domingo, 27 de diciembre de 2015

Desafío de Vida #20: La Rosa de la Excelencia [Epílogo]

Llamaron al timbre de la puerta. Ricardo se levantó con dificultad del sofá. Apenas había dormido aquel día. Habían pasado meses desde que completó el desafío y aún no se lo creía. De hecho, nadie lo creería. Miró un segundo a través de la mirilla y abrió la puerta de inmediato.

- Hola, Ricardo.
- ¿¡Paulina!?

Llevaba un ramo de flores de múltiples colores envuelto en un papel blanco. Se la veía igual que en el Desafío. No había sido una alucinación, después de todo. Ricardo había pensado que podía haber sido un largo sueño, pero estaba equivocado.

Paulina dio un fuerte abrazo a Ricardo. Él se lo devolvió, notando que Pau estaba sollozando.

- ¿Qué te pasa?
- Eres un héroe. Mi héroe. Nuestro héroe...

Ricardo comprendía lo que Paulina quería decir. Era verdad que había salvado, mejor dicho, resucitado a nada más y nada menos que a quince personas si se contaba a él mismo. Viéndolo desde ese punto de vista, Ricardo recordó que hubo una a quien no pudo.

- Ya, pero...
- Tranquilo. Se encuentra bien.
- ¿Qué?
- Nevan está bien.
- ¿Cómo?
- Hasta encontrarte, tuve que investigar. Acabé encontrándome con casi todos ellos antes de llegar a ti. Todos menos dos de ellos.
- Increíble, Pau. ¿Quiénes te faltaron?
- Raúl, el desaparecido y Nevan.
- ¿Pero no acabas de decir que ella estaba bien?
- Voy a empezar a explicártelo todo.

Paulina empezó a contar sus aventuras y el cómo se fue encontrando al resto del grupo. Sus vidas anteriores eran un completo misterio hasta ahora. Pau comenzó a desvelarlas todas. Una a una. Tantas vidas como flores tenía el ramo. Ella sacaba una flor cada vez que comentaba una historia, y lo hacía en un orden en concreto. Un orden del que Ricardo se acordaba bien.

Una flor blanca para la historia de Gabriela, quien había sido sacerdotisa en la iglesia por obligación de sus padres. En cuanto el desafío terminó, ella se encontró justo enfrente de su parroquia.

"Dije que iba a ser la última vez que lo utilizaría. No quiero tener nada más que ver con la iglesia nunca más."

Una flor naranja para contar su propia historia. Paulina era en realidad una trabajadora en una factoría de producción en serie. Cuando el desafío terminó, utilizó sus ahorros en viajar como podía. Ella sólo quería una cosa: Encontrar a Ricardo.

"Te quiero. Como si hubieses abierto con tu hacha un hueco en mi corazón."

Ricardo se quedó boquiabierto, perfecto para Paulina, quien se lanzó a darle un beso para aprovechar la oportunidad.

- Pau...
- ¿P-Puedo seguir?

Ricardo suspiró y, con un gesto, permitió que Paulina continuase, aunque ambos continuaran confusos.

Sacó rápidamente una flor magenta y otra azul clara que contaría la historia de Francisco. Formaba parte de una mafia, y él era el francotirador. Finalizado el desafío, cambiaron las tornas. No le hacía excesiva ilusión, pero haciendo las pruebas convenientes, entró a formar parte del cuerpo de policía haciendo lo que mejor se le daba: Disparar.

"Hay una manera de entrar en la cabeza de las personas. De un disparo en ella."

Sacando otra flor más, esta vez de color amarillo, dijo que Luisa era una doctora y ávida lectora. Su vida no había cambiado en nada después de revivir. Es más, echaba un poco de menos eso de tener poderes mágicos. Sin embargo, no se quejaba de nada.

"De todos modos, leyendo puedo volver a ser una maga parecida a como fui."

Cogió la flor verde lima. Víctor trabajaba en una consulta de psicología. Lo continuó haciendo tras el desafío porque a él le encantaba lo que hacía.

"Yo ya hice lo que tenía que hacer. Ahora, voy a seguir con lo que debo que seguir haciendo: Vivir."

Sacando la flor de color rosa habló de Mimi. Dijo que en cuanto volvió a la vida, retó al Gran Maestro Yao, líder de su aldea. Ahora es la Gran Maestra Mimi. Aprendió mucho de Ricardo, confesó a Paulina.

"Ser la Gran Maestra no me hace olvidar a mis Grandes Maestros."

Pau sacó una flor gris oscura. No destacaba apenas, pero había que comentar el cómo encontró a Cristina... Y a Luis, porque sacó las dos flores grises. Ambos estaban de caminata por los bosques. Habían parado en un pueblo, donde se encontraron a Paulina. Ambos comentaron sus planes: Viajar por lugares inhóspitos y vivir aventuras.

"Puedo encajar muchos golpes. Van a dar sus frutos cuando derrote a mis enemigos"

"Puedo recorrer el mundo sin problemas. Yo y una flecha. O quizás más. No importa."

Sacó la flor morada. Manuel no tenía nada que ver en el desafío con cómo era en realidad. Sí en apariencia, pero no como dueño de una de las mayores empresas. Paulina quedó impresionada al verlo.

"Aún le debo dinero a ese hombre. Si lo encuentras, me avisas. Así podré agradecérselo."

La siguiente flor a sacar era la azul oscura. También sacó la flor verde oscura junto a ella. Ricardo en seguida supo lo que iba a contar Paulina. Serena y Benjamín se quedaron juntos.

Y también sacó la flor negra.

- ¿Nevan?
- Sí. Benjamín me lo contó. Siempre había sido un nosequé de los espíritus. Con eso, me dijo que invocó a Nevan. Pero sólo murió en cuerpo invocado. Él me dijo que aún podía hablar con ella.
- Vaya... Qué... Extraño.
- Sí lo es.

"Yo por fin he podido volver a sentir lo que sentía. Soy feliz."

"Ricardo fue como el héroe de las historias que escribía de joven."

"Tengo que reconocer que era un humano bastante guapo. No se lo digas a Paulina, vale?"

Sacó a continuación una flor marrón, pero no pudo decir nada. Simplemente dijo que Raúl estaba desaparecido por el momento.

"Me fuí voluntariamente. Quise cambiarlo todo y de momento, me está yendo bien. Ya decidiré si vuelvo o no."

Y quedaban dos flores. Sacó una flor roja señalizando a Bartolo. La risa se apoderó de Paulina al recordar cómo se lo encontró. Tenía mucho dinero para sus caprichos. Era hasta famoso. Un hombre tan grueso y aparentemente no muy inteligente se había montado una vida lujosa en un barco tripulado.

"¿Ricardo? Ese tío es el amo."

Aún así, quedaba una flor. Una rosa, para ser exactos.

- ¿Y qué es esa rosa? Ya están todos.
- Esta rosa es tu premio.
- ¿Mi premio?
- Por haber completado el desafío. No es algo que yo haya decidido. Me lo dejaron en esta carta a mí.

