puerta de la sala. Gran parte del suelo cayó debido a un Lanzabombas que intentó detener el vuelo de Rubén sin conseguirlo. Ahora le tocaba a Manuel cruzar. Lo había pensado ya antes.

- Ahora, necesito que todos esos Lanzabombas se caigan y destruyan todo el suelo.

Apenas quedaban tres Lanzabombas. La magia del hielo de Rubén era suficiente para provocarlos a tirar sus bombas. Cuando no quedaba ninguno, la parte final del plan era sencilla.

- Me haces un camino de hielo y yo llego a la puerta.

Sin daño alguno para Ricardo, Manuel y Rubén superaron lo que les había tocado. Un rompecabezas que hicieron parecer sencillo.

"¡Y pasamos a la tercera parte! ¿Podrán Víctor y Luisa con unos cuantos científicos?"

Pudieron y apenas Ricardo tuvo tiempo de ver lo que sucedió. Víctor lanzó una poción. Luisa leyó algo de su libro y los científicos fueron engullidos en llamas y transformados en ceniza. Cuestión de segundos.

"... ¡Claro que han podido! ¡Siguiente! ¡Serena y Benjamín sólo tienen una oportunidad! ¡Un segador Velouriano!"

Ricardo se echó a reír. Su cara cambió cuando vio que Serena estaba llorando y Benjamín la consolaba.

- Serena, por favor. ¡Que viene el segador! ¡Cálmate!
- ¡Que no me calmo! ¿Has visto? Ahora vamos a morir...
- No vamos a morir. Te lo digo yo.
- Eso no ayuda.

Benjamín se separó de Serena y extendió sus brazos hacia ella. Ya se escuchaba el sonido del segador cuando ella empezó a brillar con un resplandor azulado.

- Ahora, Serena. Ve y mátalo.
- ...

Serena sacó un cuchillo. Lo lanzó y se detuvo en el aire. Clavado sobre un ser invisible.

"¡La próxima ronda tiene más acción! ¡Raúl y Mimi contra los ninjas aprendices del Gran Maestro Xin!"

- ¿Y tú quién eras?
- Mimi.
- Ah. Yo Raúl.

Mimi suspiró. No veía nada útil en su compañero. Sin embargo, la apariencia no lo era todo aquella vez. Eran simples aprendices que no podían con la maestría de Mimi. Aquellos que iban a por Raúl acababan saliendo disparados. Los golpes de Raúl son increíblemente rápidos aunque no se mueva de su posición. No fue difícil para ninguno de los dos acabar con todos los ninjas. Mimi ya se sentía capaz de enfrentarse a su maestro en vida.

"¡Increíble! ¡Ahora en la siguiente ronda... Luis y Gabriela contra unos cazadores que... Ya están muertos, pero aún pueden disparar!"

Los dos compañeros de Ricardo estaban refugiados en una columna. Flechas intentaban alcanzarlos, pero Luis y Gabriela estaban bien cubiertos. Las flechas de Luis parecían no hacer efecto sobre esos cuerpos muertos que disparaban sus arcos. Gabriela fue muy arriesgada en salir de la columna y enfrentarse cuerpo a cuerpo a los enemigos. Recibió un impacto de flecha en el brazo izquierdo, que Ricardo notó también como si se la hubiesen clavado a él. Pero Gabriela pudo destrozar a uno de ellos fácilmente. Eran cuerpos frágiles al estar ya muertos. Luis se dio cuenta de ello y disparó una flecha en la cabeza del otro arquero muerto. Ese arquero se quedó descabezado debido a la potencia de esa última flecha.

"¡Sólo queda una ronda! ¡Cristina y Bartolo contra el líder de la horda del infierno!"

- ¿Quién iba a decirnos que iba a ser el maldito reptiliano cocodrilo otra vez? - Comentó retóricamente Cristina.
- Vamos a destruirlo - Finalizó Bartolo.

El hombre-cocodrilo que terminó el desafío de Cristina estaba esta vez contra dos. Y luchó ferozmente. Llevaba dos espadas casi tan grandes como la de Bartolo, pero no iba a poder contra ambos. Bartolo estaba delante, parando con su gran espada la mayor parte de los ataques. Mientras tanto, Cristina tenía su poder reservado para ese momento. La espada de Cristina no era común. Con suficiente preparación, se imbuía automáticamente con magia. Eso fue lo que acabó con el cocodrilo. Un tajo que partió las espadas del enemigo y lo dejó vulnerable al mandoble de Bartolo.

"¡Impresionante! ¡Han superado las pruebas! ¡Volved al Nexo y preparaos! Yo soy el siguiente. ¡Y no será nada fácil!"


(El próximo episodio será el Finale de DdV. Habrá un epílogo a la semana siguiente, después de navidades ya. ¿Vencerá Ricardo a Protox? ¿Cómo será el combate? ¿Sucederá algo malo? La semana que viene terminamos este Desafío de Vida.)

domingo, 6 de diciembre de 2015

Diálogo en Prisión

- Me pregunto si será lo mismo para ellas...
- Lo es.
- ¿Tan seguro estás?
- En efecto.
- ¡Entonces no tiene sentido!
- Nada lo tiene en realidad.

Suspiró. El hablar de su compañero lo irritaba. Se hacía pasar por misterioso y filósofo.

- Déjame ponerte un ejemplo. Un compañero estuvo bastante tiempo aquí. Escribió un poema el cual tuve la ocasión de conservar. Léelo y dime tu opinión.

El recién llegado agarró el papel que su compañero le tendió y comenzó a leerlo.

"Mi corazón roto se cae
La veo, no la saludo
Es un dolor de estómago profundo
Ella no me corresponde
Soy su mejor amigo
Me cuenta todos sus amores
Mis dolores resumidos
Ya no sé qué hacer
Ya no sé qué pensar
La quiero mía, pero eso la va a matar
Si no fuera por el cambio repentino
Si no fuera por la muerte
¿Por qué el amor es tan difícil?
¿Acaso ya nadie puede ver mi dolor?
¿Cómo llegaré a viejo si mi corazón está perplejo?
Una erección se va, pero el cerebro me estimula para verla hermosa sólo a ella
Mi despecho es enorme, por más que escriba, no me quedo conforme.
Ya no sé qué hacer, ya no sé qué hacer
Pero ya he tratado todo,
Es mi musa, es verdad,
Mis sentimientos sufren y cambian
Inspirando mi arte,
El cambio resonante,
Ya no está, y es de espante
Mujeres he tratado de verla a todas,
Ninguna me ha sacado ella de la mente,
He sido un rufián, un melancólico y hasta un neutral
¿Acaso no hay lugar en donde no me pueda atormentar?
Mi opción sería una cita y nada más.
Una vida en la cual mi espíritu este apaciguado
Pero ya no puedo, ella lo sentirá como un halago
Mi poesía sufriente me entretiene
Pero luego pienso en el mensaje de repente
Allí veo mi alma de artista frustrada
Como los viejos autores que ni eran actores
Ya no debería sentir nada, pero estoy enamorado.
Chicas de mi mano pero yo sólo quiero la suya.
No ahora claro, no soy tan raro
En si mi corazón se detiene.
Ya no sé lo que me conviene
Caigo derrotado en un ambiente sin seguro
No lograré nada, he allí mi mundo
Ahora veo claro cuáles eran mis pesares
No era la sociedad ni mis ideales
Era la falta de ella en mi mundo
Ahora que lo sé, estoy que me derrumbo
Esta con otro,
Y yo a moco flojo"

- Es muy... Bonito. Pobre hombre.
- Algo parecido a lo tuyo, ¿verdad?
- Sí...

