miércoles, 24 de diciembre de 2014

Especial Navidad con Edward Yolag!

Navidad, esas fechas donde muchísina gente se siente alegre, y cuando todas las personas deberían estar contentas. Un nuevo año se aproxima, y eso simboliza una "nueva vida", o los propósitos que algunos se hacen para el año siguiente los hacen cambiar.

Sin embargo, como buen especial de Navidad en este mi blog, comienzo una historieta con los personajes que ya conocemos. Espero que la disfruten.

===========

25 de diciembre. Navidad. Todos están revueltos por las calles, disfrutando de estas fechas tan señaladas. La plaza está a rebosar, con un gigantesco cono iluminado en el centro, haciendo las veces de árbol navideño. Aunque haya tantísima gente en las calles, puedo distinguir a dos personas cerca de ese árbol. Edgar y Liza están allí, descansando de un tranquilo paseo por las calles de la ciudad.

La casualidad siempre juega con los encuentros.

Paulina también había pensado lo mismo: Dar una vuelta por las iluminadas calles en el oscurecido cielo. Pero estaba sola. Ese era su gran pesar este año: Pasar la Navidad sin compañía.

Los tres personajes se encontraron. Saludos cariñosos y conversaciones cortas tuvieron lugar hasta que se lanzó la pregunta clave.

"¿Con quién pasarás estas navidades?"

Paulina cambió el rostro involuntariamente. Sentía muchísima vergüenza de su situación, pero no mintió. Les dijo que las pasaría sola.

Sus amigos (y yo también) estaban atónitos. ¿Cómo una chica como ella no tenía compañía? La intentaron animar. Edgar y Liza la invitaron a dar un paseo con ellos. Por lo menos eso aliviaría la mala situación de Pau.

Hasta yo habría intervenido en la conversación para proponerle a Paulina que pasara la Navidad conmigo, pero me faltó valor para hacerlo.

Ellos continuaron el paseo por las calles interiores, algunas bastante estrechas. Tuve un poco de miedo, pues si me descubrían tendría que dar muchas explicaciones, y no estaba preparado para darlas. Con mucha cautela, los seguí, hasta que volvieron a la plaza. Allí se detuvieron nuevamente. Había mucha gente frente al balcón que daba al reloj. Alguien estaba en la repisa de aquella ventana.

Nunca te dejes llevar por la desesperación.

Un hombre joven acababa de asesinar a su pareja. De esto me informé al día siguiente, así que yo estaba tan extrañado de aquello como cualquier otro. Un suicida arruinando la noche navideña. No quiso darle tiempo a los servicios de policía, bomberos, etcétera para prepararse, y se lanzó con un grito. El gentío estaba alborotado. Algunos gritos angustiosos del público y... El hombre cayó en los brazos de otro muy fuerte, que pudo salvar su vida. Un acto heroico, que fue de gran alivio y satisfacción para el público. ¿A que no adivináis quién era ese hombre tan fuerte como para salvar a ese otro? Era Bart Chill. Paulina, Edgar y Liza no se lo creían. Fueron hacia él y lo felicitaron. El suicida no estuvo muy contento, ya que la policía lo detuvo instantes después.

Bart había quedado con un grupo aparte de mujeres, así que no tuvo mucho tiempo para hablar, pero aún así fue una experiencia increíble ver tal cosa en este día.

Se acercaba la hora de irse. Paulina se despidió de Liza y Edgar. Ellos intentaron que se quedase, pero Pau es muy decidida y no se dejó convencer. Ella tomó camino hacia su apartamento. Yo hice una llamada a un compañero mío mientras intentaba seguir a Pau. Perdí de vista a los otros dos tras la despedida.

Tienes un guardián. ¿O quizás más de uno?