Paulina le mostró la carta y le entregó la rosa a Ricardo. Posteriormente, leyó la carta.

"Estimado Ricardo. Le envío esta carta para que tenga constancia de que fuiste vencedor del Desafío de Vida. Como excelente ser humano que eres, te otorgo la Rosa de la Excelencia. Enhorabuena.

Firmado: Protox"

jueves, 24 de diciembre de 2015

¡¡Os deseo Feliz Navidad!!

- Hace frío... - Decía mientras temblaba Ana.
- Deja de quejarte. No tenías por qué venir conmigo.
- Pero quiero ver quién es. Ahora tengo curiosidad.

Carlos suspiró mientras seguía caminando. Ambos iban muy bien abrigados. Las calles por las que pasaban estaban desiertas. Eso significaba que casi habían llegado a su destino. Carlos tocó el botón del timbre. Nadie contestó.

- ¿Estás seguro de que es aquí?
- No tengo duda alguna.
- Pues no te abre.
- Voy a llamarla.

Carlos sacó su teléfono móvil. No tenía ningún mensaje. Marcó el número de Laura, pero no cogía el teléfono. Empezaba a preocuparse.

- A saber si le ha pasado algo...
- No seas negativa, Ana.
- No lo soy. Sólo que es muy raro. O que te lo has inventado.

Ella lo miraba con una mezcla entre burla y enfado. Carlos no tardó en contestarle que no se había inventado nada. Sin embargo, no sabía dónde podría estar.

- ¿Y ahora qué hacemos? Me muero de frío aquí.
- Yo la voy a esperar.
- Qué persistente que eres. Yo me largo.
- Ya no tienes tanta curiosidad, ¿eh?
- Pásatelo bien. Yo me vuelvo a mi casa con mi calefacción.

Ana se marchó molesta. Había perdido tiempo acompañándolo. No obstante, la historia no se iba a terminar así.

La calle estaba bien iluminada debido a las luces navideñas colgadas de las farolas. Los clásicos adornos de la navidad tomaban las calles. Fue entonces cuando, mientras Ana volvía a su casa, un hombre disfrazado de Santa Claus la empezó a seguir. Ella no se había dado cuenta. Estaba más centrada en combatir el frío de la calle que en mirar a sus espaldas. En cuanto el hombre tuvo la oportunidad, sorprendió a la mujer agarrándola del cuello e inmovilizándola desde detrás. Llegó a tirarla al suelo en la maniobra.

- ¡Ah! ¡Suéltame!
- Vas a venirte conmigo. Y no vas a decir ni hacer nada más o si no tendrás que vértelas con esto.

El atacante llevaba una pistola consigo. Apuntó al cuello de Ana, para intimidarla. Lo consiguió, pues no movía ni un solo músculo hasta que él no se lo decía. Ella se lamentaba de no haberse quedado con Carlos. Habría pasado una mejor nochebuena, sin duda. Esta estaba siendo desastrosa.

Pero no siempre ha de ser así. Una chica pasó corriendo por la calle. Se la veía cansada y sin prestar atención al pavimento. Chocó con Ana y con el atacante. Los tres cayeron al suelo. Ana aprovechó la oportunidad y desarmó de un par de patadas a su atacante. La chica que corría pidió disculpas y llamó a la policía. Fue en ese entonces cuando, al terminar la llamada, su cara cambió de color.

- No puede ser. ¡Me está esperando!
- ¿Qué? ¿Quién?
- ¡Mi novio! Debe llevar como media hora en la puerta de mi casa. Pobrecillo. Tengo que irme.
- Un momento. ¿Laura?
- Sí, me llamo así.
- Qué gracia. Yo iba a visitarte junto a él. Mira cómo he acabado. Gracias por ser tan oportuna.

Ana sonreía mientras seguía apuntando con el arma al atacante. Laura salió corriendo de nuevo, rumbo a su casa.

- Esta chica es tan inconsciente... ¡Achís!

Carlos se había sentado en el escalón de la puerta de la casa de Laura. Estaba sufriendo las inclemencias del tiempo invernal: El frío y el viento que lo acrecentaba. Pero él sabía que ella iba a llegar. Y así fue.

- ¡Carlos!
- ¡Laura!

Los dos se fundieron en un cálido abrazo, lo cual es irónico, pues hacía muchísimo frío aquel día. Rápidamente, entraron en la casa y no salieron de allí hasta el amanecer del día siguiente.

Ana, por su parte, tuvo que pasar gran parte de la noche en comisaría. Quejándose junto a los policías de que les tocaba trabajar el día de nochebuena y navidad. La sorpresa la tuvo a la mañana siguiente, donde en el buzón vio una carta de Carlos.

"Ana se merece un poquito de cariño navideño también, ¿no es así?"

Esa carta estaba acompañada por una entrada al concierto de navidad de su grupo favorito. Ella no había podido conseguir ninguna entrada y se habían agotado ya. Le hizo mucha ilusión el regalo.

- ¿Qué he hecho yo para que él me dé esto? Es increíble. No me merezco para nada lo que me acaba de pasar.
- Pero hay veces que la vida te tiene que dar algún que otro regalo, ¿verdad?

Carlos estaba allí, escondido en la esquina del portal esperando la reacción de Ana.

- No lo entiendo.
- No tienes por qué haber hecho algo para que te den algo bueno. Algunas veces es un golpe de suerte, otras veces parece que estaba todo planeado para que ocurriese de esa manera. Con Laura pasó lo mismo. Ella dijo exactamente lo mismo que tú, que no merecía a alguien como yo. Aún no se lo cree, pero yo me voy a considerar "su regalo de navidad". Porque no siempre hay que hacer algo para recibir algo a cambio.
- Qué historia tan bonita tienes. Qué envidia...
- No te voy a decir que no. - Contestó Carlos con una sonrisa.
- Gracias por el regalo.
- No hay de qué.


(Bueno, con esta historietilla corta he dicho las dos cosas que tenía que decir. Primero, que os deseo felices navidades a todos. Y segundo, que si algo bueno os sucede, consideradlo un regalo de la vida. Como si os estuviese dando uno de vuestros regalos de navidad o de cumpleaños. ¿Para qué pensar en el porqué de los regalos si son hechos con buena voluntad? ¡Felices fiestas!)

domingo, 20 de diciembre de 2015

Desafío de Vida #19: La Arena Profana [FINALE] (Tributo a heliceo)

(heliceo es el mapmaker que hizo Ragecraft 2, un mapa Complete the Monument del videojuego Minecraft. Basándome en la decoración de dicho mapa, he elaborado esta historia. El crédito debe ser mencionado, por supuesto.)

- Protox, estoy preparado.

Esas fueron las palabras de Ricardo antes de entrar en el altar negro. La gema negra era la última que había que encontrar. De ese modo, el desafío habría concluido. Ricardo conseguiría lo que se había propuesto desde el principio y después de las Cavernas de la Trinidad: Revivir y revivirlos a todos.