Volvió a suspirar, esta vez con resignación.

- Mira a tu alrededor. ¿Dónde estás?
- En una celda. En prisión.
- ¿Por qué estás aquí?
- No lo sé.
- Piensa un poco.

Tras unos segundos, contestó.

- No puedo. Sólo pienso en ella.
- Lo suponía. Es por eso.
- ¿El qué?
- Es porque estás enamorado. Por eso estás aquí.
- Eso tiene menos sentido todavía.
- Tanto tiempo aquí da que pensar. Nadie sabe cuándo va a salir, pero cuando menos se lo esperan, son liberados de la prisión de amor.
- ¿Prisión de amor? ¿Es este lugar?
- Eso es.
- Y... ¿Por qué no entré aquí mucho antes?
- Eso ya no lo sé. Lo que digo es que los últimos momentos de ese que escribió el poema fueron muy duros para él.
- Entonces, ¿si ha salido de aquí, significa que ya perdió el amor que tenía?
- Eso es correcto, pero a él simplemente lo cambiaron de celda. Aún no ha escapado.
- ¿Y tú qué?
- ¿Yo?

Con una ligera risotada, contestó:

- Espero a que mi novia salga de su prisión. Si no lo hace, mucho mejor, porque no me gustaría sentirme como el autor del poema. Yo voy a creer que la vida sigue siendo algo increíble y que los dos vamos a estar juntos mucho tiempo.
- Por eso estabas tan seguro de que ellas pasaban por lo mismo...
- Lo has pillado. ¿Alguna pregunta más?
- No creo, de momento.
- Estaré leyendo entonces. Pregunta lo que quieras.
- ¿Qué lees?
- "Desafío de Vida". Una serie de capítulos cortos sobre un hombre muerto luchando por revivir.
- Ah...
- Y fíjate tú, que hay unos cuantos personajes que ya están encerrados en prisiones de amor.
- Anda, ahora que lo dices así, eso me recuerda a...
- No. No te recuerda a nada.
- ¿Qué? ¡Claro que sí! Es...
- Calla, que viene alguien.
- ...

El recién llegado dio un salto de la sorpresa al saber que la mujer que apareció enfrente de la celda era justo como aquella que recordaba.


(¡La semana que viene vuelve DdV! Mientras tanto, aquí un poco de reflexión sobre el amor que siento yo y lo que le ha ocurrido al señor "Taco", autor del poema anteriormente citado. Muchas gracias a él, por darme un tema para escribir pese a que lo esté repitiendo una y otra vez. Es lo que tiene enamorarse. También tendré que decir de dónde he sacado la idea de la prisión, sólo por si acaso. Y viene de escuchar "Ai no Prison", opening de "Prison School". La traducción del título de la canción es "Prisión de Amor".

Creí conveniente citar de dónde he sacado las ideas esta semana. Los exámenes no han perdonado y la inspiración se iba hacia el estudio. Por lo presente, espero que no os haya sido larga la espera para el siguiente episodio de DdV. ¡Hasta la semana que viene!)

domingo, 29 de noviembre de 2015

Bomba de Amor (Tributo a 'Keep Talking and Nobody Explodes)

(Hoy tampoco puedo subir el episodio de DdV. Estoy con los exámenes hasta arriba y hay que concentrarse en ellos. Os compensaré la semana que viene... o la siguiente si tampoco he podido. Por el momento, voy a dejaros esta historia inspirada en 'Keep Talking and Nobody Explodes'. Un juego de desactivación de bombas. Como comprobaréis, la bomba descrita es muy distinta a cualquier bomba realista, pero es un juego, y de por sí, impacta. Tenía muchas ganas de escribir esta historia corta, porque me vino la idea hace bastante tiempo y qué mejor que subirla ahora. Espero que os guste.)


- Te quiero, Amanda - Pronunció nerviosamente.
- ¡Fran!

*Un día antes...*

- Lo mejor sería tener más tiempo para estar juntos, ¿verdad?
- Lo mejor sería tener más tiempo para todo - Contestó Amanda - porque con eso de que cualquiera pueda plantar una bomba estamos hasta arriba de trabajo.
- Ojalá pudiéramos tener todo ese tiempo.
- Ojalá. Pero ahora tengo que seguir con el informe de la última bomba desactivada. Dame unos minutos y acabo.
- ¿Unos minutos solo? Para ti todo el tiempo que quieras.
- Te pones pesado a veces, ¿eh, Fran?
- Lo siento, ya me voy. Hemos quedado para improvisar un poco antes de mañana por la noche.
- Cierto, vais a tocar en el club mañana. Espero estar libre.
- Nos vemos cariño.
- Hasta luego.

Francisco pasaba por la comisaría alguna que otra vez a la semana para ver a su mujer: Amanda. Él era el saxofonista en un pequeño grupo de jazz que tocaba semanalmente por las noches en el club "Dos Cielos". Amanda era una de las más veteranas en ayudar a los artificieros con la desactivación de bombas. Una mente organizada y experta en mantener la calma y hacer que el que tiene la bomba en sus manos también consiga mantenerla.

Como los casos de amenaza bomba se habían multiplicado, el trabajo de Amanda requería que ella estuviese más tiempo del normal en su puesto. Junto a Yassine, el artificiero que seguía las instrucciones de Amanda, habían desactivado ya más de cinco bombas en dos semanas.

*Al día siguiente, por la noche...*

- ¡Evacúen todo el mundo! ¡Hay una caja bomba tras el escenario!

Con gran estruendo, el público hizo caso al dueño del local y los músicos dejaron de tocar para salir del establecimiento. Entre ellos estaba Francisco.

- He llamado a la policía. Dicen que el artificiero está de camino - Informó el dueño del local.
- Espero que no vuele por los aires el edificio antes - Dijo uno de los músicos.
- Un momento, me están llamando.

...

- ¿Sí?
- Aquí la comisaría. Amanda al habla. Hay un ligero problema. ¿Puede usted atenderme un momento?
- Por supuesto.
- El único artificiero que podía llegar a tiempo ha tenido un percance grave. Vamos a tener que intentar desactivar la bomba sin el artificiero. Voy a necesitar a un voluntario de entre ustedes con el que pueda comunicarme para darle las instrucciones. También necesitará un cortacables o alguna herramienta para ello.
- Está bien. Preguntaré por el voluntario e iré a por la herramienta yo mismo. ¡Señores, hay problemas! ¡Le ha pasado algo al artificiero y uno de nosotros va a desactivar la bomba con las instrucciones de una experta al teléfono!

Francisco se acercó rápidamente.

- ¿Amanda?

El dueño pasó el teléfono móvil a Fran.

- Amanda, soy Fran.
- ¿Fran? ¿Qué?
- Que voy a meterme ahí, dime lo que tenga que hacer.
- Pero...

Amanda había sentido un escalofrío recorriendo su espinazo. Tenía mucho miedo de que algo le sucediese a Francisco.

- Vale, me han dado ya lo necesario. Voy a entrar y a ver esa bomba. ¿Dónde estaba exactamente, jefe?
- Detrás del escenario, entre bastidores. En la mesa del camerino de mujeres. Bien visible.
- ¿Qué hacías tú...? Es igual. Voy allá.

...

- Fran. Ten mucho cuidado, ¿vale? No te alteres.
- Si tengo a la mejor guiándome. No me pasa nada.

Amanda suspiró. Ese optimismo y carácter despreocupado de Francisco ante la bomba la ponía más nerviosa todavía.