Cuál fue mi sorpresa al ver que Paulina, entrando a su portal, estaba siendo molestada por un par de hombres. Dos hombres que no estaban celebrando estas fiestas. Pau no es una chica que se deje molestar, pero se ahorró pegarles una paliza a los dos tipos. No tenía esos ánimos. Fue en ese entonces que la pillaron desprevenida y la inmovilizaron entre los dos contra el suelo. Ella se arrepintió de no haberles dado una buena tunda en su debido momento. Suerte tuve del viento, que hizo que la puerta no se cerrase bien y pude entrar. Los dos vándalos me miraron a mí, y uno de ellos intentó atacarme. Ese fue el momento perfecto para Pau, que se pudo deshacer del otro. Yo atraje hacia fuera del portal al que quedaba, que venía a por mí. Estaba acorralado, pero él me vio más débil e intentó tumbarme. Falló el golpe. No se esperaba que me agachase con tal facilidad. Lo tumbé desequilibrando sus piernas.

Paulina se sorprendió muchísimo al verme. Me dio las gracias enormemente. No quiso pensar qué habría pasado si yo no llego a estar allí. No tuve que proponerle nada. Ella me invitó a su casa. Yo acepté encantado, pues yo también estaba solo esta navidad.

Mientras tanto, la llamada que hice antes dio sus frutos. Esta parte me la contó Zero, que fue a quien llamé. No creí que fuese a funcionar, pero... Misteriosamente, la magia de la Navidad hizo de las suyas.

Edgar y Liza estaban volviendo por una calle. Estaba vacía, ya era muy tarde. Ambos se quedaron de piedra cuando una farola se apagó cuando pasaban por debajo de ella. Menudo susto. Pero eso lo que provocó fue que se dieran un abrazo bastante fuerte. Ambos enrojecieron (A Liza se le notaba más, aunque esto me lo haya contado alguien que observaba a varios metros de distancia).

Lo más gracioso fue cuando, sin previo aviso, un muérdago cayó enfrente de la pareja. Fue una situación difícil. Los dos se quedaron mirando aquel objeto que había caído. Recordaban la tradición de besarse bajo el muérdago, por supuesto. Pero... ¿La llevarían a cabo en ese momento?

Las palabras son como la llave a tus pensamientos.

"Vale, nos besamos si alguna vez nieva aquí"

Eso dijo Edgar. No pudo hacer otra predicción mejor. Liza creyó que no iba a tener que hacerlo, pues nunca había nevado en aquella ciudad. Pues justo al terminar esas palabras, comenzaron a caer copos de nieve. Incrédulos los dos, no tuvieron más remedio. Esas palabras fueron las que impulsaron a Edgar y Liza a besarse bajo la nieve que caía.

Zerofrost lo tuvo difícil para contenerse y no gritar de alegría. Tanto tiempo que habían estado saliendo esos dos y aún no había nada. Ahora, por fin hay algo. Un poco de esperanza en esa relación, aunque sólo sea un beso de muérdago.

Hola. Soy Edward Yolag. Os relato mis navidades porque he estado reflexionando sobre mí mismo. Mi "hija" Nevan está por ahí de fiesta, probablemente robándole el alma a algún incauto. Gerald... Me pregunto dónde estará. Y yo... Acabé en casa de Paulina. Aquí habéis visto claramente (o sutilmente, no sé cómo lo interpretaréis) cómo soy. No tengo valor para hablar con vosotras, chicas, porque... Nada, no me entiendo a mí mismo. Paso desapercibido casi siempre, salvo cuando tengo que ser importante para algo en especial. Y no quiero entrometerme, pero si lo hago, no lo hago directamente, sino que otra persona lo tiene que hacer por mí. Este soy yo, alguien que a pesar de todas estas características, a mi modo de ver, negativas, desea lo mejor para todos aquellos que le rodean. No soy alguien que busque mucha fiesta, pero si otros lo pasan bien así, yo lo disfrutaría sin duda. He decidido plasmar estos pensamientos aquí para sentirme mejor conmigo mismo. Así ha sido. Aunque sea un viejo aburrido, quiero ver que vosotros aún lo pasáis genial. A lo mejor es por eso que subo cosas a este blog. Me siento muy bien, y espero que vosotros también estéis muy felices estas festividades navideñas. Me despido de vosotros. En dos meses aproximadamente cumpliré 69 años. Pero eso... No es interesante, supongo.

Disfrutad con lo que tenéis, que es lo que os ha regalado la vida. Hasta la próxima, lectores. Espero que os haya entretenido este relato de navidad.

By: Edward Yolag.

No hay comentarios:

Publicar un comentario