Entró y se encontraba en una habitación muy bien iluminada. Allí se encontró a una bella mujer joven de cabellos rojos y una mirada penetrante color carmesí. Iba vestida con una chaqueta negra, a juego con sus pantalones ajustados también negros.

- Así que has llegado.
- ¿Quién eres?
- Soy Nevan. La última que aceptó el Desafío de Vida antes que tú.
- Ricardo. Encantado.
- Vale. Te explico. Aquí vas a tener que hacer una de las decisiones más importantes antes de luchar contra Protox. ¿Ves esos carteles?

Habían unos carteles puestos en fila en una de las paredes laterales. Estaban en blanco. Ricardo también se fijó en que a sus espaldas había un sillón de grandes dimensiones.

- Sí, los veo.
- Tienes que escribir con ese pincel en los carteles de izquierda a derecha. Antes de eso, te voy a decir por qué. Vas a luchar contra Protox en la Arena Profana. Ese lugar está maldito. Hace que alguien deba morir cada quince minutos. Y no tiene excepción salvo que Protox muera. En cuanto lo haga, el tiempo se detendrá.
- ¿Entonces tengo que derrotarlo en menos de quince minutos?
- Eso sería lo ideal, pero no es tan sencillo. Lo que tienes que escribir en los carteles son los nombres de todos tus compañeros, tú y yo incluidos, por el orden en el que van a tener la posibilidad de morir.
- ¿Qué?
- Si en quince minutos Protox no está muerto, no podrá revivir el nombre del primer cartel de la izquierda. Así hasta que llegue tu nombre.

Ricardo no daba crédito a lo que se estaba teniendo que arriesgar. Así iban a desarrollarse las cosas. Tenía que jugárselo todo porque así eran las reglas de un juego. Él quería ganar, así que empezó a pensar en algo.

- Quiero consultarlo con todos - Dijo Ricardo.
- Puedes. Ahí están.

Nevan señaló al sofá. Ahora estaban allí todos los compañeros que habían estado presentes en La Invasión.

- Chicos. Sabéis lo que toca aquí, ¿verdad? Según he oído de vosotros, Nevan ya tuvo que elegir los carteles porque ya se enfrentó a Protox una vez. Tengo una pregunta, Nevan. ¿Cuál fue el orden de tus carteles?
- ...
- Lo imaginaba. Intentar acabar con él en quince minutos no es una buena estrategia. Por eso moriste, porque te pusiste la primera, ¿cierto?
- Sí...

Nevan estaba cabizbaja. No fue una de sus mejores decisiones. Pero una vez muerta ya era tarde para arreglarla.

- Entonces os voy a hacer una pregunta a cada uno de vosotros.

"Gabriela, ¿estás dispuesta a morir por el resto?"
- No. No puedo.
- ¿Motivo?
- Tengo... Que volver a mi vida. Debo arreglar uno de los mayores errores que cometí.

Ricardo asintió.

"Paulina, ¿estás dispuesta a morir por el resto?"
- No creo.
- ¿Motivo?
- ...
- Paulina. No hagas esto más largo.
- Porque... Quiero que estés bien.

Ricardo tardó un poco, pero asintió.

"Francisco, ¿estás dispuesto a morir por el resto?"
- No.
- ¿Motivo?
- Yo quiero volver a mi vida como sea. Si no, no habría aceptado el desafío.

Ricardo asintió.

"Luisa, ¿estás dispuesta a morir por el resto?"
- No puedo.
- ¿Motivo?
- Me siento egoísta, pero... Creo que puedo hacer algo mejor en vida.

Ricardo volvió a asentir.

"Víctor, ¿estás dispuesto a morir por el resto?
- Creo que no.
- ¿Motivo?
- No es mi momento para sacrificarme. No todavía.

Ricardo asintió con una muy leve sonrisa.

"Mimi, ¿Estás dispuesta a morir por el resto?"
- Sí.
- ¿Motivo?
- Al igual que Nevan, eres un maestro para mí. Si debo servirte, será hasta mi muerte.

Ricardo no asintió esa vez.

"Cristina, estás dispuesta a morir por el resto?"
- ¡Por supuesto que no!
- ¿Motivo?
- ¡Porque no me gusta morir! ¿Te parece poco?

Ricardo cerró los ojos y sonrió brevemente.

"Luis, ¿estás dispuesto a morir por el resto?"
- Mientras yo esté en medio de esa lista, estaré contento.

Había hablado claro, así que Ricardo no preguntó por el motivo.

"Rubén, ¿estás dispuesto a morir por el resto?"
- No lo sé.

Ricardo suspiró. Sin embargo, tras pensarlo un rato, simplemente continuó.

"Manuel, ¿estás dispuesto a morir por el resto?"
- Si es volver a mi vida anterior, por mí encantado.

Ricardo se limitó a proseguir.

"Serena, ¿estás dispuesta a morir por el resto?"
- No.
- ¿Motivo?
- No quiero.
- Esto... Eso así no me sirve.

Serena desvió la mirada a Benjamín, buscando en él un gesto que la ayudase a responder. Ricardo simplemente pasó al siguiente compañero.

"Raúl, ¿estás dispuesto a morir por el resto?"
- Hubo un tiempo en el que te habría dicho que sí. Pero no. Ahora no.

Esa respuesta dejó satisfecho a Ricardo.

"Benjamín, ¿estás dispuesto a morir por el resto?"
- No.
- ¿Motivo?
- Serena.

Serena giró bruscamente la cabeza y enrojeció. Ricardo sonrió y preguntó al penúltimo.

"Bartolo, ¿estás dispuesto a morir por el resto?"
- ¿Por ellos? Creo que no.
- ¿Motivo?
- Voy a vivir mejores experiencias vivo que muerto.

- Y por último... Nevan. ¿Estás dispuesta a morir por el resto?
- S-Sí.
- ¿Motivo?
- No puedo revivir. Así de simple.
- ¿Qué?
- Déjame que te muestre...

Nevan se concentró, cruzó sus brazos y los abrió rápidamente dejando ver un par de alas negras saliendo de su espalda. Empezaron a crecer unos pequeños cuernos en su cabeza y su cuerpo aumentó ligeramente de tamaño. Sin embargo, volvió a la normalidad en pocos segundos.

- ¿Qué fue eso?
- Soy... Un demonio.

Ricardo empezaba a temerle a Protox. Un demonio que ha revelado un poder increíble frente a él fue derrotado. ¿Qué podría hacer él, un simple humano?

- Entonces... ¿Cómo entraste en el Desafío de Vida?
- Estaba muy relacionada con uno de tus compañeros. Por ello me trajeron aquí, para intentar liberarlos. Qué irónico, porque quedé atrapada yo en su lugar.

Ricardo suspiró y no dijo una palabra más. Empezó a escribir en los carteles sin decir ni una palabra. De derecha a izquierda. El orden quedó así. Morirían en este orden:

Nevan, Mimi, Manuel, Francisco, Bartolo, Rubén, Luis, Serena, Benjamín, Cristina, Raúl, Víctor, Luisa, Gabriela, Paulina, Ricardo.