- Vale, la tengo delante. Es rectangular, gris y azul oscura a los lados y con partes naranjas. Hay cables, luces parpadeando, un temporizador...
- Está bien, son de las mismas. Mira primero, sin agitar mucho la caja, si tiene alguna batería a los lados. Si hay, dime cuántas.
- Hay... Dos baterías pequeñas y una grande.
- OK. ¿Cuánto tiempo tenemos?
- Cinco minutos apenas.
- Debería dar tiempo. Vamos. Dime lo de la luz parpadeando. ¿Qué tiene a su alrededor?
- Es como una rueda de sintonizar radio.
- Vale, eso es código morse. Si lo descifras, yo te daré la frecuencia.
- ¡No sé código morse!
- Simplemente dime si las luces son largas o cortas. Si me las dices en orden, podré ayudarte.

Corto, corto, corto, corto. Corto. Corto, largo, corto, corto. Corto, largo, largo, corto. Eso en código morse quiere decir "help". Fran lo captó rápidamente el código y Amanda lo tradujo, buscando la frecuencia que necesitaba.

- Pon la frecuencia entre 3,450 y 3'500.
- Hecho.
- Bien. ¿Ahora qué más hay ahí?
- Una pantalla que pone el número 2 y debajo cuatro teclas con números del uno al cuatro desordenados. Dos, tres, uno y cuatro.
- Vale. Eso es lo que me tenías que decir. Si pone un dos... Pulsa el que pone 3.
- Ya. Ahora en la pantalla sale un 1.
- Pues... Pulsa el botón que pone 4.
- Ahí. Ahora pone cuatro en la pantalla.
- Pues vuelve a pulsar el 4.
- Ajá. Sale un dos en la pantalla.
- Pues... Pulsa el botón tres.
- ¿Pero el botón tres o el que ponga el número tres, que es el segundo?
- ¡El... El que ponga el número tres, imbécil!

Amanda empezaba a perder los nervios. Se dio cuenta de que el fallo fue suyo al no explicarse totalmente, y la pregunta de Fran fue lo mejor que pudo haber hecho él. Estaba muy confiado, al contrario que la experta.

- Ya está. Calma. Ahora hay un 1 en la pantalla.
- Pues... Pulsa... El que pone el número tres otra vez.
- Perfecto, se ha encendido una luz verde en una esquina.
- Eso es que vamos bien. Dime, ¿cuánto tiempo y qué más hay?
- Tres minutos. Aquí hay un botón en una cubierta de cristal que pone "Detonate". No lo pulso, ¿verdad?
- No todavía. ¿De qué color es el botón?
- Es azul.
- Vale, ten cuidado ahora. Vas a abrir la tapadera y vas a pulsar y soltar ese botón en un instante. Ni se te ocurra quedarte pulsando el botón.
- Está bien. Voy a ello.

Francisco tuvo muchísimo cuidado abriendo la caja y, cuando pulsó el botón y lo soltó, se quedó paralizado, pues pensó que si se quedaba atascado el botón al pulsarlo podría haber muerto en ese momento. Suspiró y se intentó tranquilizar. Amanda no lo conseguía tan fácilmente como Fran. Ella no quería que la vida de su marido estuviese en sus manos. Ella temblaba en su silla de oficina mientras buscaba las formas de desactivar los distintos módulos de la bomba que se le aparecían a Francisco.

- Hay... Cables trenzados.
- Vale, presta atención. Me tienes que decir el color de los cables y si esos cables tienen una luz arriba encendida o apagada. Además, abajo de alguno de ellos debería haber una marca, ¿cierto? Me la dices también. Uno por uno.
- Exactamente hay todo eso. ¡Cómo se nota la experta!
- ¡Calla y empieza por el primer cable!
- Es un cable trenzado blanco y rojo. La luz está apagada y tiene una marca negra abajo.

Tras una pausa, Amanda contestó.

- Me... Dijiste que había tres baterías, ¿verdad?
- Sí.
- Pues corta ese cable.
- Vale, el siguiente es uno azul y rojo trenzado con una luz arriba encendida.
- Eso es... Busca el número de serie. Debería estar a un lado de la bomba.
- Lo veo.
- Vale. ¿El último número cuál es?
- Es un cuatro.
- Corta ese cable.

Amanda palideció. Se había dado cuenta de que el primer cable que había cortado fue pura suerte, porque se había equivocado. Los nervios estaban jugándole malas pasadas a la mujer, que empezó a tomárselo con más cautela.

- Bien. El otro es azul, no es trenzado y no tiene ni una luz ni marca. Solo es uno azul.
- Vale... Eso es. Córtalo.
- Bien. Hay dos más. El siguiente es un solo cable blanco con la luz encendida y no tiene marca.
- Ese... No lo cortes. Ve al otro cable.
- Pues... Es un cable blanco y azul trenzado con una luz encendida y una marca debajo.
- Ese... Dios mío. Mira a ver si en los lados de la bomba hay un puerto paralelo.
- ¿Eso qué es?
- ¡Algo parecido a lo que hay detrás del televisor para que se vean los canales!
- Pero... ¿Tiene que ser igual de largo?
- ¡De-Debería de ser más largo, Fran!
- Pues creo que sí. Que esto es uno.
- ¡Entonces corta ese maldito cable y pasa al siguiente!
- Hecho. Vale. Más cables. Son seis. El primero es rojo, el segundo amarillo, el tercero negro, el cuarto rojo, el quinto azul y el último azul también.
- ¿Cuánto tiempo queda?
- ¡Cuarenta segundos!
- ¿Tanto hemos tardado? ¡Mierda! Tengo que encontrar el cable que hay que cortar ahí.
- Solo es uno, ¿verdad?
- Sí. Espero que no quede nada más.
- No. Solo queda esto.

Amanda se apresuró nerviosamente en encontrar la solución al problema de los cables. Tenía que pensar y eso no era lo mejor que podía hacer en ese momento de tanta tensión. Veinte segundos restantes.

- Amanda, date prisa.
- ¡Estoy en ello! ¡¡Dame unos segundos!!
- Ojalá tuviésemos más tiempo.
- ¿Fran?
- Te quiero, Amanda - Pronunció nerviosamente.
- ¡Fran! ¡No!

Amanda se quedó paralizada. Soltó el teléfono móvil en la mesa y comenzó a llorar. La presión pudo con ella. Tras haber desactivado tantas bombas con éxito, en la más importante no pudo conseguir lo mismo. Pero Amanda también fue demasiado lejos y soltó el teléfono antes de que la buena noticia saliera de los labios de Fran.

- Tres segundos y medio. ¡¡Tres segundos y medio!!

Amanda notó que algo se escuchaba en el teléfono y lo volvió a coger. Llorando esta vez de alegría por escuchar la voz de Fran.

- Eres... Eres...
- Lo conseguiste, Amanda.
- No... Yo no... Tú...
- Eres increíble. Nos vemos allí. Voy en unos momentos. Espérame.


Curioso cuanto menos fue el informe. Bomba desactivada. Tiempo restante: 03:32 segundos. Otras observaciones: Tres segundos de amor eterno.

"Nunca pensé que lo de cortar el cable rojo iba a ser de utilidad algún día más allá de las películas."

domingo, 22 de noviembre de 2015

El Árbol de Sofía

(Sí, esto no es Desafío de Vida. No he podido terminarlo debido a que tengo que leerme dos libros con límite de tiempo impuesto y trabajarlos. Son "El Árbol de la Ciencia", de Pío Baroja y "El Mundo de Sofía", de Jostein Gaarder. Por eso este título)

Tengo ganas de inventar una pequeña historia. Una que trata de una chica llamada Sofía, la cual cayó enamorada de un chico bastantes años mayor que ella. Muy reservada y vergonzosa, mantuvo su relación en secreto.

Ambos solían quedar a la sombra de un árbol enorme que había en el parque. Allí hablaron, se abrazaron y se besaron cientos de veces.

Pero un día, el chico tuvo que dejar la ciudad para terminar sus estudios. Fue un duro golpe para Sofía, que ya no sabía qué hacer. No se explicaba su enamoramiento enfermizo hacia el chico hasta el punto de no poder soportar estar sin él. Iba varias veces al árbol del parque, simplemente para recordar las cosas que habían sucedido entre ellos una por una. Acababa sufriendo cada vez más, porque sabía que esos recuerdos se acabarían desvaneciendo. Llegó a pensar que se olvidó de ella, pero no fue así.

Nunca se olvidó de ella porque se llevó a su prematura tumba una foto de los dos sentados en el árbol. Un accidente de carretera se llevó por delante la vida del amor de Sofía. Estuvo deprimida más de un mes, hasta que finalmente volvió al árbol de nuevo, jurando que sería la última vez.

Mientras estaba sentada a la sombra del árbol intentando no romper a llorar, un caballero de traje elegante se dirigió a Sofía.

- Disculpe, ¿Sofía?
- Me llamo así. ¿Quién es usted?
- Solo acepte esto.

El señor le entregó una caja metálica de color verdoso a Sofía y se despidió con una reverencia. Ella seguía estupefacta, pero la abrió y encontró un papel escrito dentro. No lo entendió muy bien, pero en la esquina de la hoja estaba la firma del amor de Sofía. Pensando, pudo saber de qué se trataba.

Al día siguiente, Sofía le entregó el papel a su profesor de matemáticas, que a la vez era su tutor. Lo leyó atentamente y respondió que necesitaría un día para darle una respuesta.

Sofía estaba impaciente por conocer tal mensaje oculto en el papel. Era la única salida a la profunda depresión que había sufrido. Cuando volvió al día siguiente a clases, preguntó al profesor sobre el papel. Sonriendo, respondió:

- Alguien te quería mucho y sabía de matemáticas, ¿verdad?
- S-sí...
- Pues esto es lo que quiso decirte con ese papel.

El profesor agarró la tiza y dibujó algo en la pizarra. Ese algo nunca se le olvidaría a Sofía. Fue el día que cambió todo su pensamiento en mala manera. Salió corriendo de la clase sin decir palabra alguna. La próxima vez que vieron a Sofía, llevaba una soga al cuello colgada en el árbol del parque.

El hombre de traje elegante pasó de nuevo por ese lugar y, en su sorpresa, pronunció:

- De verdad el amor nos vuelve locos a todos.

Sofía respiraba nerviosamente cuando salió corriendo de la clase. Una vez en su habitación, se puso a pensar en todo. En lo que sentía, en la vida, en el amor... Y llegó a la conclusión de que vivir sin él no tenía sentido, sino solo sufrimiento. Sus padres no se enteraron de que Sofía había salido de la casa a hurtadillas por la noche para acabar suicidándose.

Una vez ambos enamorados se reencontraron, él no la reconoció.

- Tú no eres Sofía. La que yo conocí no se suicidaría por algo tan estúpido.
- ¿Eh?
- Has llorado tanto por mí que te volviste loca. Y así me gustabas. Ahora eres fría, como yo. Es por eso que no eres la misma. Lo único que eres para mí ahora es "La que se mató en el Árbol de Sofía".

Ella estaba desolada y aturdida. Él volvió su espalda, pero no caminó. Se quedó esperando una respuesta. Sofía se abalanzó sobre la espalda de su amor y, con ríos de lágrimas en sus ojos, le dijo:

- Solo quiero estar contigo. No me importa que sea viva o muerta.
- Eres cabezota.
- Te quiero. Y te quiero cerca.

Él se resignó. Ella no se soltaba.

- Eres idiota.
- Pero estoy contigo.
- ¿No te importa otra cosa?
- No.
- ¿Ni siquiera que tus padres lloren por ti?
- Si estoy contigo, no.
- Estás mal de la cabeza.
- Pero contigo.

Suspiró profundamente para calmar lo nervioso que se estaba poniendo tras escuchar la misma respuesta una y otra vez.

- Dame un beso - Dijo Sofía.
- ¿Para qué?
- Para que me entiendas.
- ... Está bien.

Pero fue ella quien lo besó más apasionadamente que nunca. En ese instante, los dos se desplomaron en el paraíso.

Se levantaron un año después. Tanto tiempo habían pasado juntos que ya se les había olvidado la noción del tiempo. Por lo menos a Sofía, pues estaba con él. Estaba a su lado y eso era lo único que importaba.

- Sofía. Tenemos que hablar.

La frase que más parejas ha separado salió de la boca de Alberto. De la boca que había besado a Sofía tiempo atrás. Ella, sin embargo, no estaba asustada. Sabía lo que estaba a punto de ocurrir.

- No me gustan los finales tristes, Sofía. Sé que muchas veces tiene que haberlos, pero no me convencen. Hay que encontrarle otro final a nuestra historia. No ha terminado aún. Es por eso que nos hemos levantado.
- Te quiero mucho, Alberto.
- Yo también a ti, Sofía. Esto, eh...
- Adelante.
- Bien. Me he dado cuenta de una cosa en este tiempo. Me di cuenta de que he estado utilizando inconscientemente un recurso con el cual te he conquistado. Lo he llamado "Romanticismo Mítico". No sé si existirá algo llamado así, pero, ¿a que suena bien? Esto radica en el día que nos conocimos. Yo te contaba historias fantásticas y a ti te encantaban. Eso me impulsaba más a inventar historias, pues me sentía motivado. Ya te quería en ese momento. Y ahora te sigo queriendo y sigo contándote historias como si fuesen los mitos griegos o nórdicos. Relatos que quieres expresar con tu arte, Sofía. Sólo quería decirte esto, que estamos en el paraíso y llevamos un año en él. ¿Cómo llegamos aquí? ¿Qué importa eso? Los mitos ya pasaron de su tiempo. Ahora mismo estamos juntos, y tú y yo estamos pensando que nos queremos mucho. Y si pensamos, es que existimos, y que nuestro amor también existe. Incluso aquí. Feliz aniversario, Sofía.

Sofía se quedó boquiabierta. Nunca la habían felicitado de ese modo. Siempre había sido "Feliz cumpleaños", pero ese día no era su cumpleaños. Sin embargo, se sintió como si fuera el primero de todos ellos. El más especial. El que celebraría todos los años en el mismo día. Un veintidós de Abril.

Sofía se lanzó a los brazos de Alberto, sonrojada, y lo abrazó fuertemente. Después gritó con todas sus fuerzas.

"¡¡¡TE QUIERO!!!"

domingo, 15 de noviembre de 2015

Desafío de Vida #17: Las Pesadillas Vivientes (Tributo a heliceo)

(heliceo es el mapmaker que hizo Ragecraft 2, un mapa Complete the Monument del videojuego Minecraft. Basándome en la decoración de dicho mapa, he elaborado esta historia. El crédito debe ser mencionado, por supuesto.)

- ¿Ricardo sigue dormido? - Preguntó Mimi.
- Sí. No hay manera de despertarlo. Que descanse, mejor.

Eso dijo Paulina. Ya había pasado casi un día entero y el elegido seguía durmiendo. Lo que no sabían era que Ricardo ya estaba en la siguiente zona sin previo aviso. Cuando Ricardo se fue a dormir, apareció en una sala escasamente iluminada por tres antorchas azules encima del marco de tres puertas. Detrás de él estaba todo lo necesario para la batalla que había ido consiguiendo a lo largo del desafío.