- Chicos. Si tardo tres horas y 45 minutos, habré revivido pero no me habrá merecido la pena el esfuerzo. Así que voy a dar lo mejor de mí.
- Ya puedes entrar. Tendrás un minuto antes de entrar en la Arena Profana.
- Está bien. Allá voy. Deseadme suerte.

Y Ricardo entró en la Arena Profana. Lo que iba a suceder después no se lo imaginaba. Furia del Titán en mano, Máscara Reptiliana ajustada, Pantalones del Gran Maestro Xin y mucha determinación era lo que llevaba Ricardo para la batalla. Se encontraba en una habitación sin puertas con un mensaje en la pared que decía: "Hoy, vas a darte cuenta de que ya deberías haber muerto"

Y entró en la Arena. Se notaba distinto en la zona de espera y lo notó cuando comenzó a correr por la arena evitando a toda criatura enemiga. Aún no había visto a Protox. Tenía quince minutos antes de que Nevan muriese. Quería intentar que eso no sucediese, pero lo empezaba a ver improbable. Eran guardianes armados con antorchas crepitantes los que impedían a Ricardo reconocer a su objetivo.

- ¡¡Apartaos!!

El elegido no pudo más y empezó a batallar contra los guardianes. Sin embargo, fue bastante fácil en comparación con la batalla en La Invasión. Apenas aguantaban sus armaduras. Ricardo se sentía poderoso. Una antorcha cayó sobre él, pero a pesar de todo, no le quemó ni le hizo daño. Esto extrañó al elegido. Sin embargo, la voz de Luisa lo despejó de dudas.

"Mientras sigamos vivos, te daremos nuestra fuerza. Que el fuego no sea tu temor."

Ricardo entonces comenzó a masacrar a los guardias que se interponían en su exploración. La Arena Profana no era una planicie, sino un lugar ruinoso lleno de recovecos extravagantes. Podía escabullirse fácilmente.

"¡Vuela alto, y demuéstrale quién es el que puede contra un dios!"

Nevan otorgó la capacidad de volar a Ricardo. Se limitó a dar grandes saltos, pues no sabía controlar sus alas. Con ayuda de eso, encontró a Protox. Tenía apariencia humana y estaba cubierto de una armadura de oro.

- Al fin te encuentro. Te quedan seis minutos.

Protox apuntó con su arco a Ricardo.

"Mirada Congelante. ¡Que el elegido tenga el poder del hielo!"
"¡Por la magia de la espada de la Tierra!"

Rubén y Cristina habían ayudado a Ricardo. Eso le facilitó bastante la tarea de alcanzar la armadura de Protox con la Furia del Titán. Un proyectil mágico verde salió disparado del hacha, inutilizando la flecha de Protox. Confundido y congelado, Ricardo asestó el primer hachazo a Protox. No pareció hacerle algún rasguño a la armadura. Su hacha se quebró.

- No puede ser...

"¿Hacha? ¡Esa hacha es irrompible!"
"Yo quise aguantar todos los golpes, ¡pero me limité a destrozarlos a todos antes!"

Paulina otorgó de nuevo el hacha a Ricardo. Bartolo le dió aún más poder.

"Siente el poder del espíritu. Contrólalo, Paulina."
"¿Otra hacha? ¡Me tienes hasta arriba de trabajo!"

Benjamín puede hacer que repita un compañero su habilidad en Ricardo. Esta vez, Ricardo se encontró la Hachecutadora en la mano izquierda, gracias al poder que le otorgaba Paulina.

Protox se había levantado, pero las dos hachas lo volvieron a tumbar. Su armadura esta vez empezaba a flaquear. Protox no podía apenas defenderse. Quedaban cuatro minutos.

- ¡Ejección!

Ricardo salió volando hasta chocar con el techo. El golpe de vuelta habría sido más doloroso que el de ida, de no ser por Serena.

"¡Es la última vez que uso agua para esto!"

- Voy a hacer esto por Nevan y por todos. ¡PROTOX! ¡VEN AQUÍ Y LUCHA COMO UN HOMBRE!

Una flecha atravesó el estómago de Ricardo.

"Técnica de ilusión: Falso Ricardo"

Mimi había hecho que Ricardo se colocase justo detrás de Protox mientras el enemigo pensaba que le había acertado. Más golpes de hacha cayeron sobre la armadura dorada, especialmente en el yelmo, que parecía no romperse nunca.

Pero el tiempo se agotaba, y Protox, pese a parecer mucho más débil de lo que Ricardo se imaginaba, tenía sus trucos para escaparse.

- ¡Ejección!
- ¡No otra vez!

"Eso sí que se puede evitar."

Raúl hizo a Ricardo intocable unos segundos, por lo que no sería afectado por el ataque de Protox. Sin embargo, el enemigo utilizó esa habilidad para impulsarse a sí mismo con gran velocidad, escapando de Ricardo.

- Lo siento. Un minuto. Tengo cierta curiosidad en saber quién morirá primero.

Sesenta segundos. Ricardo apenas había podido quebrar la armadura de Protox con numerosos golpes. No iba a poder acabar con él en tan poco tiempo. Nevan iba a morir. Tenía que asumirlo. Sacrificar obligadamente a un compañero no es nada agradable. Por eso ella no quiso matar al resto, porque no iba a aprovechar su victoria. Quince minutos más para derrotarlo. Había que darlo todo.

"Una flecha, un muerto."

Ricardo disparó con la "Cazadora de Sombras" una flecha hacia Protox. El proyectil tomó una trayectoria anormal e impactó en la coraza dorada. Instantáneamente se hizo pedazos gracias al encantamiento de flecha de Luis.

"¿Alguien ha pedido una bomba?"

Ahora, con el oponente aturdido por la pérdida de su armadura, era el momento oportuno para que Manuel hiciese explotar espontáneamente a Protox. Una explosión que se produjo de la nada rompió sus grebas de oro y lo mandó por los aires. Cayó al lado de una columna, aparentemente fuera de combate.

Aparentemente, porque no tardó en levantarse y disparar cuatro proyectiles de una vez con su arco. Uno de ellos impactó en el pecho de Ricardo, que cargaba contra él.

"Bum. A la cabeza."

Francisco puede disparar una sola vez a la cabeza de Protox. Vio conveniente el momento, pues Ricardo iba a necesitar tiempo extra para recuperarse del flechazo recibido, además de quebrar el yelmo dorado de Protox.

"El último poder de la luz de dios."

Gabriela, sacerdotisa, sanó la herida de Ricardo, pese a que la flecha siguiese clavada en su pecho. La energía del elegido parecía renovada.

- Ahora, ¡muere!
- Siete minutos. ¿Crees que será tan fácil?

Protox desapareció de repente. Ricardo atacó al aire con las dos hachas. Protox se encontraba flotando justo detrás.

- ¡No puedes vencerme!
- Sí que puedo.
- ¡Inténtalo!