"Antes de hacer nada, equípate"

Eso le dijo una voz. Ricardo agarró primero la Hachecutadora por seguridad, y después empezó a ponerse la armadura.

- La Hachecutadora del Corredor de la Muerte, los pantalones del Gran Maestro Xin de la Academia Ninja reforzados con adminio de la Colonia Sumergida, la Máscara de Batalla Reptiliana, el Libro de la Furia del Pequeño Imperio, el libro de Tormenta Ártica del Abismo Desmoronado, el Libro de la Llama del Río de Magma, la Cazadora de Sombras de los Terrenos de Caza, las Raíces de vida de la Setalucinación... Eres un guerrero impresionante.
- ¿Quién eres?
- Perdona, soy Benjamín.

Apareció el fantasma flotando y vestido con una túnica verde oscura y roja atada por una cinta blanca.

- ¿Pero no se supone que debo estar preparado antes de entrar en uno de los retos?
- En este caso... No importa. Te puedes tomar el tiempo que quieras. Estás dormido.
- ¿Qué?
- Te adelanto que este reto se llama: "Las Pesadillas Vivientes". Y hay tres pesadillas a las cuales te vas a tener que enfrentar.
- Así que es eso...
- Cuando quieras, puedes empezar. La puerta a la derecha lleva a la "Aracnofobia", la del centro al "Vértigo" y la última al "Miedo a la Oscuridad". Cuando superes las tres pesadillas, despertarás con la gema verde oscura en el Nexo.
- Una pregunta antes de empezar. ¿En cuál de ellas moriste?
- Miedo a la Oscuridad es mi peor pesadilla. Cuando la intentes sabrás por qué.
- Pues la dejaré para el final. Empezaré por Aracnofobia. Las arañas no me dan miedo.

Así entraron Ricardo y el fantasma de Benjamín en la puerta de la derecha. Aparecieron en cuestión de segundos en un bosque de alta vegetación.

- Para salir de las pesadillas, tienes que encontrar un lugar en concreto. Una puerta idéntica a la que usaste para entrar.
- Entendido.
- Ten cuidado con las madres araña. Son enormes.
- ¿Arañas gigantes?

Eso dijo mientras contemplaba una de ellas. Ricardo comenzó a correr a ciegas por el bosque. No quería tener que enfrentarse a un enemigo de tales dimensiones. No podía verse ni un solo claro en todo el lugar. Todo estaba cubierto de alta vegetación que parecía moverse. En efecto se movía, pues arañas del tamaño de Ricardo estaban pasando por allí. Pudo ver sus ojos rojos a su alrededor. Estaba rodeado. Las arañas se acercaban a toda velocidad hacia el elegido y saltaron para atacarlo.

- Luiaga.

De un pisotón, Ricardo congeló a todas las arañas que lo rodeaban y las masacró. Sin embargo, el fluido que se desprendía de ellas impregnó parte de su cuerpo. Era doloroso y parecía que estaba ardiendo en los lugares intoxicados por la sangre de las arañas. Sin embargo, continuó su avance. Poco después vio la puerta de salida, pero estaba cubierta de gruesa tela de araña.

Y tenía un gigante problema justo encima de la puerta.

- ¡Dejadme salir!

Ricardo corrió en círculos alrededor de la puerta y cuando podía cortaba una de las patas de la araña gigante que protegía la puerta. Cinco patas cortadas fueron suficientes para desequilibrar a la araña, cortar la telaraña de la puerta y salir. Ricardo se tomó un breve descanso.

- Esta pesadilla sí que ha sido una pesadilla. Me ha puesto nervioso.
- Pues te quedan dos. Ánimo.

Entraron en la puerta central: Vértigo. Lo único que había era un suelo casi totalmente transparente flotando en el aire. No podía verse nada más. El infinito a sus pies y la nada hacia delante.

- ¿Qué se supone que es esto?
- Vértigo. Si caes, mueres. Es así de simple. El reto consiste en que hay partes del suelo que no son suelo, sino agujeros.
- No puede ser... ¡Tengo que salir de aquí rápidamente!

Ricardo caminaba con extrema cautela pese a haber dicho eso. No quería morir por un tropiezo, por supuesto. Comenzó a distinguir los agujeros en el suelo. Sin embargo, mientras estaba cerca de uno de los huecos, dos flechas salieron disparadas hacia el elegido desde ambos lados. Pudo evitarlas tropezando hacia atrás, pero el susto había sido grande.

- ¿¡Qué!? ¿No es solo esto?

De algún modo, cada cierto tiempo dos flechas salían disparadas hacia Ricardo. Él las evitaba, pero las pulsaciones de su corazón se aceleraban. Paulina lo veía dormir y se asustaba también siempre que el cuerpo de Ricardo daba un espasmo del susto.

Respiraba hondo. Lentamente avanzaba y retrocedía, memorizando los pasos que daba para saber el camino seguro. La cantidad de agujeros en el suelo era cada vez mayor, pero afortunadamente podía ver la puerta a lo lejos. Aún le quedaba un buen rato al ritmo que iba.

Una de las dos flechas que le lanzaron impactó en la pierna derecha de Ricardo. Herido y dolorido, ralentizó la marcha. La tensión se incrementaba por momentos. No sabía cuándo iban a dispararle y había perdido seguridad sobre el camino que estaba memorizando. Estaba flotando en la nada, encima del abismo infinito y la muerte.

No pudo contener la presión. Podía ver la puerta y se arriesgó a hacer lo mismo que hizo en el Abismo Desmoronado. Con un grito y pronunciando un hechizo del libro de Furia Ártica, saltó una gran distancia, pero no era la suficiente para llegar a la puerta.

Cayó al suelo casi invisible. Fue afortunado. Estaba a pocos pasos de la puerta. El dolor de la flecha clavada no desaparecía y le impidió levantarse. Había perdido el control de su pierna. Tuvo que arrastrarse con muchísimo cuidado hasta la puerta. Dos flechas más intentaron impactar en Ricardo, pero con un último impulso de sus brazos consiguió salir de la pesadilla.

Ya lo había notado en la pesadilla anterior. Lo que ocurre en una pesadilla no permanece. Puede mover su pierna y está completamente sano y preparado para ir a la última pesadilla. Sin embargo, se tumbó en la sala y descansó. El corazón de Ricardo latía muy rápidamente debido a la tensión. Notaba cómo se le encogían los músculos cuando las flechas lo asustaban. Estuvo acostado en el suelo como quince minutos antes de poder continuar.

- Antes de que entres ahí, te advierto que no es nada fácil.
- Hay que intentarlo. Nada ha sido fácil.
- Eso es. Cuando los oigas, escóndete rápidamente.
- ¿Cuando oiga qué?
- Sabrás lo que te digo. Los sonidos de los Segadores son característicos. No los puedes ver. Si te alcanzan, mueres.
- ¿Enemigos invisibles?
- Eso es. Sólo puedes esconderte de ellos. Se van al rato y vuelven de nuevo con su sonido. Tienes que ser hábil escondiéndote y buscar la salida lo más rápido que puedas. Cuando los Segadores se van, rugen por segunda vez.

Ricardo no entendió del todo lo que le explicaban. Sin embargo, ya tenía miedo. Era lo que buscaba el desafío. Despertar el miedo en el elegido para que cometa errores debido al pánico. Entró y se encontró en una sala normal, con una puerta de madera y estanterías con libros. En cuanto abrió la puerta, pudo ver lo que pasaba.