Una onda expansiva tuvo lugar alrededor de Protox. Ricardo fue lanzado varios metros hacia atrás.

- Yo ya he intentado ser simpático contigo. ¡Pero no te mueres!
- Y yo ya me he puesto serio.

"Cuando tienes la respuesta adecuada en el momento adecuado"

Victor era el que faltaba por darle poder a Ricardo. El poder de la G.M.P. La poción que encontró en los Laboratorios Magma. De un trago se la tomó. Era su oportunidad. Nada le dolía, no sentía cansancio. Simplemente, podía sentirse todopoderoso.

- G.M.P... Las siglas de la God Mode Potion. ¡Protox! ¡Enfréntate ahora a un dios!

Ricardo apenas le dio tiempo a reaccionar. Un hachazo derribó a Protox y lo tumbó en el suelo, agrietándolo por la fuerza del envite. Ricardo estaba en el mismo lugar que antes. No se había movido.

- ¿C-Cómo...?
- Si tienes una estrategia, tienes todo lo necesario.
- ¡No puedes hacer esto!
- Un dios puede hacer lo que quiera. Tú ya lo has hecho con nosotros. Ahora lo haré yo.

Ricardo prácticamente se teletransportó enfrente de Protox, que continuaba tirado en el suelo.

- Fin del juego, Protox.

La Hachecutadora y la Furia del Titán cercenaron con golpes virulentos a Protox. El juego había terminado. Ricardo se llevó la gema negra y volvió al nexo victorioso. Entre aplausos y gritos de alegría y lágrimas de felicidad por parte de sus compañeros, colocó la gema negra en la última posición de la sala de trofeos. Todos, finalmente, se despidieron. Una nueva vida estaba a punto de comenzar. Lo iba a hacer en ese mismo instante.

...

Ya había avanzado bastante la noche. Ricardo iba por la autovía en su moto a gran velocidad. No era una imprudencia, pues respetaba los límites de velocidad definidos por altos números de kilómetros por hora.

Un automóvil adelantó a Ricardo por el carril de su izquierda. Iba a velocidades mucho mayores a las permitidas en ese tramo.

No tardó en desaparecer de la vista del motorista. Tampoco se demoró en volver a aparecer.

Ricardo lo vio bloqueando el carril derecho. Entonces se dio cuenta de lo que estaba sucediendo. Su vida volvía a comenzar donde terminó. Con una maniobra brusca, evitó al coche que interrumpía el paso y continuó su camino recuperando el equilibrio estable en su moto. Pudo oírse una gran colisión a las espaldas de Ricardo. Decidió no mirar y volver a su vida: Un desafío constante. Un Desafío de Vida misma.


[Créditos y agradecimientos]

- Special thanks to heliceo. I really think you inspired many people with the Ragecraft series in particular and with your maps in general. You're awesome. That's why I made this story, because "Ragecraft II: Insomnia" was awesome.

- Gracias a ElRichMC. Que sin él, no habría conocido este mapa. De hecho, como soy seguidor suyo, el nombre del protagonista lo hice por el suyo. Porque simplemente lo encontré curioso.

- Muchas gracias también a Luis. Sí, al arquero de esta historia. Es quien ha hecho por su propia cuenta unos cuantos dibujos de los personajes. Los veréis en el epílogo. No son lo mejor del mundo, pero a mí me han gustado y a él le ha servido de práctica. Por lo menos, todos salimos ganando. (@IcarioxTefD en Twitter)

- Gracias a Gabriela, Francisco, Luisa, Víctor, Mimi, Cristina, Luis, Manuel, Rubén, Serena, Raúl y Bartolo. Porque sois personas inspiradoras.

- Y gracias a los que me leéis. Seguro que estáis deseando ver qué ocurre en el epílogo. ¡Lo veréis el próximo domingo! Hasta entonces... ¡Seguid imaginando!

domingo, 13 de diciembre de 2015

Desafío de Vida #18: La Invasión (Tributo a heliceo)

(heliceo es el mapmaker que hizo Ragecraft 2, un mapa Complete the Monument del videojuego Minecraft. Basándome en la decoración de dicho mapa, he elaborado esta historia. El crédito debe ser mencionado, por supuesto.)


(Como compensación por dejaros tres semanas sin DdV, tomad este mega-episodio que planeaba dividir en dos partes. Ahora es una sola parte para toda... LA INVASIÓN. Suena muy bien el nombre.)



- ¿Estás preparado?
- Sí.

Todos estaban en la sala de los altares. Era la recta final. Dos gemas restantes y Ricardo, finalmente equipado, subió al altar correspondiente a la gema roja. Hachecutadora en su mano derecha, Máscara Reptiliana, Pantalones de Xin con adminio, Botas encantadas con las "Raíces de Vida" que consiguió de casualidad en la gema marrón y su arco llamado "Cazadora de Sombras" a la espalda.

Ricardo apareció en una habitación circular, iluminada en el centro por una hoguera. La misma voz que lo recibió el día que comenzó el desafío de vida le habló.

- ¿Estás preparado?
- Por supuesto.
- ¿Y tus compañeros? ¿Están preparados?
- ¿Mis compañeros?

Ricardo miró a su espalda. Encontró a un hombre grueso con una armadura que resplandecía roja por la luz tenue de la hoguera que lo iluminaba. Llevaba consigo una espada enorme, acorde con su tamaño. Tras examinarlo, notó que las llamas de la hoguera habían cambiado. Se dio la vuelta y vio a todos los fantasmas que había ido conociendo a lo largo del desafío sentados alrededor de la hoguera.

- Estamos preparados - Afirmó el de la armadura roja.

"¡Por Ricardo!"

Ese fue el grito de guerra que dio pie al principio del fin. Penúltima gema. Color: Rojo. Destino: La Invasión

El sonido de un cuerno de guerra despertó a Ricardo de lo que acababa de suceder y analizó dónde se encontraba en ese momento. Era el balcón más alto de un castillo. No tuvo que mirar muy lejos para ver a Francisco disparar una ballesta y ponerse a cubierto en las almenas.

- ¿Fran? ¿Qué haces aquí?
- ¡Nos invaden, Ricardo! ¡Ve a ayudarlos ahí abajo!
- ¿Qué?

Una gran bola de piedra y fuego impactó con gran estruendo en una torre lateral del castillo. Francisco se puso más a cubierto antes de volver a su puesto y seguir disparando. Ricardo comenzó a bajar las escaleras rápidamente. En uno de los pisos medios, encontró a Victor y Raul discutiendo al lado de un caldero enorme. No le dio mayor importancia porque vio que estaban bien, y que debía apresurarse a ayudar a los que estuviesen defendiendo la entrada del castillo. Siguió bajando y tropezó con Luisa, que subía las estrechas escaleras. Ella se disculpó apresuradamente y continuó subiendo. Ricardo no tenía que perder tiempo. Ya casi había llegado a la planta baja cuando escuchó unos fuertes martillazos sobre metal.

Era la forja. Paulina estaba allí, trabajando a toda velocidad. En cuanto vio a Ricardo asomarse por la entrada, ella se alegró sobremanera.