Psicópatas. Hombres totalmente locos con hachas en sus manos iban a por Ricardo como si fuese la única cosa que debían hacer en su vida. Aparecían por todas partes y Ricardo apenas tenía espacio para actuar en los pasillos estrechos donde se encontraba. Era un lugar muy extraño. Parecía un manicomio entre tanto psicópata suelto. Desarmarlos no era suficiente y tenía que cortarles la cabeza para que dejasen de atacar al elegido.

"GWAARGHGH"

Los Psicópatas se volvieron aún más agresivos contra Ricardo. Ese era el sonido que Ricardo interpretó como el de los Segadores acercándose. Su escondite fue volver a la habitación inicial y cerrar la puerta firmemente. Unos segundos después, se escuchó de nuevo.

"GAHWAA..."

Esa vez era más suave. Pareció que se habían marchado. Ricardo abrió la puerta y se encontró montones de cadáveres de psicópatas. Aún así, aparecían más y más. No se cansaban nunca. Ricardo optó por intentar escapar de ellos en la medida de lo posible y llegó a una biblioteca. Los pasillos eran laberínticos y los psicópatas lo rodeaban varias veces mientras intentaba salir de allí.

"GAHWAAJJJAGHGH"

El sonido de nuevo, y Ricardo seguía en el laberinto de la biblioteca. Se dio más prisa aún en encontrar la salida. Empujó a los psicópatas que se interponían en su camino pese a recibir cortes de sus hachas, pero no encontraba la salida definitiva ni un escondite bueno. El elegido entró en pánico y corrió por todo el laberinto. Pudo escuchar cómo morían algunos psicópatas y eso lo alteró aún más. Tenía que encontrar algún lugar para salir o esconderse, pero lo único que encontró fue un pasillo sin salida.

Respiraba ansiosamente. No podía más. Se apoyó en la pared resignado exponiéndose a que algo invisible le quitase la vida. Lo que no se esperó Ricardo fue que los Segadores no lo encontraron a tiempo.

"AGHYAA..."

Ricardo tenía lágrimas en sus ojos. No podía creérselo. El propio laberinto había servido de escondite. Corrió más aún, ya que no había psicópatas de por medio, y encontró, tres pasillos más tarde, la puerta de salida.

Ricardo despertó en el Nexo dando un bote en su cama. Paulina pegó un grito del susto, pero se alegró de que Ricardo despertase.

- ¿Dónde está la gema verde oscura?
- Pero si no has ido todavía...
- ¡Sí, sí he ido! Dame un momento.

Ricardo estaba demasiado alterado por la pesadilla que fue corriendo a la sala de trofeos. Allí se encontró una agradable sorpresa. La gema estaba ya colocada y Benjamín estaba ya allí, abrazando a Serena. El elegido suspiró y se marchó de vuelta a su habitación. No pudo dormir, porque ya lo había hecho mucho tiempo.

- No sabes las pesadillas que me invadieron, Paulina. Mejor que no las sepas nunca. Sólo quedan dos. Y si he superado esto, voy a superarlo todo - Terminó Ricardo, convencido.

domingo, 8 de noviembre de 2015

Desafío de Vida #16: Setalucinación (Tributo a heliceo)

(heliceo es el mapmaker que hizo Ragecraft 2, un mapa Complete the Monument del videojuego Minecraft. Basándome en la decoración de dicho mapa, he elaborado esta historia. El crédito debe ser mencionado, por supuesto.)

Ricardo estaba enfrente del altar marrón. Era la próxima gema a conseguir, así que se preparó a conciencia. Esta vez no se llevó ninguno de los dos libros. Por lo demás, llevaba el mismo equipamiento que en su expedición a la Colonia Sumergida.

Con todo el apoyo de sus recientes compañeros, el elegido cerró sus ojos y se preparó metalmente como siempre: Esperando lo peor de cada zona. El lugar donde apareció le resultaba familiar, pero diferente. Había setas enormes aún más grandes que las del Pequeño Imperio. Preparado para todo, Ricardo tuvo que empezar a enfrentarse a guerreros mutantes. Tenían rastros de hongos por todas partes, y no parecían apenas humanos. Sin embargo, eran increíblemente resistentes y persistentes. Esto lo hizo retroceder y retirarse para pensar en una estrategia mejor. En ese retiro encontró al fantasma que lo iba a acompañar. Ricardo saludó, y el fantasma simplemente devolvió el saludo con un gesto.

- Soy Ricardo.
- Raúl.
- Vale, rápidamente. ¿Dónde estamos?
- El poblado de setas no tiene nombre. Pero todos lo han llamado Setalucinación.
- ¿Seta... qué?
- Los hongos producen esporas alucinógenas. Eso es lo único que sé. Ah, y que la gema marrón está en lo alto de esa torre.
- ¿Cómo?

Ricardo no daba crédito. El objetivo estaba localizado justo enfrente de sus narices. El resto de la zona de setas enormes y pequeñas casas es solo un decorado para la primera torre que vio al llegar a ese lugar. Estuvo pensando dos cosas: Cómo quitarse de encima a los guerreros y cómo conquistar la torre.

Lo de los guerreros fue sencillo. Si los golpes no funcionaban, el arco lo solucionaría. Mantuvo alejados a los mutantes y entró rápidamente en la torre, arrasando con toda seta que encontrase en el camino. De repente, sintió algo extraño en sus botas. Parecían moverse por sí solas. Mirándolas antes de subir al piso superior, se dio cuenta de que emanaban resplandores verdes de las botas y acababan en el piso. No supo muy bien qué efecto tenía eso, pero unos sonidos extraños empezaron a rodear la torre. Ricardo se apresuró en subir y acabar con el lugar. Sólo quedaban tres guerreros en el último piso, donde se encontraba la gema marrón dentro de una caja de cristal.

"¡Luia!"

Los tres guerreros consiguieron aguantar un poco del poder inmenso de Ricardo con el hechizo de la furia. Sin embargo, sólo quedaron restos de seta en el suelo, sonidos extraños, gritos de agonía y una gema marrón en el poder de Ricardo, quien fue llevado al Nexo instantáneamente.

Ricardo no se encontró a nadie en la sala de altares, lo que era extraño. Lo primero que vio en la puerta de salida fue el cuerpo de Raúl apalizado cayendo al suelo inconsciente. No podía creerse lo que estaba viendo.

Unos guerreros de armadura roja entraron e intentaron atacar a Ricardo. Su arco pudo encargarse fácilmente de ellos, pues el elegido aún tenía puntería para acertarles pese al shock que acababa de tener. Mirando a Raúl, parecía muerto por la paliza que le dieron esos guerreros.

Bajando rápidamente la escalera, se encontró con su habitación en llamas y con Paulina colgando ahorcada.

- No puede ser. ¡No puede estar pasando esto!

Más guerreros de armadura roja que no duraron más de diez segundos contra Ricardo. La rabia que sentía era inmensa. Estaba como poseído por la furia misma. Más adelante, en la cocina, se encontró la cabeza de Francisco encima de una mesa y con el cuerpo de Víctor bastante descompuesto en el suelo.

- ¡Esto no es justo! ¡No podía protegerlos! ¿Es así como queréis jugar? ¡Estaban tan vivos como yo!

En el almacén se encontró a Gabriela sentada en una pared cubierta y manchada de sangre, además de ver a Luisa carbonizada en un rincón.

- No. ¡No podéis matarlos! ¡Nosotros luchamos para vivir, no para morir como soldados!

Ricardo salió del Nexo y se encontró con un terreno pasto de las llamas. Manuel estaba enterrado de cuerpo entero salvo la cabeza y Mimi estaba a un lado de la puerta del Nexo, con su katana clavada en el estómago, también sin vida.