- ¡Ricardo! Menos mal que has llegado. Tengo que seguir haciendo cosas rápidamente, así que coge lo que quieras.

No tuvo que echar muchas miradas a todo lo que había en las reservas metálicas para la batalla. Él se interesó más por el hacha que Pau acababa de terminar. Dejó la Hachecutadora en el suelo y se llevó una que Paulina había llamado: "La Furia del Titán". Ella se quedó mirando un buen rato a la Hachecutadora que había dejado tirada Ricardo. Tras pensar un poco, la cogió y se preparó para la batalla ella también.

Ricardo finalmente llegó a la planta baja. En la entrada estaban Gabriela, Serena, Rubén y Benjamín; quienes seguían en la parte interior del castillo. En la parte de fuera, luchaban cuerpo a cuerpo Cristina, Mimi, Manuel y el de la armadura roja. Los enemigos eran muy numerosos, con lo que había que terminar con ellos rápidamente.

- ¡Vamos, Ricardo! ¡Ve a por ellos! - Exclamó Benjamín antes de que el elegido saliera del castillo y empezase a enfrentarse a la horda que los invadía.

Una piedra ardiente salió disparada desde otra catapulta enemiga y destrozó parte de otra torre del castillo. Sin embargo, no se quemó nada esa ocasión, al contrario de la anterior. Ricardo se sentía con muchísimas energías. El hacha que había cogido era muchísimo más eficaz que la ya gastada Hachecutadora. Los enemigos tampoco eran guerreros muy experimentados. Apenas sabían manejar sus armas. Eran la carne de cañón invasora.

El hombre de la armadura roja se acercó un momento a Ricardo y le dijo rápidamente todo lo que necesitaba saber.

- Soy Bartolo, el que cayó aquí. ¡Ahora, hay que romper esas catapultas!

Una matanza sin sentido. Eso era La Invasión. El suelo parecía enrojecer por momentos, ya fuese por la sangre o por las llamas. El cielo estaba nublado además de cubierto por el humo característico del olor a guerra. El castillo se habría desplomado si Ricardo y Bartolo no hubiesen avanzado a por las catapultas.

Ellos dos eran feroces combatientes. La gran espada de Bartolo era manejada con fuerza. El hacha de Ricardo con destreza. Los enemigos apenas podían hacer nada. El avance del equipo del elegido empezaba a tomar forma. Las filas enemigas empezaban a disminuir su tamaño. Alcanzaron la primera catapulta.

- ¿Cómo destrozamos esto?
- Fácil. Tenemos que protegerla un momento. Que no se acerquen ahora.

Ricardo intimidaba con su hacha a todos los que intentaban acercarse a la desierta catapulta. Quien tenía que desactivar la catapulta era Luis. No tardó demasiado en llegar y lo que hizo fue hacer volar la catapulta en pedazos. Más fuego y destrucción añadidos.

Aún quedaba otra catapulta. Esta estaba muchísimo mejor defendida y más retrasada que la anterior. Un jefe de guerra estaba a cargo. Unos pocos guerreros estaban defendiendo esa catapulta una vez destruida la primera. Los ataques destinados al castillo se detuvieron. Mimi, Manuel y Cristina avanzaron hasta la posición de Ricardo y Bartolo, quienes lideraron al grupo.

Los guerreros eran habilidosos, pero no eran nada del otro mundo. Ricardo apenas tuvo que esforzarse para acabar con algunos de ellos. El guerrero que se enfrentó a Bartolo tenía un as en la manga. Al ser más ligero que su oponente, se limitó a desgastarlo. Mimi y Manuel se encargaron de otros tres guerreros bastante persistentes junto a Cristina. El jefe de guerra acabó enfrentándose cara a cara con Ricardo al lado de la catapulta.

Su oponente iba armado con una espada corta. Eso era una ventaja, pues Ricardo tenía más alcance. Lo que no se esperaba era que el enemigo tuviese tal velocidad con la armadura que llevaba. Eran guerreros ágiles a pesar de que su armadura fuese pesada. Ricardo estaba teniendo problemas. No tenía oportunidad para atacar. Un placaje del contrario lo derribó. El jefe de guerra levantó su espada y gritó: "¡¡Por Protox!!"

"¡¡Por Ricardo!!"

La Hachecutadora se clavó en la cabeza del jefe de guerra, que no pudo terminar con Ricardo. Paulina había llegado gritando para salvar al elegido. Luis se apresuró para sabotear la segunda catapulta mientras los guerreros restantes eran emboscados por Ricardo y Paulina.

Con la segunda catapulta destruida, las tropas de Protox se retiraron a su castillo tras el sonar de un cuerno de guerra. Podía divisarse a lo lejos, entre el humo. Era un campo de batalla preparado. Invadir el castillo de Protox sería la victoria. Allí se encontraría la gema roja.

- Reúnelos a todos en esta catapulta, Luis. Vamos a planear nuestra propia invasión - Dijo Ricardo.

En poco tiempo, ya estaban todos allí.

- Está bien. Se han metido en su castillo. Eso significa que nos están esperando y nos van a dar la bienvenida disparándonos. ¿Alguna idea para llegar a la puerta sin que sea peligroso?
- Ya lo hicimos con Nevan - Respondió Serena.
- Cierto - Afirmó Luisa -. Lo que tenemos que hacer es ir todos juntos. Raúl delante de todos y yo segunda en la fila.
- No entiendo eso - Dijo Ricardo.
- Las habilidades de Raúl son extrañas, pero... Cerca de él no pasará ninguna flecha - Explicó Benjamín.
- Y sus flechas son incendiadas, por lo que Luisa es perfecta para eso también - Añadió Víctor.
- Eso último tampoco lo entendí - Ricardo continuaba confuso.
- Por algo el libro te volvía inmune al fuego - Concluyó Luisa.

Ricardo entendió. Todos iban en una formación muy extraña, pero funcionaba. Lluvias de flechas de fuego eran lanzadas desde el castillo y ninguna apenas pasaba cerca del grupo. Todos ellos avanzaron hasta el portón, rompieron la formación e irrumpieron en el castillo. Contra todo pronóstico, estaba totalmente desierto y oscuro. Ricardo perdió de vista a sus compañeros. Estaba en una sala. No era la entrada del castillo.

"Ahora no depende de ti. Este es mi juego."

Era la voz de Protox. Ricardo no podía caminar. Tampoco había nada a su alrededor.

-Espero que tus compañeros no vuelvan a morir. Sería muy decepcionante - Se burlaba Protox.
- ¿Quién eres?
- Ya sabes quién soy. No me voy a enfrentar a ti todavía. Ahora, el sufrimiento de tus compañeros lo vas a recibir tú. Espero que aguantes lo suficiente.
- ¡No entiendo nada!

Ricardo pudo ver algo. No podía moverse, pero enfrente podía ver a Paulina y a Francisco en problemas. Estaban corriendo.