- ¡Ellos ya tuvieron que sufrir! ¿Por qué otra vez?

Ricardo no llegó a tiempo al puente donde se encontraban Luis y Cristina. El primero fue destrozado por la mitad por culpa de un hachazo de un guerrero de armadura roja. Ella fue atravesada por la lanza de otro guerrero. Dos muertes que tuvieron lugar en la mirada de Ricardo y que no pudo evitar. Corriendo hacia el puente, asesinó a ambos asesinos en cuestión de segundos y sin dejarles alguna oportunidad. A un lado del puente se encontraban Serena tumbada boca abajo en el agua y Rubén siendo el interior de una roca congelada en el lago.

- Ya no queda ninguno... Todos han muerto menos yo... Sólo me quedaban tres gemas más...

Ricardo estaba volviéndose loco. Simplemente caminó hasta el final del puente y se sentó en el borde del lago. No quedaban armaduras rojas en los alrededores del Nexo. Podían verse lágrimas en sus ojos a través de la máscara reptiliana.

- ¿Por qué? Nada tiene sentido. Me dan la opción de revivirlos y antes de eso les dan muerte. ¿Qué voy a ganar yo con todo esto? Volver a la vida ya no me hará tan feliz si no he podido hacer felices a otras doce personas que lo intentaron. ¿Tan egoísta hay que ser para vivir?

Ricardo se tumbó y empezó a quedarse dormido del cansancio. Despertó instantes después, en el Nexo. Esta vez el verdadero, no el alucinógeno por el cual había pasado todo ese tiempo. Paulina estaba allí, junto a todos los demás que esperaban la llegada del elegido, más confundido que nunca.

- ¡Da-Dadme un momento! ¡Necesito colocar esta gema antes que ninguna otra cosa!

Eso le permitió todo el grupo a Ricardo. Puso la gema marrón y Raúl apareció en carne y hueso tal y como lo hizo Serena.

- Raúl. ¿Cómo moriste en ese lugar?
- Me apalizaron unos guerreros con armadura roja.
- Sí. Lo sabía.

Ricardo lo miraba fijamente. Ningún rastro de la mirada fantasma. Todo era verdad.

- Serena. ¿Moriste ahogada en la Colonia Sumergida?
- ...
- ¿Sí o no?
- ¡Vale, sí! Salir con el casco de buceo roto no fue buena idea. Fui muy tonta.

Serena estaba muy avergonzada de contar eso.

- Manuel. Si no recuerdo mal, había arenas movedizas. Apuesto a que te tragaron.
- Sí. ¿Para qué engañarlo más?

- Rubén. ¿Congelado?
- Sí. El efecto de las paredes. Dolió bastante.

- Luis. ¿Alguien te asesinó con un hacha, verdad? Seguro que fue el comandante enano de la caza.
- No puedo protestar. Es cierto eso.

- Cristina. ¿Alguien te atravesó con una lanza?
- El hombre-cocodrilo. No lo llegaste a ver, pero era enorme.

- Mimi. Tu katana fue clavada en tu estómago, ¿verdad?
- Sí. Xin fue más hábil que yo y acabó así nuestro duelo.

- Víctor. Algo pasó en el laboratorio. Algo distinto a lo que me dijiste.
- Bueno. Un poco. Caí en la trampa del sector C y me desmayé sin poder escapar.

- Luisa. Moriste quemada. Pero no me cuadra que siga teniendo tu libro en mi poder.
- Porque fui estúpida y preferí salvar un libro antes que mi propia vida.

Estaba realmente molesta con eso. Se la notaba muy arrepentida.

- Francisco. ¿Algo que me hayas ocultado? Tiene que ver con tu cabeza.
- La que estaba en la celda del Caníbal. Fue horrible. Comerse a alguien vivo. Bueno, casi. Estaba sin piernas.

- Pau... ¿Dónde está Paulina ahora? Bueno, Gabriela. ¿Qué te pasó en realidad?
- Vampiros. Sentí cómo la sangre salía de mí. Era una sensación horrorosa.

Ricardo buscó a Paulina por El Nexo. Sin embargo, ella estaba fuera, en el mismo lugar donde Ricardo se había parado en la alucinación antes de volver a la realidad donde vivía temporalmente. Cuando finalmente pasó por allí, se alegró sobremanera.

- ¡Estáis todos vivos!
- En realidad no, ya sabes.
- Sí, sí. Pero seguimos aquí, Paulina. Así que me vas a tener que decir la verdad. Ahora que nadie está cerca. Lo voy a entender, sea lo que sea. Te voy a ayudar.

Paulina agachó la cabeza y respiró hondo. Estaba ruborizada, pero su pelo sin la coleta tapaba su rostro.

- Fue lo peor que pude hacer.
- ¿El qué?
- Los enanos me apresaron. Me dieron dos opciones. Morir en el acto o servirlos.
- ¿Qué dijiste?
- Yo quería vivir, así que decidí la segunda opción. Pero no pude aguantar lo que pasó la primera noche.

Paulina empezaba a hablar con una voz tomada por la tristeza. Empezaba a haber lágrimas en sus ojos.

- Cuéntamelo. Sé tan fuerte como lo fuiste aquel día.
- Me dieron una poción junto con la comida y yo no lo sabía. Me drogaron para que apenas pudiese moverme por mi cuenta. Entonces llegó un jefe de guerra enano que se aprovechó de mí. Esa noche me violaron. No pude soportar esa presión. Incluso imaginé que iría a suceder todas las noches. No pude conmigo misma y utilicé la cuerda con la que me ataron para suicidarme.

Ricardo abrazó a Paulina. Ella lloraba, pero no sabía si continuaba llorando de la tristeza al recordar ese momento o de alegría porque estaba en los brazos del hombre al que amaba.

- Eso ha sido como mi viaje por esa alucinación. Os he visto morir a todos vosotros tal y como me habéis confesado. Pero al final todo ha sido una pesadilla. Ahora, hay que terminar este desafío. Me queda muy poco.

domingo, 1 de noviembre de 2015

Desafío de Vida #15: La Colonia Sumergida (Tributo a heliceo)

(heliceo es el mapmaker que hizo Ragecraft 2, un mapa Complete the Monument del videojuego Minecraft. Basándome en la decoración de dicho mapa, he elaborado esta historia. El crédito debe ser mencionado, por supuesto.)

Amanece en El Nexo. Este día estaba muy animado. Se notaba la presencia de personas en lugar de fantasmas. Eran demasiado silenciosos por su condición. Ahora las habitaciones estaban muy animadas.

- Hoy voy a ir a por la siguiente.

Ricardo solo tenía que decir eso para estar rodeado de todos los fantasmas deseándole suerte en su aventura. Sin más dilación, subió al altar azul oscuro con la Hachecutadora en una mano y el libro que consiguió en el Abismo Desmoronado en la otra mano. Esta vez contó con llevarse el libro del hielo. Estuvo practicando un rato con él para ver de lo que era capaz y le gustaron los resultados. Equipado también con su máscara reptiliana y los pantalones de Xin, apareció en una isla en medio del océano. Los "fantasmas" no podían ir con Ricardo. Ya lo intentaron pero no conseguían ser transportados. Había una cabaña muy bien construida. Ricardo entró con cautela y vio a un hombre que no parecía ser enemigo.

- Hola - Saludó Ricardo.
- Bienvenido a Velouria, compañero.
- ¿Velouria?
- Eso es. El lugar donde no se vive en la tierra.
- No entiendo.
- Esta es mi isla donde trabajo, pero alrededor se encuentra la Colonia Sumergida.
- ¿En serio? ¿Una ciudad bajo el agua?