"Disfruta de la primera parte. Un prisionero de guerra y un enano contra Francisco y Paulina. Veamos quién es el ganador..."

- ¡Esto no fue lo que pasó la otra vez! - Gritaba Paulina.
- Nos damos la vuelta cuando yo diga, ¿vale? - Planeaba Francisco mientras corrían por la sala.

Los dos llegaron a una pared. Francisco y Paulina se dieron la vuelta y se enfrentaron a unos personajes que ya conocieron: Carlo el Caníbal y un jefe de guerra enano.

Francisco no tuvo grandes problemas contra Carlo. Hay que recordar que en el corredor de la muerte iba desarmado y ahora mismo tenía una ballesta. No fue muy difícil asegurarse de que Carlo el Caníbal cayese con un par de disparos. La que tuvo unos problemas añadidos fue Paulina. Un jefe de guerra sabe luchar mejor que un simple preso.

- Volvemos a vernos, Paulina.
- Yo quiero que desaparezcas.
- Es una pena. Habrías sido un buen conejo de indias.
- ... Voy a matarte.

Paulina no necesitaba más charla. Tenía enfrente al enano que la había hecho suicidarse. Era el momento. Furiosa, cargó contra él, pero el enano era más rápido y evitó el primer ataque. Un corte del hacha del enano en la cintura de Paulina le dolió a Ricardo, espectador en lo que sucedía.

- Ah. Ahora entiendo eso. Si mis compañeros son dañados, yo también...

Ricardo entonces sonrió. Él sabía que podía confiar en todos y cada uno de ellos.

- ¡Paulina! ¿Estás bien? - Preguntó Frank, que ya se había asegurado de que Carlo estuviese muerto.
- Sí. No me duele.
- Vamos a por este.

Francisco empezó a apuntar. El enano se centró en Paulina, quien iba ahora a la defensiva y evitaba el contacto con el enano. Fran falló el disparo. El enano aumentó su agresividad. Paulina no iba a poder aguantar mucho tiempo más. Fran tenía un as en la manga.

Falló otro disparo. Justo detrás del enano. Pero ese disparo estaba ardiendo. En cuanto el enano se preparaba para asaltar de nuevo a Pau, esta lo hizo retroceder, quemando al enano y dejándolo vulnerable para un golpe de Hachecutadora.

- Muere.

...

"¡Y así termina la primera ronda! ¿A quién tenemos en la segunda? ¡Manuel y Rubén contra una combinación explosiva!"

Ricardo empezó a verlos como si de una película se tratase. Estaban parados en una plataforma más elevada que el resto del suelo del castillo. El suelo se derrumbaba y los Lanzabombas no eran de gran ayuda para que no fuese así.

- ¿Y ahora cómo hacemos esto? - Preguntó Rubén.
- Tenemos que llegar a la puerta de alguna manera. Es así como nos libramos de este sitio sin suelo.

Muy parecido al abismo desmoronado. Un puzzle que tenía que ser resuelto. Manuel era un buen pensador de estrategias. Rubén sabía cómo llevarlas a cabo. No iba a ser difícil.

- Vale. Vamos a hacerlo así. Necesito que te congeles un momento - Dijo Manuel.
- ¿Y qué hay que hacer después?
- Voy a mandarte de un martillazo hasta la puerta.
- ¿Qué?
- Hazme caso, esta vez sí que he calculado bien.

Así fue. Manuel pegó un fuerte golpe a Rubén y salió disparado, cayendo justo en la puerta de la sala. Gran parte del suelo cayó debido a un Lanzabombas que intentó detener el vuelo de Rubén sin conseguirlo. Ahora le tocaba a Manuel cruzar. Lo había pensado ya antes.

- Ahora, necesito que todos esos Lanzabombas se caigan y destruyan todo el suelo.

Apenas quedaban tres Lanzabombas. La magia del hielo de Rubén era suficiente para provocarlos a tirar sus bombas. Cuando no quedaba ninguno, la parte final del plan era sencilla.

- Me haces un camino de hielo y yo llego a la puerta.

Sin daño alguno para Ricardo, Manuel y Rubén superaron lo que les había tocado. Un rompecabezas que hicieron parecer sencillo.

"¡Y pasamos a la tercera parte! ¿Podrán Víctor y Luisa con unos cuantos científicos?"

Pudieron y apenas Ricardo tuvo tiempo de ver lo que sucedió. Víctor lanzó una poción. Luisa leyó algo de su libro y los científicos fueron engullidos en llamas y transformados en ceniza. Cuestión de segundos.

"... ¡Claro que han podido! ¡Siguiente! ¡Serena y Benjamín sólo tienen una oportunidad! ¡Un segador Velouriano!"

Ricardo se echó a reír. Su cara cambió cuando vio que Serena estaba llorando y Benjamín la consolaba.

- Serena, por favor. ¡Que viene el segador! ¡Cálmate!
- ¡Que no me calmo! ¿Has visto? Ahora vamos a morir...
- No vamos a morir. Te lo digo yo.
- Eso no ayuda.

Benjamín se separó de Serena y extendió sus brazos hacia ella. Ya se escuchaba el sonido del segador cuando ella empezó a brillar con un resplandor azulado.

- Ahora, Serena. Ve y mátalo.
- ...

Serena sacó un cuchillo. Lo lanzó y se detuvo en el aire. Clavado sobre un ser invisible.

"¡La próxima ronda tiene más acción! ¡Raúl y Mimi contra los ninjas aprendices del Gran Maestro Xin!"

- ¿Y tú quién eras?
- Mimi.
- Ah. Yo Raúl.

Mimi suspiró. No veía nada útil en su compañero. Sin embargo, la apariencia no lo era todo aquella vez. Eran simples aprendices que no podían con la maestría de Mimi. Aquellos que iban a por Raúl acababan saliendo disparados. Los golpes de Raúl son increíblemente rápidos aunque no se mueva de su posición. No fue difícil para ninguno de los dos acabar con todos los ninjas. Mimi ya se sentía capaz de enfrentarse a su maestro en vida.

"¡Increíble! ¡Ahora en la siguiente ronda... Luis y Gabriela contra unos cazadores que... Ya están muertos, pero aún pueden disparar!"

Los dos compañeros de Ricardo estaban refugiados en una columna. Flechas intentaban alcanzarlos, pero Luis y Gabriela estaban bien cubiertos. Las flechas de Luis parecían no hacer efecto sobre esos cuerpos muertos que disparaban sus arcos. Gabriela fue muy arriesgada en salir de la columna y enfrentarse cuerpo a cuerpo a los enemigos. Recibió un impacto de flecha en el brazo izquierdo, que Ricardo notó también como si se la hubiesen clavado a él. Pero Gabriela pudo destrozar a uno de ellos fácilmente. Eran cuerpos frágiles al estar ya muertos. Luis se dio cuenta de ello y disparó una flecha en la cabeza del otro arquero muerto. Ese arquero se quedó descabezado debido a la potencia de esa última flecha.

"¡Sólo queda una ronda! ¡Cristina y Bartolo contra el líder de la horda del infierno!"

- ¿Quién iba a decirnos que iba a ser el maldito reptiliano cocodrilo otra vez? - Comentó retóricamente Cristina.
- Vamos a destruirlo - Finalizó Bartolo.

El hombre-cocodrilo que terminó el desafío de Cristina estaba esta vez contra dos. Y luchó ferozmente. Llevaba dos espadas casi tan grandes como la de Bartolo, pero no iba a poder contra ambos. Bartolo estaba delante, parando con su gran espada la mayor parte de los ataques. Mientras tanto, Cristina tenía su poder reservado para ese momento. La espada de Cristina no era común. Con suficiente preparación, se imbuía automáticamente con magia. Eso fue lo que acabó con el cocodrilo. Un tajo que partió las espadas del enemigo y lo dejó vulnerable al mandoble de Bartolo.

"¡Impresionante! ¡Han superado las pruebas! ¡Volved al Nexo y preparaos! Yo soy el siguiente. ¡Y no será nada fácil!"


(El próximo episodio será el Finale de DdV. Habrá un epílogo a la semana siguiente, después de navidades ya. ¿Vencerá Ricardo a Protox? ¿Cómo será el combate? ¿Sucederá algo malo? La semana que viene terminamos este Desafío de Vida.)

domingo, 6 de diciembre de 2015

Diálogo en Prisión

- Me pregunto si será lo mismo para ellas...
- Lo es.
- ¿Tan seguro estás?
- En efecto.
- ¡Entonces no tiene sentido!
- Nada lo tiene en realidad.

Suspiró. El hablar de su compañero lo irritaba. Se hacía pasar por misterioso y filósofo.

- Déjame ponerte un ejemplo. Un compañero estuvo bastante tiempo aquí. Escribió un poema el cual tuve la ocasión de conservar. Léelo y dime tu opinión.

El recién llegado agarró el papel que su compañero le tendió y comenzó a leerlo.

"Mi corazón roto se cae
La veo, no la saludo
Es un dolor de estómago profundo
Ella no me corresponde
Soy su mejor amigo
Me cuenta todos sus amores
Mis dolores resumidos
Ya no sé qué hacer
Ya no sé qué pensar
La quiero mía, pero eso la va a matar
Si no fuera por el cambio repentino
Si no fuera por la muerte
¿Por qué el amor es tan difícil?
¿Acaso ya nadie puede ver mi dolor?
¿Cómo llegaré a viejo si mi corazón está perplejo?
Una erección se va, pero el cerebro me estimula para verla hermosa sólo a ella
Mi despecho es enorme, por más que escriba, no me quedo conforme.
Ya no sé qué hacer, ya no sé qué hacer
Pero ya he tratado todo,
Es mi musa, es verdad,
Mis sentimientos sufren y cambian
Inspirando mi arte,
El cambio resonante,
Ya no está, y es de espante
Mujeres he tratado de verla a todas,
Ninguna me ha sacado ella de la mente,
He sido un rufián, un melancólico y hasta un neutral
¿Acaso no hay lugar en donde no me pueda atormentar?
Mi opción sería una cita y nada más.
Una vida en la cual mi espíritu este apaciguado
Pero ya no puedo, ella lo sentirá como un halago
Mi poesía sufriente me entretiene
Pero luego pienso en el mensaje de repente
Allí veo mi alma de artista frustrada
Como los viejos autores que ni eran actores
Ya no debería sentir nada, pero estoy enamorado.
Chicas de mi mano pero yo sólo quiero la suya.
No ahora claro, no soy tan raro
En si mi corazón se detiene.
Ya no sé lo que me conviene
Caigo derrotado en un ambiente sin seguro
No lograré nada, he allí mi mundo
Ahora veo claro cuáles eran mis pesares
No era la sociedad ni mis ideales
Era la falta de ella en mi mundo
Ahora que lo sé, estoy que me derrumbo
Esta con otro,
Y yo a moco flojo"

- Es muy... Bonito. Pobre hombre.
- Algo parecido a lo tuyo, ¿verdad?
- Sí...

Volvió a suspirar, esta vez con resignación.

- Mira a tu alrededor. ¿Dónde estás?
- En una celda. En prisión.
- ¿Por qué estás aquí?
- No lo sé.
- Piensa un poco.

Tras unos segundos, contestó.

- No puedo. Sólo pienso en ella.
- Lo suponía. Es por eso.
- ¿El qué?
- Es porque estás enamorado. Por eso estás aquí.
- Eso tiene menos sentido todavía.
- Tanto tiempo aquí da que pensar. Nadie sabe cuándo va a salir, pero cuando menos se lo esperan, son liberados de la prisión de amor.
- ¿Prisión de amor? ¿Es este lugar?
- Eso es.
- Y... ¿Por qué no entré aquí mucho antes?
- Eso ya no lo sé. Lo que digo es que los últimos momentos de ese que escribió el poema fueron muy duros para él.
- Entonces, ¿si ha salido de aquí, significa que ya perdió el amor que tenía?
- Eso es correcto, pero a él simplemente lo cambiaron de celda. Aún no ha escapado.
- ¿Y tú qué?
- ¿Yo?

Con una ligera risotada, contestó:

- Espero a que mi novia salga de su prisión. Si no lo hace, mucho mejor, porque no me gustaría sentirme como el autor del poema. Yo voy a creer que la vida sigue siendo algo increíble y que los dos vamos a estar juntos mucho tiempo.
- Por eso estabas tan seguro de que ellas pasaban por lo mismo...
- Lo has pillado. ¿Alguna pregunta más?
- No creo, de momento.
- Estaré leyendo entonces. Pregunta lo que quieras.
- ¿Qué lees?
- "Desafío de Vida". Una serie de capítulos cortos sobre un hombre muerto luchando por revivir.
- Ah...
- Y fíjate tú, que hay unos cuantos personajes que ya están encerrados en prisiones de amor.
- Anda, ahora que lo dices así, eso me recuerda a...
- No. No te recuerda a nada.
- ¿Qué? ¡Claro que sí! Es...
- Calla, que viene alguien.
- ...

El recién llegado dio un salto de la sorpresa al saber que la mujer que apareció enfrente de la celda era justo como aquella que recordaba.


(¡La semana que viene vuelve DdV! Mientras tanto, aquí un poco de reflexión sobre el amor que siento yo y lo que le ha ocurrido al señor "Taco", autor del poema anteriormente citado. Muchas gracias a él, por darme un tema para escribir pese a que lo esté repitiendo una y otra vez. Es lo que tiene enamorarse. También tendré que decir de dónde he sacado la idea de la prisión, sólo por si acaso. Y viene de escuchar "Ai no Prison", opening de "Prison School". La traducción del título de la canción es "Prisión de Amor".

Creí conveniente citar de dónde he sacado las ideas esta semana. Los exámenes no han perdonado y la inspiración se iba hacia el estudio. Por lo presente, espero que no os haya sido larga la espera para el siguiente episodio de DdV. ¡Hasta la semana que viene!)