Ricardo no daba crédito. El que le hablaba era un herrero. Le contó que siempre es una persona distinta la que asiste a los elegidos con unos metales casi indestructibles y muy ligeros llamados adminio.

- Vamos a hacer el trato. Tú me traes utensilios de pesca de la Colonia y yo te fabrico algo con el adminio que tenga.

Era un trato estupendo. Ricardo iba a invadir Velouria de todos modos para recuperar la gema azul oscura. El problema era el agua. ¿Cómo iba a entrar en la Colonia si no tenía ningún medio para respirar bajo el agua? El herrero no le pudo ayudar en eso. Sin embargo, cuando Ricardo salió de la cabaña se encontró a una chica fantasma sentada en una roca de la isla.

- ¡Oh! Hola - Saludó Ricardo.
- Hola.
- ¿Cuál es tu nombre? Yo soy Ricardo.
- Serena.
- ¿Conoces algún truco para no ahogarme ahí abajo?
- Zumo de pez globo.
- ¿Qué?
- Eso.

Era una chica muy joven. La menor de todos los fantasmas que había visto antes. Tenía el cabello y los ojos castaños. Vestía con una camisa blanca y una falda verde. Por lo pronto, no pareció muy amigable.

- ¿Cómo consigo ese zumo?
- Pesca.
- Cierto, era obvio - Suspiró Ricardo - por cierto, ¿cómo moriste en este lugar?
- ¿Tanto te interesa?
- Sí, me interesa.
- Me atraparon y me envenenaron los de la ciudad.
- ¿Veneno, eh?
- Sí.

La misma mirada. Se notaba muchísimo cuando los fantasmas mentían. Ricardo tomó prestadas con el permiso del herrero lo que le quedaba útil para pescar. Serena no hablaba. Ricardo tampoco porque estaba leyendo el libro que traía mientras pescaba. No podía llevárselo al agua. Picaron tres peces antes de que picase el pez globo. Se hinchó bastante cuando lo sacaron del agua tirando de la caña. Ahí el herrero le explicó cómo obtener el zumo de un pez globo sin envenenarse, pues son bastante peligrosos.

Ricardo tomó todo y se lanzó directamente al agua. No era un gran nadador, pero sabía moverse bien en el agua. Era un buen camino hasta llegar a alguna de las casas. Notó que podía respirar aun estando bajo el agua. Era una sensación extraña. Las puertas estaban obviamente cerradas. Ricardo intentaba abrirlas, pero la presión que aguantaban era muy grande porque estaban en el agua. La solución fue romper un cristal con el mango de la Hachecutadora. Aún así, fue muy resistente e hicieron falta varios golpetazos para quebrarlo. Se empezó a inundar la casa y los Velourianos empezaron a acercarse. Eran ciudadanos con cascos de buceo, algo muy conveniente.

Ricardo no tuvo problema con los primeros. Eran simplemente ciudadanos corrientes del lugar y pudo arrebatarles un casco para bucear, poniéndoselo encima de la máscara reptiliana. El reto tuvo lugar más adelante, en la torre más alta, donde empezaron a salir guerreros acuáticos armados y con pesada armadura. Mientras tanto, Serena parecía estar sollozando. Eso escuchó Ricardo durante el combate con sus oponentes.

- ¿Qué te ocurre?
- Nada.
- ¿Entonces por qué lloras?
- No lo sé, estoy triste, ¿vale?

Ricardo recordó eso. A lo mejor sería una pista para averiguar cómo murió Serena. Los Velourianos eran feroces combatientes. Ricardo estaba en un medio que no era su preferido. No podía moverse tan rápido con el agua. Estaba empapado, lo que reducía su movilidad aún más. Haciendo uso de su arco, la "Cazadora de Sombras", pudo acabar con ellos. Sin embargo, estaba exhausto. Se relajó cuando había pasado el peligro.

- Es que... - Comenzó Serena - Se me olvidó advertirte de unas cosas...
- ¿El qué?
- Te quedan cinco gemas, ¿verdad?
- Sí.
- Pues... Las cuatro zonas antes de la última gema las han llamado las zonas de Miedo, Tensión, Pánico y Terror.
- ¿Qué?
- Quiero decir, estás en la Colonia Sumergida. Pero también la llaman "Zona de Miedo"
- Yo no he pasado miedo aquí.
- En el sótano de esta torre está la gema azul.
- ¿Lo sabías?
- Sí. Pero quería ver de lo que eras capaz.
- ¡Me habrías hecho el camino más fácil! ¿Acaso quieres seguir muerta?
- ...
- No puedo creer que alguien le tenga tan poco aprecio a la vida.
- No es eso...
- ¿Entonces?
- ¡Quiero que encuentres a quien amo en la gema verde oscura! ¡Quiero volverlo a ver!

Serena se sonrojó, Ricardo se quedó pasmado y empezó a reirse a carcajadas.

- ¡Así que era por eso! Haber empezado por ahí. ¿Te gusta hacer las cosas difíciles? ¡Vamos a por la gema y volvamos de una vez!

Ricardo ni siquiera miraba a Serena mientras decía eso. Estaba abriendo la trampilla del sótano, ya bastante inundado. Un hombre enorme y armado mucho mejor que el resto estaba custodiando la caja de cristal donde se encontraba la gema azul oscura.

- ¿Quién se atreve a desafiar al guardián de Velouria?
- ¡Luiaga!

Ricardo aprovechó para embestirlo con todo lo que tenía. Pese a haber dejado el libro en la isla, lo había leído mientras pescaba y eso hizo que pudiese utilizar estas palabras congelantes y furiosas que hicieron estragos en la armadura del guardián. Pero en cuanto una parte de su armadura quebró, un gran chorro de agua a presión salió del Velouriano y empujó a Ricardo violentamente contra la pared. La Hachecutadora había caído de las manos del elegido y acabó en el fondo del inundado sótano.

Pero Ricardo tenía un as en la manga, como de costumbre.

Sorprender al enemigo es un momento de vulnerabilidad que aprovechas. Así que usó su arco y disparó cerca del guardián que se aproximaba. No pudo moverse más. Había congelado con esas flechas el agua alrededor del guardián. Ricardo nadó hasta la Hachecutadora y la utilizó contra el indefenso guardián Velouriano. Un solo corte hizo falta para ejecutarlo. Tras ello, cogió la gema azul oscura y apareció en el Nexo. Felicitaciones y abrazos llenaban el lugar de un momento a otro, cuando los fantasmas se enteraban de que Ricardo había vuelto. Colocando la gema azul oscura en su lugar, Serena apareció directamente en carne y hueso. Fue una cálida bienvenida que no pareció agradarle demasiado, pero algo que le dijo Paulina a Serena al oído hizo que confiase más en él.

"Mucho mejor que Nevan"

Ricardo fue a descansar. ¿Cómo iba a darle utensilios de pesca a aquel herrero si en cuanto cogiese la gema iba a volver al nexo? El misterio se resolvió pronto. Paulina era también herrera e hizo un arreglo que impresionó a Ricardo. Hizo que los pantalones del Gran Maestro Xin estuviesen cubiertos de adminio. El herrero había enviado de algún modo parte de su adminio al Nexo con una nota de agradecimiento.

Sin embargo, lo más curioso fue lo que dijo Paulina al terminar esos pantalones:

"Puede ser que me haya vuelto loca, pero tener esos pantalones en mis manos fue tan maravilloso que tuve una alucinación. Una visión donde Ricardo se fijaba finalmente en mí."